Capítulo II: El alfabeto extraño y los ojos en la tierra.

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Obanai y Mitsuri seguían ocultos entre los arbustos. El anochecer había caído sobre ellos, siendo la luz de la luna la única fuente de iluminación para ambos.

Mitsuri se había comenzado a impacientar, Iguro por el contrario mantenía su calma característica y su mente fría manteniendo sus emociones a raya.

En ese momento la puerta de la casa se abrió de esta salieron dos mujeres de pálidos rostros rozando lo grisáceo, una más grande que la otra aparentando tener 30 años mientras que su compañera 20.

― Son ellas. ― Susurró Mitsuri tomando el mango de su espada lista para desenfundar.

― Calma. ― Comentó Iguro bajando el arma de Mitsuri―. No sabemos si hay más. Esto es extraño, por lo general los demonios no suelen estar en grupos... Algo anda mal.

Las criaturas de la noche comenzaron a caminar de forma pausada. La que aparentaba tener mayor edad llevaba puesto un kimono celeste con rayas transversales de color azul eléctrico, usaba el cabello suelto llegando hasta la cintura, en sus ojos lo único que resaltaba era su iris celeste mientras que lo demás tenía un color carmesí al igual que su cabello. Por otro lado, la menor usaba un Haori anaranjado que en las mangas se iba tornando blanco, además, usaba unos guantes negros al igual que su falda la que le llegaba a la rodilla, el cabello lo tenía sujeto por dos extraños alfileres plateados que brillaban a la luz de la luna.

― ¿Iguro? ― Preguntó Mitsuri a punto de levantarse.

― Todavía. ― Soltó una respuesta carente de emoción.

Mitsuri arqueo las cejas por la respuesta tan fría de su compañero. << "Debes esperar tu turno para hablar, esa actitud que tienes es molesta. Cálmate por favor." >> Los ecos del pasado volvían a su mente como baldazos de agua fría. La joven sintió que estaba a punto de llorar. << Tengo que calmarme. Debo reprimirme.>> La joven soltó la empuñadura y cerró los puños esperando que Iguro diera la orden.

En ese momento, la menor se retiró ambos guantes de las manos mordiendo los dedos medios exhibiendo sus pálidas manos adornado con varios dibujos de óvalos con puntos en el medio simbolizando ojos. Coloco ambas manos sobre la tierra cerrando sus ojos negros con puntos dorados que tenía, mientras que la mayor juntaba las manos ocultándola en las mangas de su kimono.

La serpiente que tenía Iguro rodeando su cuello comenzó a sisear mientras se ocultaba dentro del Haori rayado de su dueño. Un mal presentimiento, el instinto primitivo del animal había alertado a Iguro.

― Algo anda mal. ― Exclamó él.

De pronto tanto Iguro como Mitsuri escucharon un sonido parecido a un crepito proveniente de sus pies, dirigieron la mirada al suelo y en este vieron varios ojos pertenecientes a la demonio de los guantes.

― Los encontré hermana. ― Exclamó la demonio con una sonrisa provista de colmillos.

Iguro por instinto tomo del brazo a Mitsuri, ahora se encontraba en estado de alerta.

― ¡Cuidado! ― Exclamó Iguro brincando hacia atrás.

Mitsuri le siguió el paso, saltando hacia atrás en la que había un árbol. No obstante, la joven miro por el rabillo del ojo como en el macizo tronco del pino se formaban más ojos cubriendo casi todo el tronco.

― ¡Iguro! ― Gritó la joven tratando de alcanzar a su compañero.

Obanai volteo rápidamente, pero de los ojos que había en el árbol salieron puños hechos de madera, algunos tenían pequeñas ramas con hojas.

El latido de la serpienteWhere stories live. Discover now