Capítulo 2 ~ intrigada

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Mientras la profesora hablaba en clases, yo estaba sumida en mis pensamientos. No estaba prestando atención en lo absoluto.

La pesadilla que había tenido se ha repetido varias veces, y algunas veces es peor que otra.

Hasta que un ruido me sacó de ese pequeño colapso que tenía: el timbre de salida.

Todos comenzaron a salir de el salón, mientras mi grupo y yo vamos caminando hacia la puerta Ricky se adelanta y se detiene justo en frente de nosotros. Chicos, vamos por un batido! Después de todo, no tenemos más clases. ¿O quieren pasar el día aburridos? — planteó. Todos sin dudarlo, aceptaron. Pero yo, me distraje por aquel chico misterioso, no sé por qué parecía ocultar un secreto tan grande. La verdad, era alguien que prendía una chispa gigante de intriga en mí.

Hey, Lia! — dice Ricky, haciéndome volver a la realidad. No nos confirmaste si irás con nosotros, sólo te quedaste viendo al rarito nuevo mientras salía del salón. ¿Entonces, vienes con nosotros? —me preguntó con un tono burlón.
Eh, si, supongo... claro. — asentí.
Venga ya, vámonos! Dice Melissa.
Así que vamos caminando, y le pasamos por el lado a un grupo de chicas, a una de ellas Alan le guiñó el ojo, luego de eso pude escuchar un gritillo de emoción de parte de todas sus amigas.
La verdad no entendía como se pueden emocionar con alguien tan estúpido, al menos para mí lo es. Vamos, Alan es simpático, cabello rubio y ojos azules, buen porte, como si fuese al gym desde que tenía 5 años. Pero fuera de eso, era un torpe cabeza hueca que sacaba de quicio a cualquiera y decía puras cosas absurdas.

Luego de eso, nos montamos todos en la camioneta de Ricky. Y Alan se le sienta justo al lado a Melissa. Oye pelirroja, hueles muy bien, quiero saber si a... Mira, la camioneta es muy espaciosa, así que o te me quitas de al lado, o me encargo de sacarte a patadas— lo interrumpe ella. Está bien, está bien— responde el riendo. Y se sienta en el asiento del copiloto.

Es un idiota!— dijo Melissa.
Lo sé, pero es parte de nuestro grupo y hay que admitir que nos saca buenas risas.— le contesto.

Mientras Ricky arranca el auto, saco mi celular del bolso para avisarle a mamá que no llegaré hasta más tarde. A los 5 minutos me llega un mensaje:

        Está bien hija, por favor cuídate. Besos.

Pasados unos 10 minutos llegamos a la cafetería. Mientras bajamos del auto, de reojo me parece ver a aquel chico, Ricardo. Pero no me da tiempo de distinguirlo por que en ese momento Melissa me tira del brazo. Lia, adivina quién está ahí adentro! Es Lalo, por Dios, me va a dar algo.— dijo ella. Lalo era el chico que le gustaba, desde hace mucho tiempo, el era como nosotros, popular. Era quien mandaba en su colegio. Pero el nunca parecía interesado en alguna chica que no fuera de su prepa. Pero Melissa quería hablarle, hacerse notar. Vamos, y tomamos una mesa cerca de ellos— dijo, y yo asentí.

Entramos primero que los chicos, y tomamos asiento a dos mesas de donde estaba Lalo. Melissa, por su puesto, se sentó de frente a su mesa, de manera que él, si es que lo hacía, volteaba a verla.

A los pocos segundos entran Alan, Jonás y Ricky.
Jonás y Alan se sientan a mi lado, y Ricky al lado de Melissa. Cuando todos estamos instalados en los asientos, llega una camarera para anotar lo que queríamos. Melissa y yo elegimos unos batidos de vainilla con fresas, Ricky uno de manzanas con chocolate, y Jonás y Alan fresas con crema.

Mientras esperamos que lleguen nuestros pedidos, los chicos estaban hablando de él juego de fútbol que habrá la semana siguiente. Jugará el equipo de la preparatoria Londstone con la nuestra. Y pues, Jonás y Alan, formaban parte del equipo. Por otro lado, Melissa y yo estábamos hablando, y en un momento ella abre los ojos como platos. Lia, ahí viene Lalo— dice ella en un susurro que casi puedo escuchar.

No todo es color rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora