Retos, retos, desafìos y ejercicios para que ustedes como escritores se conozcan, ejerciten, inspiren, desahoguen y diviertan.
También para solo lectores, que mejor comienzo es hacerlo jugando e internarlo.
Anímense a participar al menos cada cie...
Soy la huesuda, el fin y comienzo de la vida. Soy conceptos, ilustraciones, libros y leyendas. Soy tradiciones. Soy ese rico pan de muerto que pone a la gente contenta a principios de septiembre porque lo espera a finales de octubre.
Y soy poderoso, soy siniestro, soy misericordioso.
Todos temen de mí.
Todos.
Incluso ese rarito de la mansión en la colina. Incluso él debe tenerme pavor por las noches, el viejo Ochoa. Sí. Ese viejo me teme más que nadie. Con sus noventa y siete años, ¿cómo no rezarle al cielo todas las noches si estoy más que cerca? Sí. Esa cara de demonio que carga es solo un disfraz para el miedo que le crece.
Todo estará bien.
¿A quién quiero engañar?
No puedo mover mis pies. Llevo media hora aquí, frente al cementerio de la mansión gigante. Sé lo que tengo que hacer. Sé que debo entrar por la puerta, esperar amablemente a que Ochoa se acueste, fundirle el chip y llevarlo tranquilo al mundo de los muertos. Pan comido.
Pero no puedo.
¡No puedo!
Ochoa es el humano más tenebroso que he conocido. ¿Que si cuántas veces he intentado venir por él? Nueve. ¡Nueve veces en las que toco su puerta y no puedo hacer que estire la pata! Están a punto de ahorcarme en el inframundo porque ya he retrasado su muerte demasiado.
Soy la broma de todos allá abajo. Se burlan de mí. Dicen que voy a provocar la pelea del siglo entre Chabelo y Ochoa por la inmortalidad.
Si tan solo estuvieran presentes aquí frente a ese señor, se callarían. Si vieran por un solo segundo esos ojos tan tenebrosos dejarían esas bromas. Ni el más oscuro de los oscuros querría llevarse tal alma.
Es que, ¿no se le hace raro a nadie que viva solo en esa casa tan antigua? Para mí que Ochoa no es humano. Para mí que hizo un pacto de esos que no deben de hacerse y lo tiene bien escondidito. Es raro que tenga un cementerio justo enfrente de su casa.
Tiene la pinta de que por las noches viene a desenterrar fragmentos de muertos para hacer sus rituales extraños.
Basta.
Yo puedo con esto.
Si aquellos inútiles no quieren asignar a otro más para colgarle los tenis, pues yo lo haré. Un simple humano no puede hacerme nada.
¡Santísima muerte, ya prendió las luces!
¿Y si me está esperando? Seguramente me está esperando.
Está ahí en una ventana. ¡Ahí! ¡Ahí! Se ve clarita la sombra. Está mirando hacia acá, hacia el árbol.
Por mí que siga peleando contra Chabelo para obtener la inmortalidad, yo me voy.
Que se lo cargue otra huesuda.
~
Palabras: 456
Ilustración asignada para este reto literario:
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