Capítulo XXXIII

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A veces quisiera tener un pequeño grillo en mi cabeza para que me ayude y no terminar diciendo cosas que no debería o que quizás si debería decir pero eligiendo bien mis palabras...

¿No es lo que quería decir?

¿Déjame que te explique?

No sé cómo arreglar la verdad que acabo de soltar, porque si es la verdad, pero no de la manera en la que sé que él lo entendió.

— Thiago yo...

— Es mejor que vayas a tu casa... — me interrumpe.

— ¿Me estas echando?— pregunto y escucho que el gato maúlla como si el me respondiera.

— Lo siento pero no sé qué se hace cuando te dicen que aún quieren a su ex — se acerca para tomar a la bola de pelos blanca en sus manos —Te ofrezco una taza de café, algo de beber mientras sigues diciéndome tus sentimientos hacia Gastón... — dice con ironía — Porque la idea de escuchar eso me tiene fascinado...

No me mira y entiendo muy bien lo que quiere, tomo mis cosas y voy hacia la puerta.

— ¿Sabes? Te haría bien aprender a escuchar — digo antes de salir.

No sé si me responde algo o no, porque me alejo antes de que lo haga.

Es obvio que no me quiere aquí y no pienso molestarlo más.

Siempre da por hecho las cosas, juzga sin saber que hay detrás de todo.

Repaso una y otra vez lo que dije y si, tal vez no fue la mejor selección de palabras pero si me hubiese dejado terminar de hablar...

"¿Podemos vernos?"

Tecleo y presiono la tecla de enviar y en menos de un minuto me llega un mensaje.

"Claro, paso por tu casa para recogerte"

Guardo mi teléfono y cuando las puertas del ascensor se abren siento que una mirada se clava en mí.

Mierda...

— ¿Libertad?— dice con voz neutra, que demuestra absolutamente nada. — ¿Qué haces aquí?

Sonríe e intento imitar su sonrisa falsa lo mejor que puedo.

— Vine a ver a Santiago — respondo. Intenta ser amable Lib, intenta ser amable, me repito varias veces.

Me mira en silencio y luego levanta una ceja como si terminase de entender algo y sus finos labios se curvan en una pequeña sonrisa.

— Claro Santi... — sus ojos color miel buscan los míos ¿Por qué tenían que tener los mismos ojos? ¿Por qué lo que más me gusta de él tuvo que sacarlo de su encantadora madre? — ¿Se ven muy seguido?

Quiero reírme pero no lo hago, al parecer él no le dijo nada a su mamá...

Intenta ser amble Lib...

Estoy por contestarle pero mi teléfono empieza a sonar.

— Lo siento, tengo que irme — me disculpo sonriendo lo mejor que puedo y tomo mi móvil.

— No te preocupes — se acerca para despedirse con un beso en la mejilla, lo que me toma por sorpresa — Saluda a tu padre de mi parte, me imagino que el divorcio debe ser complicado para... — ¿Divorcio? Dejo de escuchar en cuanto la palabra divorcio sale de su boca.

La miro y Graciela me sonríe, como si lo que dijo fuera de lo más normal y sé que lo dijo por joderme, no le devuelvo la falsa sonrisa, doy media vuelta y me alejo.

¿Mi Problema? TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora