Capítulo VII REGALO, SODA STEREO & TENTACIONES

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El día llegó. Muy temprano tocaron la puerta y cuando atendí ahí estaba un arreglo de tulipanes con brillitos, sin tarjeta, solo para mí. Supe enseguida que eran de Facundo. No eran las mismas flores del casamiento, pero ¿quién se daría cuenta? Quizás su pregunta ese día era retórica. Siempre supo qué flores me gustaban, ya se lo había dicho refunfuñando cuando tenía15 años, y ahí estaban, en el departamento. Cuando los demás arreglos estuvieron en el salón de fiesta, me pareció algo loco, me pareció algo secreto... estaba a punto de casarme ¿y el florista me mandaba flores? ¡Qué incoherencia! Quizás pudo haber sido solo un gesto, ¡qué más daba! Ese día estaba como en las nubes. Media hora después, pasaría Julia con Romina, mi madrina, a bus-carme para ir a la peluquería, cuando justo un momento antes, escuché que alguien comenzó a gritar mi nombre:—¡Divina! ¡¡¡Divinaaaa!!! —el grito provenía potente desde mi ventana. Me asomé y vi que era Ricardo. —"¡Nooo! ¿Qué hace él acá el día en que me caso?—, pensé, —esto es de película". Bajé rápida-mente, algo enojada y le dije:—¿Qué hacés acá?—Osvaldo me dijo dónde vivías —me respondió Ricky llorando como un niño, algo desarreglado y despeinado—.¡Qué ingenuo soy pensando que vivías con tus padres! ¡Por favor, yo te amo, conmigo deberías estar! ¿Cómo podés ser tan sínica? Sé que lo nuestro fue real, lo sabés bien. ¿Acaso no te diste cuenta de que muero por vos?Nunca me desubiqué ni te apuré para nada, lo sabés. Un día voy a ser un buen abogado y voy tener todo lo que quieras. Solo te pido quenos escapemos.—No —lo miraba cabizbaja—. Esto ya fue. ¡No! No deberías estar acá. De verdad, perdoname, lo nuestro sólo fue una fantasía—lo miré a los ojos, lo abracé y sentí su corazón y la desesperación. Veía en él a un muchacho tan inofensivo y sentí lástima de saber que realmente estaba hechizado, atrapado en un cuento imposible.—Tengo que irme. No lo hagas más difícil o tendré que denunciarte —disparé. Él se apoyó contra la pared con lágrimas en la cara y cuando me di vuelta, caminando lentamente, él dijo:—No estás tan enamorada como decís, sino no podrías haber creado una fantasía conmigo .Me detuve, giré la cabeza unos centímetros como para mirarlo de Re ojo. Inmediatamente pensé justamente en eso... una fantasía antes de casarme. "¿Acaso no sabés que las fantasías son preciosas hasta un momento antes de hacerlas realidad?", pensé en decirle, pero preferí callar y seguí mi camino. ¿Quién soy yo para afirmar que así son las fantasías?Como si nada importara, solo mi espléndida noche de bodas.Todo estaba listo, todo impecable, todos esperándome llegar a la iglesia. Era el día que toda mujer sueña. Estaba hecha una princesa, estaba feliz. La fiesta duró hasta las 9 de la mañana. Si me hubiesen preguntado. "¿cómo es que no desbordaba de emoción?" les hubiese dicho que sí disfruté mucho esa fiesta, ese día era un día único, solo que al no soñarlo jamás, al tener el tema "casamiento" en un rincón de mi vida, lo contemplaba como algo trivial. A mis suegros los conocí dos semanas antes, porque yo preferí enfocarme en mis estudios. La preparación de la boda se la encargué a una empresa, todo en color blanco, a tono con mi vestido y las flores. Unas semanas después, fuimos de luna de miel a Punta del Este. Fueron dos semanas —como si nada hubiera pasado jamás—. Muchas risas, tragos... todo tan maravilloso. Pero antes hice que Daniel mel levara al recital de Soda Stereo en el estadio de Vélez, Bs. As. ¡Estuvo absolutamente increíble! ¡Jamás olvidaré ese día! Creo que estuve más entusiasmada allí, que en mi propia boda, cantando entre las miles de personas que saltaban al escuchar a Gustavo Cerati. ¡Qué felicidad poder cantar a mil voces "Ella durmió al calor de brazas y yo desperté queriendo soñarla"! ¡Maravilloso día!De regreso, en plena época de vacaciones, mientras decidí seguir con el plan estudiar abogacía, decidimos remodelar nuestra casa al lado de la casa de mis padres. El terreno era enorme, tan así que casi en la mitad hice que colocaran una hamaca, una gran fuente de aguade jardín con luz, algunas piedras en el piso, un juego de sillones muy cómodos, una mesa haciendo juego y un farolillo al lado. Vivir ahí no estaba mal. De todas formas, era hija única y mis hijos podrían vivir en la casa de sus abuelos el día de mañana —debo recordarte que había dejado de tomar las pastillas antes de casarme y a esa altura aún no había quedado embarazada—.Mientras la construcción avanzaba, decidí que el patio debería tener más césped y algunas plantas, ¿y a quién más podría preguntar sobre ese tema?Al darme cuenta de eso, me vestí algo apurada del solo hecho depensar en verlo de nuevo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez. Surgió en mi ser una loca emoción, pero de pronto recordé que mis amigos vendrían y no podía dejarlos plantados de esa forma. Me reuní con "los del fondo". Ya no éramos los 7, Romina estaba saliendo con alguien y llegó un poco tarde porque tuvo una cita. Carolina estaba muy de novia con Osvaldo. De Brisa no sabía nada, ni siquiera fue a mi casamiento y de Ricardo, mucho menos. Toto se iría dentro de poco a vivir a Córdoba para estudiar medicina. Ya con las visitas presentes, comenzamos la charla:—¿Sabés? Estoy muy feliz porque todo te esté yendo de maravillas. Te cuento que estoy saliendo con un muchacho que se llama Ringo.Bueno, así le dicen. Él vive con sus padres todavía —Romina realizó un gesto de resignación al decir ésto, pero creo que fue porque tenía intenciones de tener su propio departamento también.—Un tipo así es gay o es un vividor. Seguro te sale con cualquiera un buen día. Dejalo ni bien puedas —metió su cuchara Osvaldo.—¡Shsss! Osvaldo, siempre de tan buena onda tus comentarios.¡No seas malo, ¿sí? —dijo Romina.—¡Qué bueno, vas a vivir con tus suegros! jajá —interrumpí en medio de risas—. Che, cambiando de tema, ¿sabés algo de Brisa? —Deberías hablar con ella, a mí siempre me saluda cuando la veo, creo que va a estudiar en Corrientes y va a vivir allá. No sé,cambió mucho, es algo raro —dijo Toto.—Chicas, tengo que decirles algo. Bueno, tenemos que decirles algo —dijo Carolina mientras Osvaldo la abrazaba—. Estoy embaraza, voy por el segundo mes.Todos nos sorprendimos, pero más nos pareció alocado... en fin.Motivos para felicidad y festejos nunca están demás. Nos abrazamos y los saludamos, íbamos a ser tíos.Días más tarde, pasé por el paraíso a comprar algunas flores,"quizás unos tulipanes, quizás el césped... quizás nada", pensaba.Algo me llamaba la atención de forma sobrehumana, ese hombre parecía misterioso, se me hacía necesario verlo.—Hola, buenas, buenas —dije al ingresar.—Hola ¿Cómo te va? —dijo Alfredo mientras marcaba un número en el teléfono sin dejar de mirarme. De repente, de unas escaleras bajó él, casi apresurado, era evidente que Alfredo le dio aviso al tomar el teléfono.—¡Holaaa! ¿Cómo estás? Retumbó su voz y mis ojos se me encendieron.—Quiero un ramo de tulipanes y quiero comprar césped —dije—Sí, ¡cómo no! ¿Y el césped para dónde es? ¿Cómo andás? ¡Tanto tiempo! Hace mucho que no nos vemos —dijo Facundo.—Sí, es verdad —bajé un poco la mirada y dije—, pero acá estoy comprando flores, y lo demás es para el costado de mi súper bonita fuente de agua —lo miré a los ojos y mi respiración se detuvo.—¿Cómo va esa vida? Llena de vida, imagino —sonríe, guiña un ojo y susurra en un tono algo sarcástico.—¡Y bien, pue! Jajá... Proyectos y más proyectos —respondí sonriendo.—¿Cuándo vamos por un café, Divina? —fue directo.—¡Sos un impertinente! Jajá. Algún día —saqué dinero para pagar las flores y cuando Facundo lo miró al empelado, le dijo:—¡Ni se te ocurra jamás cobrarle a la señora! Aunque yo no esté, jamás le cobres mostró sus dientes en una sonrisa ganadora. Lo miré sorprendida y dije: —Nooo. Jajá ¿Por qué?—Porque sos mi amiga —dijo claramente Facundo. Parpadea, extiende sus dos brazos para adelante, como para airear su camisa y acomodarla en su espalda... siempre de camisas; tan bien vestido...—¿Sabés? los mejores cafés los preparo yo, ya verás. Es más, puedo decirte que el único y el mejor café de la cuidad se vende en un solo lugar, y es en... ¿Conoces Bonafide Cabildo? Está llegando acasa de gobierno —preguntó.—¡Sí! —suspiré.—Bueno, ahí. Es un Bonafide medio raro. Es un local algo inusual, una especie de herboristería con pasillos y algunas otras cosas.Ah, una sola cosa —arqueó las cejas— los domingos no preparo café,¡jamás! Jajaja—¿Por qué no? —cuestioné intrigada.—Porque los domingos descanso todo el día y duermo temprano, así arranco la semana con todo. De lunes a sábados, a las 6 am ya estoy levantado. Es una norma, por así decirlo —explicó—¡Mira vos! Pero quizás un domingo quiera tomar café —dije desafiante

.—Sí, pero yo no te lo voy a preparar —se enderezó aún más.—Ammm... Creo que sí —dije con un guiño y una sonrisa pícara.—No. Insisto, no es no —ya su cara estaba completamente seria.—Buenooo, jajá, no te enojes. Igual, no te pediría que me lo prepares, me lo preparo yo.—sonreí desviando la mirada.Su mirada se tornó sigilosa. Se rascaba la barbilla y me miraba de arriba hacia abajo. De repente, caminó hasta un mostrador de vidrio del que, extrañamente no se ve del otro lado, y de una caja marrón oscura sacó un habano, metió una mano en el bolsillo sin dejar de observarme. Salió rápidamente cruzándome, esquivándome. Sacó unos fósforos, encendió uno y prendió, ya metido en su boca, el habano, dejándome boquiabierta. Luego se da vueltas mientras se apoya en la puerta, quedando con un pie adentro y otro afuera.—¿Por qué una fuente de agua? —me dijo mientras lanzaba consumo cuidado el humo.Yo sonreí y sin poder dejar de mirarlo, contesté: —Porque me parece un lugar feliz, neutro, donde puedo observar, pensar en el agua, en la lluvia, que cuando llueve queda ahí estancada y a la vez en movimiento. Es una fuente grande tiene unas cascadas —le conté.—Muy bien ¿Estás poniendo en práctica todo lo que te dije? ¡Qué obediente sos!—No. Mmm... No creo ser tan obediente, pero sí, algo así —sonreí—. Bueno, se me hace un poco tarde..., tengo que irme —en ese punto mi voz se quiebra.—Está bien, todos tenemos algo que hacer —sonrió, pero esta vez su sonrisa era cerrada, casi una mueca.Nos despedimos con un café pendiente. Esa sensación de bienestar en común. Ese hombre tenía una energía tan buena a su alrededor que era obvio, a la distancia, que entre nosotros existía algo indescifrable, incluso para nosotros mismos.

La Obsesión del Señor FreityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora