25. Un Beso.

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Y todo había sido increíble.

Tú, quien no estabas tan conforme con tu vida, que estabas apático ante todo, que parecías un muerto en vida.

Tú, quien estabas muerto.

Se podría decir que ahora, te has vuelto una persona feliz.

Cada día, siempre, él está ahí contigo.

Mientras Kirei platicaba sobre la clase, tú estabas junto a Astolfo, ambos le pidieron prestados los asientos a dos estudiantes, quienes se sentaban en la esquina, ahí ustedes podrían hablar a escondidas de Kirei.

Unas chicas se acercaron a Astolfo para hablarle.

—Astolfo, ¿podrías ayudarnos con esta clase de matemáticas?—dijo una de ellas.

—¡Si, y de paso te juntas con nosotras para hablar!

—Lo lamento, estoy ocupado.—sonrió.

—Ya no te juntas con nosotras, has vuelto a abandonarnos.—hizo un puchero.

—Ah, no, no, no es eso, ¿cómo creen?—dijo, con una sonrisa nerviosa.—Es solo que he estado ocupado, es todo.

—¿Tiene que ver contigo, ________?—dijo una de ellas.

—Ah, bueno...

—¡________, ya que estas aquí, ¿podrías ayudarnos tú?—interrumpió la otra.

—¿Con la clase?, claro, ahora voy.—dijiste, intentando ser amable.

Justo cuando te ibas a parar, Astolfo te jalo.

El pelirosa jalo de tu camisa, por la espalda, indicándote que te sientes.

Miraste al contrario, alzando una ceja, él suspiro.

—Chicas, se los explicaré después por whatsapp.—intento ocultar cierta molestia en sus palabras.—¿Ok?

—Esta bien.

—¡Esperaremos tu mensaje!

Las dos se retiraron.

Tú miraste a Astolfo y chasqueaste tus labios.

—No le gusta que me controlen, Astolfo.—exclamaste.

—Ah, perdón, ________.—dijo.—Pero ya sabes como son ellas.—con una expresión amable te dijo aquello.

Tú tan solo suspiraste.

—Entiendo.

—Que bueno que lo entiendas, querido.

Lo último que dijo te ruborizo.

Tú pusiste tu mano atrás, Astolfo por igual. Ambas manos por debajo y detrás de ustedes, donde nadie podría verlas.

Astolfo entrelazo sus dedos con los tuyos, tú correspondiste, luego tomaste su mano, sosteniendo la cálida y suave mano de Astolfo.

—N-no seas tan brusco.—musito por lo bajo.

—Perdón.

Astolfo sostuvo tu mano, ahora él era quien dominaba en esta, sosteniendola y no quería soltarla.

Jamás.

Sentías el cálido tacto, la suave piel, más el dulce aroma que desprendía del pelirosa, aquello hizo el momento dulce, si se podría decir así.

En el gimnasio, Alexander practicaba un poco de Voley, se había escabullido de clases nuevamente.

El pelirrojo miró que entró cierta persona que él pensó no volver a ver.

If I kill someone for you. {Astolfoxreader}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora