NUEVE. YA ES HORA

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Despertó sobresaltado y envuelto en sudor. Miraba a todos lados intentando reconocer donde se encontraba, el lugar le era desconocido sin embargo le resultaba familiar. Había algo extraño en el ambiente. Se incorporó y caminó unos minutos en dirección este pero por más que caminaba no llegaba a ningún lado, ni a una salida, ni a una entrada. Habían árboles decorando los senderos repletos de concreto, que apesar de su dureza, ciertas flores y hierbas se levantaban airosas en algunos espacios del mismo. A cada paso todo era igual, parecía un laberinto. Caminó diez minutos más aún inútilmente, desistió y tomó asiento en una de aquellas bancas que cada cinco metros aparecían. Buscó en su chaqueta y encontró su caja de cigarrillos, buscó su encendedor pero no lo encontraba por ninguna parte: pantalón, camisa, todo vacío. "Mierda" exclamó mirando al cielo que estaba completamente azul pero no había ni rastro del sol, lo cual le pareció bastante inquietante.
- ¿Porqué siento que el mundo quiere destruirme? - gritó.
- Por que el mundo siente que lo quieres destruir, cariño. - respondió una voz a sus espaldas.
No pudo ni regresar a ver puesto que en cuestión de segundos una bella mujer se sentó a su lado.
- Eres tú. - dijo sin mostrar mayor sorpresa.
- ¿Me extrañaste? - dijo ella ofreciendo fuego de su encendedor.
Encendió un cigarrillo y le ofreció uno a ella el cual rechazó.
- Sigues fumando. - continúo la mujer - Tienes 57 años y ya respiras con dificultad pero sigues fumando.
- Estuve casi 30 años en la sombra, no puedes regañarme por esto. Me lo merezco.
- Dicen que la cárcel cambia a las personas, pero tú sigues siendo el mismo imbécil ebrio de siempre.
- Las personas no cambian, solo envejecen. Pero tú sigues igual al día que te vi por primera vez.
- El día que tú me viste mi encantador loco, pero yo llevo observándote cuidadosamente durante toda tu vida.
- Sin embargo no sabes todo de mí.
- Me gusta que tengas secretos, te vuelve aún más interesante. Dime, ¿porqué fuiste preso?
- Cuando tenía seis años descubrí que mi madre era una prostituta, luego asesiné a mi padrastro y a mi hermana.
- Ese es Michael Myers.
- Tal vez. ¿Sabes dónde estamos?
- Si, pero ya no sería divertido si te lo digo, ¿cierto?
- Supongo.
- ¿Qué es lo último que recuerdas?
- Salí por la noche a la casa de Lance y compré 30 gramos de cocaína. No recuerdo más.
- No sabía que habías vuelto a la coca.
- Si, pues, hay veces que te hartas de los vicios de siempre.
- ¿Drogas?
- Todo. Los vicios no son más que placeres natos.
- Como el amor. Recuerdo cuando sufriste por aquella mujer. Era tan gracioso como patético.
- No lo recuerdo, refresca mi memoria.
- Tenías 15 años, ella 21. La amaste de verdad.
- Ella. Bueno, la amé, pero era inevitable, algún día tenía que pasar.
- Siempre pensé que no creías en el amor.
- Te equivocas, por supuesto que creo en el amor, todo es amor de hecho. Sales a la calle, caminas dos minutos, dos horas, compras alguna estupidez, regresas a casa, te acuestas, duermes, sueñas, despiertas. Hasta la rutina más inútil y tonta es el resultado de alguna clase de amor.
- Eso no tiene sentido.
- No tiene porque tenerlo.
- Me gusta tu forma de ver las cosas, tu locura es intrigante.
- Cambiar el prisma a las cosas te ofrece una mejor visión.
- Estas cada vez peor.
- Tú me conoces bien, después de esa noche en ese bar cuando te conocí, te vi muchas veces más. A casi cada lugar al que iba podía verte a lo lejos, mirándome.
- Es cierto, sin embargo nunca te quejaste, nunca viniste hasta mi a reclamarme nada.
- Tienes razón. No lo sé, siempre me pregunté quién eras, aunque quizá nunca quise saber la respuesta.
- Quizá ya la sabes pero no quieres aceptarla.
- Es posible. Aún así prefiero pensar que eres solo una zorra.
- Me impresiona tu reacción, ¿es acaso miedo lo que noto en ti?
- Tal vez amor mariposa.
- Alcohólico de mierda, borracho hijo de puta.
Se miraron en silencio mientras un suave viento golpeaba sus rostros. Los cigarrillos continuaron encendiéndose, parecía que el humo era el único capaz de mediar la tensión del ambiente. Él se sentía impotente, ella decidida, él ya no tenía remordimientos, ella ya no tenía dudas.
- Dime algo mariposa, ¿porqué ahora?
- Esa no es mi decisión cariño. Deberías pensar mejor en tu vida.
- ¿Mi vida?
- Pasaste años y años riendo mientras fumabas y bebías, sintiéndote el mejor, lo mejor. Cada droga, cada exceso, cada minuto de tu vida matándote. No es tan divertido cuando tu cuerpo se convierte en una masa podrida y repleta de mierda y malas decisiones.
- Al diablo con tus sermones. Estoy demasiado harto y cansado de eso. Mirá mujer de lo único de lo que me arrepiento es no haber tenido el valor suficiente para meterme un tiro hace 27 años.
- ¿En serio no sientes remordimientos? ¿No te arrepientes de haber estado borracho la mayor parte de tu vida? ¿Ni con esa mujer a la cual llegaste incluso a querer pero ni siquiera pudiste conocerla por haber estado cayendote de ebrio?
- Lamento eso, pero creo que los arrepentimientos no te sirven de nada puesto que no cambian lo que ya está hecho. De qué te sirve joderte y sufrir por un vaso roto si los pedazos están tirados en el piso sin que puedas hacer nada por remediarlo.
- Supongo que tienes razón en eso. De todas maneras no estoy aquí para regañarte.
- Contéstame una cosa, ¿qué hacías las veces que no estabas persiguiendome, las veces que no te veía por ninguna parte?
- ¿Acaso estás celoso cariño?
- Tal vez.
- Para ser honesta había días en los que no quería verte. Tu felicidad me ahuyentaba, tu disfrute de la vida me enfermaba.
- ¿Me amas?
- No es mi elección, debo amarte, pero soy una amante paciente. Serías mío de todas formas.
- Me alegro de contar contigo aquí.
- Me alegro de estar contigo aquí.
Él la miro directamente. Ella suspiró. El viento se detuvo, el silencio cubrió con su manto todo a su alrededor, incluso el tiempo se había detenido.
- Mi encantador loco del demonio, ya es hora. - dijo ella levantándose y posándose frente a él.
- Llegó el momento. - respondió él mientras se levantaba y la tomaba de la mano.
- ¿Quieres algo antes de marcharnos?
- Una cerveza o una mamada. ¿Tú no tienes ninguna bebida, verdad?

 La coherencia de la estupidezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora