El Arte Es Un Pañuelo

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Obsesionada con el arte pero muy interesante y misteriosa: así describiría yo a mi amor platónico sobre todo en lo artístico; Natalia Lacunza.

Compositora y cantante, preocupada por visibilizar todo aquello que la sociedad intenta ocultar. Participa en cualquier reivindicación que considere necesaria, y como compañera de profesión aunque no en lo musical, estoy orgullosa de que semejante figura del panorama artístico nacional, se atreva a hacer eso que los que no tienen voz no pueden.

Nunca me la he encontrado de cerca, lo máximo que he llegado a ver, fue en una exposición de pintura y escultura abstracta a la que fui invitada por azar. La vi charlando con la famosa pianista María Escarmiento y el modelo Alfonso De La Cruz, y más tarde riendo abiertamente con Marta Sango mientras ésta le enseñaba su último trabajo: el proyecto de la creación de un nuevo teatro con normas propias, al más puro estilo Lope de Vega.

Lo que sí puedo ver, y claramente, es la fecha de la próxima quedada de arte que se basa en concreto en una exposición de pintura, cuyas obras corren de mi cuenta, y teniendo en cuenta que ella es muso de la mayoría, me surgen unos nervios de lo más profundo del estómago, y estoy al borde de las náuseas cada vez que se menciona el acontecimiento.

Mi amiga, Julia Medina, socia mayoritaria de "Clínicas Medina", lleva aguatando mi humor de perros toda esta semana, asegurándome que era normal que la famosa cantante me inspirase al nivel de protagonizar diecinueve de los treinta y tres cuadros. A su favor he de decir que poner en bucle sus discos, ha contribuido de manera natural a que las ideas fluyeran sin trabas.

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Dos días. Do malditos días para mi exposición.

Dos días para quedar en ridículo como una acosadora.

Dos días para que Natalia Lacunza me hiciese la cruz sin siquiera conocerme.

Salgo a correr para intentar despejar la mente por una hora y más tarde relajarme con un baño bien caliente.

Doy paso libre a mi "playlist" de Spotify de motivación. Porque es lo mejor para correr, porque me hace falta Freddie Mercury cantándome "Don't stop me now" para pensar que en cuarenta y ocho horas podré enfrentarme a mi crush máxima, mirándola a los ojos sabiendo que la he retratado de todas las formas, tamaños y posturas posibles.

Giro la esquina a la derecha y entro en la calle de Guzmán el Bueno totalmente distraída y centrada en los, ahora muy interesantes, cordones de mis zapatillas.

En medio de la relativa oscuridad de la calle destaca un foco de luz proveniente de la galería de fotografía expositiva de Javier Aramburu. Mis pies ponen rumbo fijo en esa dirección y termino en la puerta que consiste en una enorme cristalera, dejando ver así los principales elementos de su nueva obra.

Infarto. Así lo calificaría yo, algo completamente innecesario, o ¿es necesaria esta alteración tan gratuita?

Sobresalta un trabajo artístico superior a todas aquellas fotos, incluso a cualquier escultura griega realizada por el mejor de los genios de la antigüedad: Natalia Lacunza sin una gota de maquillaje prestando total y calmada atención a lo que le explica el encargado de la galería.

Ella cual diosa, en enfundada en unos pitillos negros, botas militares, jersey gris oscuro de lana y su septum generalmente descolocado al no estresarse, pues sin nervios ni repara en él, pero con ellos, lo mueve impulsivamente.

Justo cuando creo oportuno dejar de mirar y seguir mi carrera aun con un repentino desequilibrio mental por la sorpresa, ella decide mirar a través del cristal y levantar su mano en forma de saludo. Yo me giro 180 grados para ver a quien se dirige, pero la calle se encuentra desértica salvo por mí y el paso del camión de la basura.

Just because...(Albalia-OS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora