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– Pero debemos apoyarlo, seguramente podemos hacer buena publicidad al lugar, añadir algunas cosas...

Jungkook asegura, tira un cojín polvoriento sobre la rata, con tal de no verla.

– Ah, Jungkook, eres un hermano tan bueno...

– ¿Lo soy? – sonríe mostrando su dentadura perlada. Se acerca un poco más a Taehyung.

– Lo eres – Taehyung se da la vuelta y camina poniendo distancia, saliendo de la habitación.

Jungkook cerca era un asqueroso peligro. Entra a la habitación que faltaba por ser liberada de las sabanas y cortinas sucias.

– ¿Pasa algo?

Siente la respiración de su hermano contra su nuca, sostiene la cortina con fuerza.

– Está Jimin, Kookie. No...

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Yoongi se queda con las palabras en la boca, el chico había dicho que sí era estúpido, ¿ahora qué, lo golpeaba y ya?

– Quita tu mierda, yo puse una moneda en esto.

– No quiero.

Jimin se abraza a la rockola, en un acto bastante infantil.

Yoongi bufa. Recorre el cuerpo del chico, el trasero del mismo le hace lamerse los labios.

Una lastima que los chicos como esos terminen siendo una molestia. Justo cuando se va a dar la vuelta y volver a su asiento para ordenar, el chico de zapatillas rosas habla nuevamente.

– ¿No vas a preguntar por qué soy estúpido?

– No hace falta preguntar eso.

Bien, un polvo no le vendría mal hoy, y mucho menos un lugar para dormir. Toma asiento en el banco de la barra, a un lado del aparato y el chico estúpido.

– ¿Tu chico te terminó? Seguramente. Vienes aquí a escuchar a Elvis como un idiota y quizá engordar con – se toma un momento para ver el menú– helado y papas fritas.

– Compré un hotel.

El sonido interesado de una caja registradora sonó en la mente de Min.

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Exactamente cuatro hamburguesas, cinco ordenes de papas, una soda y tres malteadas después Jimin estaba sentado en el banco a un lado del forastero.

No habían hablado demasiado todavía, un par de cosas como el por qué Elvis es soso y por qué la carne de los puestos callejeros sabía a perro.

– ¿Has probado a un perro entonces? – Jimin le da un trago largo a su malteada.

– ¡No! Quizá, no sé. New York te podría sorprender.

– ¿Qué te trae por aquí?

Yoongi alza los hombros.

– Dejé la escuela y me dedico a recorrer cualquier carretera que se me cruce.

– A mí me expulsaron, fue algo bastante tonto.

– ¿Qué podrías hacer tú para que te expulsen? Te ves bastante bobo.

Jimin se sostiene de la barra y se inclina hasta el oído del extraño:

– Una mamada en el salón de clases.

– Me estás jodiendo.

Yoongi se sorprende, por los escalofríos que le recorrieron y por la escena bastante buena que vino a su mente.

El chico parecía no ser tan tonto, tiene dinero, un hotel y seguramente conocía a un mecánico de confianza en aquel lugar de mierda.

– Tu nombre.

– Jimin.

– Bien Jimin – Yoongi pone los billetes suficientes para pagar en la barra. El chico le devolvería el doble luego– llévame a un lugar mejor que este.

– ¡No te haré una mamada!

Yoongi ríe, baja del banco y jala al chico con él.

– Buena música, un lugar con cerveza.

Esta noche era su única oportunidad para escarbar en la pequeña mina de oro que, seguramente, es Jimin. 

Heartbreak Hotel // YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora