Capítulo I: El Elegido

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     Alejandro despertó con la llegada del alba. Poco después, su madre, Gracia, entró en su habitación.

     —Vine a despertarte, ya es algo tarde y debes ir al instituto—dijo Gracia mientras apartaba de su vista un mechón de su cabello rubio.

      Ella se marchó poco después y entonces Alejandro se puso de pie para luego quitarse la ropa e ir a bañarse. Su habitación tenía un baño apartado especialmente para él.

      El agua comenzó a recorrer su cuerpo delgado.

     «Es cierto, hoy es el cumpleaños de Milagros. Quizá sea una buena ocasión para confesar mis sentimientos hacia ella, decirle que quiero que seamos algo más que sólo mejores amigos», pensó Alejandro.

       Cuando terminó de bañarse, secó rápidamente su cuerpo y se vistió con el uniforme de preparatoria. Salió de su habitación caminando con prisa.

      —¡Adiós, mamá!—dijo Alejandro sonriendo con sus labios finos

      Bajó rápidamente las escalaras del tercer piso, donde se encontraba su habitación y la de su madre.

     «Esta ciudad tiene sólo edificios pequeños que no sobrepasan los diez pisos y carece de fábricas, por lo que depende de lo que se fabrica en otras poblaciones, espero algún día mudarme con Milagros a vivir en una gran ciudad llena de rascacielos», reflexionó Alejandro.

     Llegó en cuestión de minutos a su paradero, sin embargo, había llegado tarde para la formación matutina en la que se cantaba el himno nacional, por lo que pasó directamente a su salón de clase y tuvo la suerte de que el profesor aún no había llegado.

    Alejandro observó a su alrededor: la mayoría ya estaban ahí, hablando sobre lo que hicieron el fin de semana pasado —hace dos días—, pero la vista de él se centró en una chica blanca de cabello largo negro y liso que estaba callada; se trataba de Milagros, su mejor amiga. Ella le devolvió la mirada y sonrió; él se acercó un poco por la emoción de verla.

      —¡Hola, Milagros, feliz cumpleaños número quince, ya tenemos la misma edad!—Un brillo de felicidad se reflejó en los ojos azules de Alejandro.

      —¡Hola, Alejandro, muchas gracias!—El rostro de Milagros mostraba que no había dormido bien la noche anterior.

       Segundos después entraron un hombre moreno de baja estatura y uno blanco aún más bajo, Antonio y Luis, ellos eran amigos de Milagros y Alejandro.

    —Hola, amigos ¿Cómo están?—preguntó Antonio.

    —Estamos bien, el día amaneció con un sol brillante—respondió Milagros.

    —Hola, Alejandro; Hola, Milagros—dijo Luis.

    La charla de ellos cuatros siguió con comentarios acerca de cuál película debían ver juntos el próximo fin de semana.

   Al cabo de varios minutos había llegado al salón Ricardo, junto con Esteban. Ellos caminaron hasta donde estaba Alejandro, cuyas manos y labios temblaron al verlos.

  Ricardo tumbó de una patada a Alejandro y cuando este trataba de levantarse, Esteban lo pateó dos veces en el costado izquierdo. Milagros no se atrevió a intervenir, Antonio y Luis consideraron que Alejandro debía aprender a defenderse solo. Fue así como esos dos sacaron el dinero del bolsillo de Alejandro y fueron a sentarse al otro extremo del salón.

   Milagros ayudó a Alejandro a levantarse y él acomodó su asiento.

   —Gracias—. El tono de Alejandro reflejaba su tristeza y miedo.

Guerrero Inmortal Del Bajo Mundo 2 - El Juicio Del HachaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora