Possesive | Minayeon.

06: Fiscalía de Seúl.

Mina abrió los ojos con su cuerpo sintiéndose pesado como una piedra en esa plancha de cemento que no se le podía llamar cama. Su mente era un verdadero caos uno que no sabía hasta cuando podría tener en riendas, se sentó en el incómodo camastro y se restregó los ojos que tenían ojeras marcadas. Nunca había estado en una celda menos en una estación de policía o como esa vez, la fiscalía. Allí no entraba casi luz por lo que ni siquiera llegaba a la celda.

Mina dio un suspiro mientras recordaba...

Flashback

—Minari, ¿quieres tener hijos algún día?

Mina se sorprendió por la pregunta pero no lo demostró.

—Sí, claro que sí. Quiero uno o dos—Contestó con duda.

Nayeon rió desde su pecho.

—Es gracioso porque yo quiero diez, diez parecidos a tí. Diez tan guapos como tú y tan buenas personas...—Nayeon se levantó del pecho de Mina para acariciarle la mejilla con su mano—. Contigo quiero todo, Minari...Quiero tener una casa en el campo, con muchos animales y muchos niños corriendo por ahí. Nuestros hijos.

Mina sonrió mirando el cielo estrellado.

—Tienes muchos planes, ¿eh?

Nayeon asintió y se dejó caer contra el cuerpo de su novia.

—No visualizo mi vida con otra persona, Mina...

Mina sentía el corazón pleno por esas palabras, sentía que quería saltar de su pecho y volar. Estaba enamorada de Nayeon y eso no lo podían cambiar...

Fin del flashback.

Mina sabía que no todo en su relación fue malo, solo que Donghae le había pedido contarle esas cosas y se podía mirar como una de las peores. Ella sabía que Nayeon la llegó a querer en algún punto de su relación además de que no todo eran problemas pero igual esos que narraba rompieron su relación como un cristal frágil.

—Tiene una visita—Le avisó el guardia abriendo la celda con las esposas listas.

Mina se levantó sin decir nada y caminó hasta el hombre dejando que la esposara. Para cuando llegaron a una mini sala de visitas allí estaba su madre con los ojos rojos, acompañada de su padre y de su hermano que por cierto era abogado que la representaba.

—Mi niña—Sollozó Sachiko la abrazándola con fuerza.

Mina apretaba la mandíbula cerrando los ojos con fuerza para no llorar con su madre.

—Tienen diez minutos—Dijo el guardia mientras le quitaba las esposas y la dejaba con su familia.

Mina abrazó a su hermano y a su padre después se sentó en frente de ellos con la mirada apagada, sobándose las muñecas que tenían marcas por la presión que ejercían.

—¿Te interrogaron?—Preguntó Kai.

Mina solo asintió ya que no es que quisiera hablar mucho.

—Les dijiste todo, ¿no?

—Hoy hay otra sesión.

Akira asintió mientras Sachiko miraba en silencio el rostro pálido y ojeroso de su hija, el deterioro se notaba tras ese traje sucio.

—Todo se aclarará te lo prometo, Mina. No dejaré que te dejen aquí porque nosotros sabemos que tú no hiciste nada—Aseguró Kai con seriedad.

—¿Cómo te sientes? ¿Te sientes bien?—Cuestionó Sachiko sorbiendo su nariz y tapándola con un pañuelo.

—Estoy acabada, mamá.

Un silencio se creó de nuevo, los dos hombres miraban a Mina serios mientras Sachiko lloraba en silencio.

—Mina, nosotros...

—No lo quiero saber nada. Solo quiero acabar con esto de una vez por todas.

Mina sentía el dolor recorrerle el cuerpo. Sabía sobre lo que su padre iba a hablar porque de hecho ella se refería a lo mismo. Tenía lo sentimientos rotos y pisoteados por la única culpable que era Im Nayeon.

—Esto no acabará con tu vida. Esa muchachita no va a acabar con tu futuro ni con nuestra familia—Dijo Sachiko furiosa entre lágrimas.

Mina la miraba en silencio con la seriedad poco usual que por los últimos días tenía. Una que disfrazaba lo mal que la estaba pasando.

—Se acabó el tiempo—Anunció el guardia, levantando con algo de brusquedad a Mina que estaba surmegida mirando a su madre sollozar.

—Confía en mí, Mina—Habló Kai levantándose.

Mina se dejó llevar asintiendo a su hermano escuchando a su madre gritar y patalear con su padre intentando calmarla en un vano intento.