DÍA SIETE.

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                                ABBY. 

La calle parecía que no tendría final, el atardecer estaba llegando, y las provisiones se nos habían acabado hace varias horas, el sol quemaba y se veía como si estuviéramos en un maldito desierto, ni siquiera habían árboles, a lo lejos a varios kilómetros si se lograba ver que habían árboles, mis piernas se sentían débiles, no teníamos agua, se habia agotado en la noche pasada, aun nos quedaban solo un par de latas, una de frijoles y otra de melocotones, no era suficiente. 

Giro mi cabeza y trato de mantener el equilibro, cinco muertos nos siguen a varios metros de distancia, estaban lejos y ellos solo arrastraban sus pies, no valía la pena gastar energía acabando con ellos, no nos alcanzarían, miro a Trevor, el había quitado su camisa y la había puesto sobre su cabeza, Allan habían hecho lo mismo. 

Sentía mis labios secos, un dolor profundo se produce en mi espalda baja, detengo mis pasos, llevo mis manos a mis rodilla y trato de descansar, solo necesitaba parar unos minutos, cierro mis ojos y un nudo se forma en mi garganta. 

Mi bebé. 

No había pensado en él como mío hasta ahora que la realidad me golpeaba y tenía miedo de perderlo, no sabía cuánto más resistiria, y si no resistía yo menos él. 

Mis rodilla ceden débiles y caigo al suelo, luces de color es lo que veo, escucho a Trevor exclamar mi nombre asustado, y luego como sus brazos me toman. 

—Falta menos, Abby— Dice Trevor tocando mi mejilla con su mano, escucho su voz distante, como si estuviera lejos aunque esta a mi lado. 

—No puedo seguir— Es lo único que logro susurrar sintiendo como mis párpados pesas, mi cuerpo se siente pesado, y escalofríos me recorren en segundos mi cuerpo comienza a temblar, y siento frío. 

Cierro mis ojos, Trevor pasa su mano por mi mejilla y luego la deja en mi frente unos segundos, escucho la angustia en su voz. 

—Tiene fiebre— Dice. 

—Busquemos un lugar donde pasar la noche— 

—No podemos parar, no podemos perder más tiempo— 

Siento como soy elevada en los brazos de Trevor, nadie dice nada más, Trevor comienza a caminar conmigo en brazos, siento mi cuerpo temblar, náuseas, mareos, mis piernas débiles, mis brazos no los sentía, acerco más mi rostro al pecho de Trevor y caigo en la inconsciencia. 

—¡Debemos detenernos!— La exclamacion exhausta y sin aliento se Celia hace que abra mis ojos con dificultad, frunzo mi ceño y mi mirada se fija en el rostro de Trevor. 

Su rostro pálido y cansado, el sudor cubrieron su frente y varias gotas resbalan, estaba oscuro ahora la noche finalmente había caído, y me llevaba a preguntar cuanto tiempo estuve inconsciente. 

—No nos detendremos, Abby esta mal, debemos llegar cuanto antes— Dice con dificultad pero aun manteniéndose serio. 

Humedezco mis labios secos, sentía mi garganta raspada, y los escalofríos aún me hacían estremecer, mi cuerpo estaba temblando con más fuerzo, y sabía que todo era producto de la fiebre. 

Desearía decirle a Trevor que me baje para caminar por mi misma y no agotarlo, sabía que el estaba muy cansado, que no tenía energía, pero la decisión estaba fija en su mirada, el no pararía. 

—¡Debemos parar y descansar!— Grita ella con molestia y agitada —¡Solo mirarnos!, moriremos a este paso, Allan ya no puede caminar más, mis pies están destrozados, ti estas a punto de desfallecer—

—¡Silencio!, ¡Malditasea no nos detendremos!— Grita Trevor deteniéndose y girando se para verla, el respira agitado —No me detendré— Dice ahora con voz quebrada

APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora