DÍA CUATRO.

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                                ABBY. 

Nos estabamos preparando para salir, en nuestras mochilas guardando todas las provisiones que podíamos, mis manos temblaban con miedo de lo que pasaría, cada vez que cerraba mis ojos podía ver los muertos deborar a las personas, arrancar la piel del hueso, la sangre brotar y ellos deborar sin saciarse, era asqueroso y las náuseas daba vueltas en mi estómago cada vez que esas imágenes pasan por mi cabeza. 

El sonido era lo peor, ese gruñido, se reproducía en mi cabeza una y otra vez, con cada ruido saltaba, y el miedo de ser mordida por uno de esos me atormentaba, el grito de las personas, no me imaginaba una muerte así, tan dolorosa, tan lenta y llena de sufrimiento. 

Las luz del amanecer comenzaba a entrar por los ventanales altos, nos habíamos despertado muy temprano para así aprovechar toda la luz del día posible, eramos los únicos que saldríamos, Trevor había informado a las demás personas que se encontraban aquí, pero nadie quizo ir con nosotros. El recuerdo de lo sucedido pasa por mi mente. 

—¡Escuchen!— Había dicho Trevor llamando la atención de la mayoría, con mis manos entrelazadas con nervios miro a las personas. 

Todos jóvenes, unos pocos adultos, y pocos niños pequeños, el miedo en los rostros, la confusión y la desesperanza, dolía, me sentía impotente el ver a cada uno de ellos. 

—Es necesario salir de aquí, a las afueras de la ciudad el ejército está evacuando personas— Instruye Trevor con seriedad y liderazgo, todos comienzan a murmurar —Nuestro grupo saldrá en unas horas, el que quiera ir con nosotras, es bienvenido—

Avisa con seguridad, veo la duda en los rostros, el miedo de salir, el pánico por que algo malo suceda. 

—¡Estamos más seguros aquí!, ¡Estas demente si piensas que nos expondremos allá afuera!— Grita uno de los hombres poniéndose de pie, los demás lo miran y la duda crece, junto con el miedo, trago con dificultad, las madres abrazan a sus hijos.

Y sólo quiero que entren en razón, que sepan que no es seguro quedarse aquí. 

—Están equivocados, los muertos allá afuera están rodeando la biblioteca cada vez más, es cuestión de tiempo para que escuchen el mínimo ruido y traten de entrar quebrando las ventanas— Digo caminado hasta quedarme al lado de Trevor. 

Los murmullos llenos de miedo aumentan, pero aún no están convencidos de salir. El hombre que se negó a lo que Trevor propuso frunce su ceño y da un par de pasos hasta estar frente a nosotros. 

—No duraremos ni dos horas allá afuera, ¡Hay niños!, no estamos armados, ¡No es seguro allá afuera!— Exclama con enfado, frunzo mi ceño mirándolo y miro a Trevor, este tensa su mandíbula mirando al hombre con seriedad. 

—¡Podemos ayudarlos!, nos aseguraremos de que todos lleguen a la zona de evacuación— Digo elevando mi voz para que todos escuchen. 

Trevor toma mi brazo y me hace retroceder haciéndome mirarlo, su ceño profundizado y el desgusto en su mirada. 

—¿Que crees que haces?, no podemos proteger a las persona, solo estamos ofreciendo la información y que viajemos juntos— Murmura bajo solo para yo logre escuchar, aprieto mis labios. 

—Hay ninos presentes, familias, necesitan que los protejan— Digo en un susurro. 

—No puedes ofrecer eso, Abby, solo tenemos un arma, y lo sabes, no digas algo que no puedes hacer— Murmura mirándome. 

Trevor me deja y vuelve a caminar hasta las personas, los latidos de mi corazón acelerados, no quería que se quedarán aquí, iban a morir tarde o temprano. 

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora