🌷4-HongSan

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My Light, My Star

[HongJoong - Fashion designer]

[San - Hybrid]

[Palabras: 3947]

[Fluff/Romance/Angst]

[Esto iba a ser muy diferente, pero como mis tazas de café frío no salen de mi rutina, acabé haciendo otra cosa, sjsjsj]

[Esto iba a ser muy diferente, pero como mis tazas de café frío no salen de mi rutina, acabé haciendo otra cosa, sjsjsj]

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En las calles de la ciudad lo único que dominaba era el caos de la tormenta. Los truenos y relámpagos bailaban entre las gruesas nubes negras en una tétrica danza, mientras que bajo sus pies todo se llenaba de agua y frío.

Pocos vehículos circulaban, la gente prácticamente había desaparecido, encerradas en sus casas cómodas y seguras. Aunque no todos podían darse tal lujo.

En un callejón cerrado, lo único que había era un contenedor de basura algo oxidado y dañado con los años. Adentro dos bolsas de basura estaban rotas, con el poco contenido desparramado y los pedazos de los recipientes amontonados en un rincón. Sobre los plásticos negros una bolita blanca se hallaba acurrucada buscando darse algo de calor.

El pequeño animal temblaba por miedo y frío. Todo estaba muy oscuro, le daba miedo la oscuridad. Afuera había una gran tormenta; su terror por ella aumentaba a cada minuto.

El pequeño animal se acurrucó más en sí mismo cuando un rayo soltó su rugido, gimiendo atemorizado. Sus orejitas estaban bajas, sus patitas contra su peludo pecho, y su colita entre sus finos cuartos. No recordaba cuándo fue la última vez que había comido, pues llevaba ya mucho tiempo ahí dentro. Tal vez días, semanas, no se manejaba muy bien sin luz. Se lamió su patita delantera con algo de esfuerzo; estaba muy cansado, adolorido y triste como para darle la atención necesaria a la herida en medio de su almohadilla rosada.

Recordó, como cada noche -ni siquiera sabía cómo era de noche-, la manera tan cruel de la que fue dejado ahí dentro. Un niño lo cuidó en secreto dentro de su casa por un par de meses, hasta que su padre lo descubrió. Jamás pensó que armaría un escándalo, lo agarraría de la cola, lo metería a una bolsa de basura y lo terminaría por tirar al contenedor. Al menos, no fue tan malo como con su primer dueño, reflexionó.

Un cántico de truenos empezó y aquello terminó por romperlo. Se echó a llorar ocultando su carita entre sus patas, su temblor aumentó como su deseo de ver la luz otra vez. Rezó, aunque ya era inútil, como todos los días, porque la luz regresara a él. Amaría la luz que lo salvara de aquella oscuridad y el alma que lo acunara en brazos; lo prometió por el Santísimo. La imagen de su madre pasó por su mente veloz como un parpadeo, pero fue suficiente para darle algo de paz a su destrozado y pequeñito corazón.

La echaba tanto de menos...

Antes de poder caer dormido sus instintos lo alertaron. Afuera había otro ruido, algo se acercaba. El contenedor fue tocado un par de veces. Hubo un silencio corto donde sentía su corazón querer salir de su caja para huir lejos, su sucio pelo se erizó, se pegó a la esquina, y la puerta del contenedor fue abierta.

𝐇𝐎𝐍𝐆𝐉𝐎𝐎𝐍𝐆 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐓𝐎𝐃𝐎𝐒 | 𝘼𝙏𝙀𝙀𝙕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora