𝙇𝙖 𝙘𝙝𝙞𝙘𝙖 𝙙𝙚 𝙢𝙞𝙨 𝙨𝙪𝙚𝙣̃𝙤𝙨.

Capítulo 20.

Al parecer aún conservaba fotos con él, era de esperarse lo amaba mucho, llevaban años juntos, y el idiota de Raúl la perdió.

—Ya vine —llegó con un bowl de palomitas —¿qué hacías?

—Estaba viendo tus fotos.

—Oh —miró la foto con Raúl —esa no es una foto, es basura —tomó la foto entre sus manos, la hizo pedacitos y la tiró en el bote de basura —debería cambiarla ¿no crees?

—¿Eh?

No me dio mi tiempo de analizar cuando sus labios ya estaban posados sobre mi mejilla mientras tomaba una foto.

—Listo, me encanta.

—Eres un ángel.

Sonrió.

—Bueno ¿vemos la película o qué?

—Claro, vida.

Comenzamos a ver la película, a decir verdad, nunca la había visto, era muy linda, al parecer a ella le encantaba.

—Bryce es un tonto.

—¿Por qué?

—July siempre lo amo, casi media vida, y él ni siquiera la miró.

—July era muy acosadora.

—Pero debe ser muy doloroso.

—¿Cómo?

—Sí, el hecho de que dediques pensamientos y tiempo a una sola persona, y parece que te da esperanzas, pero al final te rompe el corazón.

—Bryce nunca le dio esperanzas. Aunque al final se dio cuenta del amor de July.

—Justo cuando July lo estaba superando.

—Así es la vida ¿no?

—Uhm.

—Ya —la abracé por los hombros —te pones muy sentimental por una película —le di un beso en ma cabeza.

—Perdón.

—Descuida.

...

___:

—¡Alex!

—¡___!

—¿Cómo va Karina? ¿Sabes algo?

—Solo sé que ya está en terapia.

—Han pasado tres meses, ya debería estar mejor.

—Supongo que ya lo está.

—Andrea es muy tramposa.

—Lo sé.

...

—Cariño —llegó y me abrazó.

—Hola —sonreí.

—¿Qué pasa?

—Aún no sé nada de Karina.

—¿Sabes dónde está tomando terapia?

—Sí.

—¿Quisieras ir a verla?

—Me da miedo.

—Yo iré contigo.

—Está bien.

...

—Aquí es.

—Entremos.

—Sí.

Entramos y ahí estaba la secretaria del terapeuta de Karina.

—Buenas tardes —dijimos Yael y yo al unísono.

—Buenas tardes.

—Disculpe, ¿aquí toma terapia la señorita Karina Katniss?

—Hace mucho que ella ya no toma terapia aquí.

—Sí. Es como si hubiera desaparecido.

—No puede ser..

—Lo siento.

—No se preocupe, muchas gracias.

—No hay de qué.

...

—No puede ser que Karina haya desaparecido.

—Quizá está en casa.

—Sí, quizá.

—Vamos a buscarla.

—Sí.

...

—¡Hola, ___! —me saludó la madre de Karina —y...

—Soy Yael, mucho gusto.

—Ahh, tú eres el chico del que habla Ka –la interrumpí.

—¿Está Karina?

—No. Ella está en terapia ahora.

—Gracias.

—De nada.