Capítulo XXI: ¿Y qué es lo que sigue?

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Pasó un mes después de la perdida de Kanroji, durante ese tiempo la pareja había permanecido junta, las ideas de dejar la organización pasaron en varias ocasiones por sus cabezas, pero siempre concluían que nunca estarían a salvo si los demonios aun existían, por lo que darle fin a Muzan era necesario.

Iguro no quería apartarse de Kanroji, no después de la perdida, procuraba hacerla feliz para alejarla de la sensación de tristeza que aquella perdida había ocasionado, no obstante, aunque ella parecía que lo estaba superando poco a poco, a él se le había complicado dejar atrás la idea de una descendencia, un lazo fuerte que lo uniría a Kanroji.

Habían dejado de tener relaciones, ya que no querían arriesgarse a que ella estuviera en cinta otra vez, el miedo a otra perdida se incrementó hasta ese punto.

Siempre que dormían juntos, Iguro se levantaba a la misma hora todos los días, siempre dos horas antes del amanecer para ver el cielo nocturno cubierto de estrellas.

En una de esas ocasiones, Iguro junto con Mitsuri se habían hospedado en la finca en la que todo comenzó, en el mismo poblado ubicado al este, a las afueras de un bosque de pinos del cual despedía un aroma agradable, tanto para los pobladores como para los jóvenes enamorados. Ahí fue el lugar en donde tuvieron la misión juntos, la primera de ella y la octava de él.

Iguro se encontraba en el jardín, viendo el árbol de cerezos en el que aquella vez se refugió del sol y en donde Kanroji apareció para darle las gracias por traerla a salvo, giró su cabeza a un lado y vio las cortinas con de seda con dibujos de peces dorados en donde ella se había hospedado y en donde se dieron el primer beso, aquel hermoso recuerdo hizo que el joven quisiera llorar. << ¿Es que acaso merezco ser tan feliz?>> Se pregunto con una sonrisa en los labios y secando sus lágrimas con la manga de su Haori.

En aquel firmamento estrellado, Iguro imagino un mundo tranquilo, un mundo sin demonios, un mundo en donde él podría ser feliz junto con Kanroji, un mundo pacifico.

Iguro estaba dispuesto a darlo todo por ella, derrotaría a Muzan aunque esto significara su muerte, no le importaría que él no estuviera con ella, solo le importaría que fuera feliz. << Daría mi vida por un mundo perfecto, sin demonios, para ella.>> Pensó con la mano en el corazón, jurándole al destino que cumpliría su cometido.

Detrás del joven de cabellera negro se deslizaba la puerta de la habitación, unos ligeros pasos hacían crujir la madera, el joven se puso tenso y preparo su cuerpo para lo que venía, fue entonces que Mitsuri Kanroji se abalanzó sobre el joven soltando unas juguetonas risitas, mientras lo abrazaba y le daba cálidos besos en la cabeza.

― Hola. ― Dijo él tomando las manos de su amada―. ¿No puedes dormir?

La muchacha no respondió, en vez de eso acerco sus labios al cuello desnudo de él y escudriño sobre su piel.

― ¿Tú no puedes dormir? ― Preguntó ella, acariciando sus costillas.

― Yo pregunte primero. ― Respondió con tono apacible, demostrando amabilidad.

Ella se colocó a su lado y dejo caer su cabeza sobre el hombro de su amado, Iguro acarició la mejilla con una muestra de cariño y afecto.

― ¿En qué piensas todas las noches que te vas a ver las estrellas?

Iguro se percató que ella era consciente sobre sus salidas nocturnas.

― Un mundo perfecto. ― Comentó él sin reparos―. Y en el que pueda estar a tu lado.

Al oír esas palabras, Kanroji apretó fuertemente el brazo de Iguro, aferrándose a él.

― Un mundo contigo ya es perfecto, Iguro.

Obanai la tomó por la mejilla, acariciándola a su rostro para entregarle un cálido beso.

Los jóvenes se besaron, y al mismo tiempo ambos recordaron todo lo vivido hasta ahora: El cómo se conocieron, el primer contacto que tuvieron, el momento en que él le abrió su corazón y ella lo tomó con calidez, aquel momento en que ella se sintió amada por lo que era y como alguien la amaba por su forma de ser, el día en que sus cuerpos se entrelazaron y sus almas se unieron, la trágica perdida de ambos, y el amor que siempre habrá entre ellos dos.

Kanroji apartó su rostro y miro hacia las estrellas, Iguro miro el firmamento al igual que ella.

― ¿Y qué es lo que sigue? ¿Qué nos depara el futuro? ― Preguntó ella con tono melancólico.

― No lo sé...― Respondió raudo―. Pero no me importa, si tú estás conmigo...

― En las buenas y en las malas. ― Agregó ella.

― Por siempre juntos ante la adversidad, superando cada obstáculo...

― Y cruzando cada meta, siempre a tu lado. ― Completaron sus frases puesto que la unión entre ellos no había hecho más que crecer y fortalecerse.

― Siempre a tu lado. ― Repitió él.

Ambos jóvenes, que comenzaron su camino como compañeros cazadores y al final se volvieron en enamorados apasionados, se juraron un amor eterno que ni la muerte podrá separar, ya que en la otra vida se volverán a encontrar, puesto que ellos están predestinados a encontrarse y volverse a enamorar.

Fin

El latido de la serpienteWhere stories live. Discover now