Capítulo V: Cicatrices del pasado.

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En un pueblito nevado al pie de una montaña, Tomioka descansaba en una cabaña alquilada por unos cuantos yenes. Siendo de noche y habiéndose encargado del demonio que aterraba la aldea el joven mantenía los ojos cerrados mas no estaba durmiendo, apoyando la espalda contra la pared de madera y sentado con las piernas en posición de loto con su espada enfundada a un lado. << Tranquilidad... Paz, un poco de paz después de la batalla. No hubo mucha dificultad, después de todo solo era un demonio de rango inferior. Además, Shinobu es muy hábil, lo único malo es que es...>> El joven reflexionaba en paz. Hasta que...

― To-mio-ka. ― Una voz burlona se escuchó susurrante.

Giyu abrió sus ojos topándose cara a cara con Shinobu la cual estaba a unos centímetros nada más de él.

― ¿Sucedió algo? ― Pregunto con tono indiferente.

Shinobu miraba fijamente al joven, su meta era hacerlo sentir nervioso o incomodo, pero al parecer no había funcionado. << Que aburrido.>> Shinobu se sentó al lado de Giyu pegándose a él y dándole una mirada coqueta.

― No paso nada. ― Dijo ella tranquila y sonriendo.

Giyu la observaba. << ¿Qué estará tramando ahora?>> Arqueo una de las cejas y luego aparto la mirada.

― Iré al pueblo. ― Shinobu se levando y sacudió el polvo de su uniforme―. ¿Quieres venir?

― No, estoy bien. ― Respondió con los ojos cerrados.

― No pregunte si estabas bien, pregunte si querías venir conmigo.

― Ah ok. No, no quiero ir al pueblo.

Shinobu sentía como las venas de su frente palpitaban por el torrente furioso de sangre, detrás de esa dulce sonrisa ella estaba enojada.

― Vale. Me imagino que eres así de sociable con todos.

Shinobu se esfumo en un parpadeo, dejando la puerta abierta haciendo que entrara una ventisca de nieve.

Giyu dio un largo suspiro y se levantó en dirección a la puerta. << ¿Lo habrá dejado abierto apropósito?>> Cerró la puerta y volvió a sentarse en el suelo.

Por otro lado. Shinobu daba brincos en los tejados del pueblo, esa era la forma que tenía para calmar el enojo ya que meditar no la hacía calmarse, todo lo contrario, la irritaba más.

Shinobu se quedó de pie sobre uno de los tejados viendo el cielo estrellado.

― ¿Cómo le habrá ido a Kanroji en su misión? ― Se pregunto susurrando.

Al este del poblado nevado, en la finca con el emblema de glicinas. Obanai acariciaba las mejillas de Kanroji rozando con sus dedos la piel rosada de la joven, casualmente tocaba el cuello de ella haciendo que se estremeciera y soltara unas espontaneas risitas.

Ambos seguían recostados, uno muy cerca del otro, Kanroji pasaba sus dedos para la negra cabellera de Iguro como si fuera un peine mientras que con la otra mano acariciaba su espalda. Ambos ya se habían acostumbrado a la compañía del otro, si bien en un inicio Iguro se sentía nervioso y con el corazón latiéndole fuerte como un tambor, ahora se había calmado y había entrado en confianza, pero sin poder hacer nada con el rubor de sus mejillas. Por otro lado, Mitsuri había tenido varios pretendientes, muchos de ellos por matrimonios arreglados, pero ninguno la había aceptado como era realmente. Pero no Iguro, él era diferente, y ella se sentía a gusto cerca del joven.

Iguro no se había animado a besarla de nuevo, las últimas palabras que ella había dado lo habían hecho sentir inseguro. << "Quiero besar tus labios, no la tela de las vendas." Aún no, es muy pronto... No estoy listo.>> Pensaba él mientras acariciaba la oreja de Mitsuri.

Mitsuri había comenzado a darle varios besos cálidos y tiernos en la frente del joven. << Que dulce.>> Pensaba la joven mientras mantenía sus labios sobre la frente de Iguro. Por su parte Iguro se encontraba en un dilema, desde que Kanroji había comenzado a darle varios besos en la frente ella había dejado al descubierto su escote el cual coincidía con la mirada de Iguro haciendo que se le subiera la temperatura. << Debería dar el siguiente paso, dar la iniciativa.>> Iguro rodeo con sus manos la cintura de Kanroji pegándola a su pelvis, ella sintió algo duro entre las piernas de Iguro. << ¿Su espada?... No, su espada está apoyada en la pared, entonces...>> Mitsuri se sonrojo como un tomate al darse cuenta de lo que se trataba. Se aparto un poco de él, nerviosa.

Iguro imito la acción. << Me excedí.>> Pensó él angustiado y abochornado.

― Lo siento. ― Exclamo él.

Kanroji negó con la cabeza, y manteniendo una sonrisa en los labios comento.

― No te preocupes. También me gusta tu compañía. ― La joven se sentó dándole la espalda y mientras arreglaba su cabello agrego―. Aún no estoy lista... Para...

― Entiendo. ― Completo Iguro sentándose con dificultad.

El joven se acero a ella y la rodeo con sus brazos pegando su cabeza en la espalda de Mitsuri. Ella le revolvió el cabello con cariño.

Mitsuri se giró y le dio un afectuoso beso. El joven miraba con atención a la señorita. <<Debo hacerlo... ¿Debería hacerlo?>> Iguro retrocedió un poco, coloco ambas manos tras su nuca desatando el nudo de las vendas.

― Antes que lo haga...― Dijo Iguro mostrando un rostro intimidante y una mirada desafiante―. No me...Juzgues.

Kanroji miraba expectante, tenía una mano en el pecho. << ¿Qué sucede? Porque se enojó... Fue algo que dije o hice... Pero sus ojos... Tiene ojos tristes.>> Pensaba.

Iguro tiro de las vendas haciéndolas caer y dejando al descubierto su cara.

Iguro Obanai tenía una cicatriz a cada lado de los labios, por la comisura de estos, se extendían a lo largo de sus mejillas, y la cicatrices que se habían formado arrugaban su rostro.

Manteniendo el ceño fruncido, con los puños apretados y los ojos tan punzantes como navajas haciendo chirriar sus dientes, Iguro exclamo huraño.

― Este... Este es mi rostro, este es mi recuerdo... El recordatorio de nunca olvidad, el recordatorio de no perdonar a ningún demonio.

Mitsuri veía las horrendas cicatrices del joven. << ¿Qué le sucedió?>> La primera reacción de Kanroji era llorar por la angustia que Iguro le transmitía, el joven se sentía débil e inútil eso lo veía en esa mirada tan vacía. << Iguro es genial y hábil con la espada. ¿Por qué siento que él no se da cuenta de esto?>> Mitsuri se puso firme, no era tiempo de llorar o ser melancólica a pesar de ser esta su naturaleza, era tiempo de ser un apoyó un pilar emocional.

― Iguro... Yo...― La joven titubeo.

Obanai agacho la mirada e intento apartarse, en ese momento un amargo recuerdo volvía a su mente.

El latido de la serpienteWhere stories live. Discover now