Problemas

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Llego a mi casa y empezamos a cenar; hoy la he cocinado yo. Una vez termino de poner la mesa y sentarme, escucho decir a mi madre:

-Bueno, cuéntame -le pide ella a mi padre.

Lo toma de la mano y le acaricia los nudillos con el pulgar. Me quedo mirando sus manos unidas. Mis padres se quieren, aunque rara vez demuestran su afecto en público; los dos se trasladaron de Abnegación a Erudición; piensan mudarse a Abnegación por problemas financieros y les echarán de Erudición en poco tiempo. Mi padre ha tenido un par de conflictos con Erudición y había que elegir bando; mis padres se unieron a Abnegación. Mis padres ya conocían al líder del gobierno: Marcus, que es de Abnegación; son muy amigos. Él los aceptó en Abnegación después de haberles apoyado. Se trasladarán dentro de una semana; me gustaría estar para verlo. 

Desde que era niña, he amado Abnegación; mucho más que ha Erudición. Pronto mis padres pertenecerán allí y me encantará visitarlos algún día. 

Me estiro en mi silla y me uno a la conversación.

-Dime que te preocupa -añade, mi madre.

-He tenido un día difícil en el trabajo -responde-. Bueno, en realidad, Marcus ha tenido un día difícil. No debería apropiarme de ello.

Marcus, como ya he comentado antes, es un compañero de mi padre; los dos son líderes políticos. La ciudad la gobierna un consejo de cincuenta personas, todas representantes de Abnegación (ahora que mis padres se trasladan), ya que se considera que Abnegación es incorruptible gracias a su compromiso con el altruismo. Aunque, técnicamente, el consejo toma las decisiones en grupo, Marcus tiene mucha influencia.

Ha sido así desde el inicio de la gran paz, cuando se crearon las facciones. Creo que el sistema continúa porque nos da miedo lo que pueda pasar si no lo hace: la guerra.

-¿Es por ese informe que ha publicado Jeanine Matthews? -pregunta mi madre.

Jeanine Matthews es la líder de Erudición (mi facción), y única representante de la actual Erudición en el consejo (por si lo habéis olvidado, mis padres se trasladan a Abnegación mañana). Fue situada en el consejo debido a su alto coeficiente intelectual. Mi padre se queja a menudo de ella y, la verdad, no me extraña.

-¿Un informe? -pregunto, levantando la cabeza.

-Sí -dice mi padre, entrecerrando los ojos-. Esos arrogantes mojigatos... -empieza, pero se detiene y se aclara la garganta-. Lo siento, se me olvidaba que pertenecemos a ellos. Uh. Han publicado un informe atacando la reputación de Marcus.

-¿Y qué decía? -pregunto de nuevo, con mi característica curiosidad Erudita.

-Decía que el hijo de Marcus había elegido Osadía en vez de Abnegación por culpa de la crueldad y la violencia con la que lo trataba su padre.

Pocas personas nacidas en Abnegación deciden abandonarla; lo sé por mi libro de historia de las facciones. Cuando se van, se recuerda por toda la ciudad. Hace dos años, el hijo de Marcus, Tobias, dejó Abnegación para irse a Osadía, y Marcus se quedó desecho. Tobias era su único hijo... y su única familia, ya que su mujer murió al dar a luz a su segundo hijo, que también murió minutos después.

No conocí a Tobias. Casi nunca salía de casa y nunca acompañó a su padre a Erudición a comer con mi familia. Mi padre a menudo comentaba que era extraño, aunque ahora ya no importa.

-¿Cruel? ¿Marcus? -repuso mi madre, sacudiendo la cabeza-. Pobre hombre, como si necesitara que le recordaran su pérdida.

-¿La traición de su hijo, quieres decir? -dice mi padre en tono frío-. A estas alturas no debería sorprenderme. Los de Erudición han estado atacando a los de Abnegación con estos informes. Y no han acabado, habrá más, te lo garantizo.

-¿Por qué les hacen esto? -digo.

-Ya sabes por qué, Beatrice. Porque tienen o, mejor dicho, tenemos algo que ellos ansían: el gobierno de la ciudad y el poder que ello conlleva.

Asiento con la cabeza. Sé que no me quedaré en Erudición, aunque halla nacido aquí y los resultados indiquen que podría. Soy hija de mi padre, el cuál, abandonará Erudición.

Quizá mi familia me ayudara a elegir si pudiera hablar con ellos de mis resultados, pero no puedo. Oigo los susurros de advertencia de Tori cada vez que mi determinación en mantener la boca cerrada flaquea.

Caleb y yo subimos las escaleras y, arriba, cuando nos separamos para ir cada uno a nuestra habitación, me detiene poniéndome una mano en el hombro.

-Beatrice -me dice, mirándome con aire serio a los ojos-. Debemos pensar en la familia, pero... -añade con un tono distinto-. Pero también debemos pensar en nosotros.

Su comentario me sorprende tanto que solo digo lo que se supone que tengo que decir:

-Las pruebas no tienen por qué cambiar nuestras elecciones.

-Pero lo hacen, ¿no? -responde, sonriendo un poco.

Me da un apretón en el hombro y entra en su cuarto. Me asomo y veo una cama sin hacer y una gran pila de libros sobre el escritorio. Cierra la puerta. Ojalá pudiera decirle que los dos estamos pasando por lo mismo, ojalá pudiera hablar con él como quiero, en vez de como se supone que debo. Sin embargo, no puedo soportar la idea de reconocer que necesito ayuda, así que doy media vuelta.

Entro en mi dormitorio y, al cerrar la puerta, me doy cuenta de que quizá la decisión sea simple. Elegir Abnegación me exigiría un gran acto de altruismo y elegir Osadía, un gran acto de valor, y puede que el mero hecho de elegir una cosa o la otra ya demuestre que pertenezco a esa facción. Mañana, las dos cualidades lucharán dentro de mí y solo ganará una.


Saga Divergente: diferente (PAUSADA Y SUPUESTAMENTE CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora