Retos, retos, desafìos y ejercicios para que ustedes como escritores se conozcan, ejerciten, inspiren, desahoguen y diviertan.
También para solo lectores, que mejor comienzo es hacerlo jugando e internarlo.
Anímense a participar al menos cada cie...
Al inicio intenté mantener la compostura; una parte de mi me decía a gritos que lo peor que podía hacer era dejarme llevar por mis emociones. Así que me concentré en avanzar, seguir moviéndome, pero la poca cordura que me quedaba desapareció por completo cuando el sol se terminó de ocultar.
En la oscuridad, estás solo con tu mente.
Y algunas veces la mente es nuestro peor enemigo.
Todo se distorsionó cuando las sombras invadieron al mundo. Los pasos que daba ahora parecían seguirme, como si alguien se dedicara a perseguirme entre los árboles. Los últimos aleteos que daban los pájaros al volver a sus nidos eran una amenaza constante a mi seguridad. Recuerdo haberme asustado más de una vez por algún pequeño roedor que corría a mi lado para llegar a la seguridad de su madriguera. Las sombras de los árboles comenzaron a distorsionarse, volviéndose amorfos brazos que se alargaban con toda la intención de sujetarme para llevarme a su reino de sombras.
Quédate.
Algunas veces no era bueno escucharlos. Nunca era buena idea olvidar su origen. Me concentré en caminar. Si avanzaba lo suficiente, llegaría a algún lado. Si lograba avanzar lo suficiente, podría superar esto. No me podía quedar; empezaba a hacer frío. No, en mi casa me esperaban.
Mamá de seguro estaría preocupada, me había perdido hace tanto tiempo; podría apostar a que me esperaba con una olla de guisado caliente. Había permanecido tanto tiempo fuera de casa que ya no podía recordar el sabor de su comida. Pero hoy, cuando volviera, me sentiría segura de nuevo.
Eres nuestra amiga, ¿No?
Seguí avanzando. A medida que pasaba el tiempo y la oscuridad de la noche se hacía más profunda, sentía mis extremidades acalambrarse por el frío. Froté mis brazos con mis manos, en un intento inútil de calentarme un poco, pero mis dedos estaban tan helados que sólo parecía empeorarlo.
Prometiste quedarte.
Me repiten a cada paso que doy. La espesura del bosque va aumentando a cada metro que avanzo. Bajo mis pies, son cada vez más las agujas caídas que se quiebran. Alcé la vista hacia el cielo, buscando la estrella que me guíe de vuelta a casa, para encontrar un azul oscuro tan infinito que me provoca un vacío en el pecho. Cierro los ojos.
Hace mucho que estás con nosotros.
Es lo mismo todos los años.
No te vayas.
Cuando estás solo, tu mente es tu peor enemigo. Yo, por ejemplo, suelo ponerme a pensar cuando, persiguiendo una luz blancuzca que simulaba la silueta de un niño risueño, una noche no muy diferente a esta, me adentré en el bosque cercano a mi ciudad. Recuerdo estar usando un gorro negro que terminaba en punta. Al principio jugar con ellos fue divertido, pero después me dio mucho frío.
Y después de eso sentí que me quemaba.
Sé que hay una noche en la que puedo volver. Sé que esa noche es hoy. Pero ellos no me van a dejar.
Está amaneciendo...
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Palabras: 497
Ilustración asignada para este reto literario:
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