Capítulo XIII

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Son los amigos de Mauro, así que no tengo que arreglarme mucho, es lo único bueno de esa fiesta.
Me pongo unos vaqueros claros, botines y una chaqueta de mezclilla, intento hacer algo con mi cabello pero decido llevarlo suelto.

–Solo no aceptes ningún tipo de cigarrillo de nadie– Mauro para el auto frente a tres personas que cruzan la calle con unos tubos largos.

–Tomo nota; no aceptar cigarrillos de extraños– digo burlándome– No es  a la primera fiesta de tus amigos que voy…

–Hablo en serio Lib.– conduce de nuevo– Son mis amigos y por eso se cómo son ellos– hace una pausa– ¿Sabes que? Mejor no aceptes nada de ellos, ni agua. Solo bebe lo que yo te dé ¿Está bien?

–Esta bien, solo lo que tú me des– me da risa, muchas veces él  se comporta como mi hermano mayor, es muy sobreprotector en algunas cosas.

Llegamos a la casa de su amigo, es inmensa o al menos su jardín lo es; está lleno de plantas y césped y me gusta que todo sea tan verde.

Solo algunas personas están en el patio, pero al parecer sólo salen para fumar o para hablar por teléfono, no se quedan fuera mucho tiempo.

Mauro me lleva dentro la casa y pasa su brazo por mis hombros y sé que lo hace para dejar en claro que no se metan conmigo, ya lo hizo antes... y no entiendo para que me trae a una fiesta si se pondrá en ese plan…

Todos lo saludan, bromean  y  a los que no conozco me presenta como SU HERMANA y no con mi nombre, el “mi hermana” suena como una barrera, es una advertencia.

La música que suena, es un tipo de rock suave, me gusta. Tenía miedo de encontrar a Gaz aquí pero de hecho este no es un lugar en el que el podría estar y me tranquiliza saber que no lo veré…

–Espera, iré a ver quién tocara hoy– Quita su brazo y se va. Estoy sola y por un momento siento algo de miedo y tengo que recordarme que es casi imposible que me crucé con Gaz, porque cuando salíamos siempre se negaba a ir a las fiestas de los amigos de Mauro, simplemente porque “No le agradan ese tipo de personas” y yo también deje de asistir a estas fiestas por él, hice demasiadas cosas por ese imbécil… pero ahora no quiero pensar en él.

Veo alrededor mío y no conozco a casi nadie, sólo a algunos amigos de mi hermano, con quienes no hablo hace bastante tiempo, me sonríen y les devuelvo la sonrisa, pero no se acercan…

–No tocara nadie...– Mauro está de nuevo a mi lado con dos botellas de cerveza– Toma– me pasa una.

–¿Nadie? ¿Por qué?– pregunto

–Al parecer no trajeron instrumentos– responde, paseando la mirada por toda la sala, como si buscará algo.

Un chico que acaba de llegar lo saluda con la mano y le hace un gesto para que se acerque a él.

–Si quieres puedes ir...

–No, está bien– responde aún mirando toda la casa...– De verdad estaré bien. No aceptare caramelos de desconocidos – sonrió y hace lo mismo.

–Vamos te llevare donde están las bebidas.

Caminamos entre las personas, ahora la música suena más fuerte.

–No necesitas estar todo la fiesta encadenado a mí...– elevo la voz para que me escuche– Estaré bien.

Mauro me ignora y se queda con la mirada fija en algo o en alguien… giro para ver quién es y veo una chica de espaldas; alta, tiene el cabello ondulado, corto y de color borgoña, es Diana… Después de lo que mi hermano hizo con su mejor amiga, dudo que él tenga el valor para hablarle y parece por la forma en que la que se queda mirándola que, aunque lo niegue, a él le sigue gustando ella y mucho.

¿Mi Problema? TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora