I NEED U [LUKAGAMI] TERMINADA

I NEED U CAPITULO 34

Agami y Tomoe hablaron, por su parte Luka, Anarka y Juleka las dejaron solas para que hablaran.

Tomoe salio y llamo a Luka para poder hablar con el y se sento.
-Luka gracias por cuidar de mi hija siento no haber ido a su boda quiero que la sigas cuidando y amando, cuentan con mi bendición y mi apoyo, no permitiré que nada se interponga en su camino - Tomoe sonrío mientras.

Luka sonríe al ver como la madre de Agami aceptó todo y decidió entrar con su esposa dejando a Tomoe junto con su madre y su hermana, el se sento a lado de su mujer sonrió al verla estaba despierta con una sonrisa, se acerco y beso sus labios suavemente y junto sus frentes mientras acariciaba sus manos.

-Te amo Agami, eres mi vida entera mi amor susurro - se sento a lado de ella y en ese instante entró dos enfermeras cargando a sus bebés.
-Bien aqui están sus pequeñas hijas - las enfermeras entregaron a las gemelas y se retiraron.

-Me alegra que estén bien amor sabes me sentí preocupada si nacerían enfermas o algo por mi culpa no toleraria que les pasara algo amor - susurro mientras miraba a sus hijas.

-No digas esas cosas amor - Luka beso los labios de su esposa y le sonrio.
Luka observó su mano cerca de la muñeca el tatuaje que se hicieron hacer, ambos tenían el mismo tatuaje del ying y el yang y entrelazó sus dedos.

Una semana paso y dieron de alta a Agami, Luka, Tomoe y Anarka fueron a recogerlas.

En el transcurso del camino hablaban, para Tomoe era increíble como su hija había cambiado pero de igual manera ella se sintió orgullosa de todo su hija busco su camino, hizo lo que ella no se atrevió a hacer cuando era joven.
Una vez en su departamento Anarka, Tomoe y Juleka se fueron, dejando a la familia sola.

Agami se recostó junto con sus hijas y Luka las miraba con una sonrisa y tomo su celular y mandó un mensaje a toda su clase decidío dar libre toda una semana para poder cuidar de su esposa y sus hijas.

Los años habían pasado, Luka tenía sus 32 años, estaba profundamente dormido en su cama, soñando plácidamente sin percatarse del caos que había en su cocina.

Era viernes 23 de julio, sus hijas, los pequeñas Couffaine, Michelle y Kelly se encontraban despiertas ayudando a preparar un desayuno a su padre.

Ambas hermanos, de seis años respectivamente, eran igual de orgullosas y testarudas como sus padres así que no le pidieron ayuda a su madre para preparar el desayuno y ahora habían hecho un completo desastre: la leche estaba tirada en el piso, había masa para hot cakes pegada en el techo, jugo derramado en la mesa y platos rotos…

- ¡kelly! ¡Te dije que no pusieras el vaso tan cerca del borde de la mesa! ¡Ahora toda la leche está tirada! – Michelle regañó a su hermanita, quien lo veía con ojos llorosos.

- Lo siento se me resbaló, yo no sabía. – La pequeña  le dijo a su hermana con aquel tono de voz tan dulce que usan los niños.

- Bueno, está bien, pero ahora el problema es que el desayuno quedó arruinado. – La pequeña Couffaine habló, acomodándose el cabello que había heredado de su padre.

De repente, escuchó los sollozos de su hermana y se asustó un poco. - ¡Kelly ! ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

- No… - contestó, frotando sus ojos cafés .

- Entonces, ¿por qué lloras? – la niña le preguntó, agachándose hasta quedar a la altura de kelly.

- Es que…el regalo de papá está ¡ARRUINADO! – La pequeña dijo, llorando más; el acto de su hermanita enterneció.