Capítulo IX: Rey Infernal

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     Alejandro fue hacia la luz roja que brillaba con la intensidad del alba. Por unos segundos quedó enceguecido. Tras superar la ceguera, vio muros de piedra con antorchas colgando, el piso también era de piedra y en el fondo de la habitación había un demonio sentado en un trono de acero.

    —¡Felicidades por superar la senda de la desesperación!—Un brillo se asomó por los ojos azules del demonio—. Soy el rey del infierno, Lucifer, mucho gusto en conocerte, ¿cómo te llamas?

    —Alejandro. Ahorremos las formalidades y comencemos el combate a muerte.

    —Creo que estás algo desubicado, un enfrentamiento entre tú y yo no sería un combate, puedo acabar contigo con la misma facilidad con la que aplastaría a cualquier insecto.

    —¡Eso ya lo veremos!

    Trato de avanzar de forma impulsiva, pero se encontró con que no podía dar ni un paso.

    —¿Por qué?

     —Mi voluntad mantiene alterada la realidad de esta parte del infierno de tal forma que no podrás moverte, no puedes hacer nada contra mí, pero te ofrezco volverte mi nuevo general en reemplazo del que mataste que irónicamente tenía tu mismo nombre, después de todo lograste derrotar a mis más poderosos subordinados.

     —Lo siento, pero no puedo aceptar tal oferta.

    —Bueno, en ese caso...

     Lucifer se movió a la velocidad de la luz hasta donde estaba Alejandro y de un golpe destruyó por completo su cuerpo, junto con el hacha y la armadura, además dispersar su alma, pero no logró dañar el sello de inmortalidad.

    —Impresionante resistencia, aunque no creo que dure demasiado—comentó Lucifer, más para sí mismo que para su oponente.

    Alejandro se regeneró por completo a partir del sello y su armadura y hacha fueron recreadas, pero aún era incapaz de moverse, trataba de revertir la alteración impuesta por Lucifer, resistirse de alguna manera, pero su esfuerzo era inútil.

    «Es tu turno, Rio», dijo Alejandro mentalmente.

    Rio tomó el control del cuerpo de Alejandro e inmediatamente pudo moverse.

    —Ya veo, hay más de un habitante en ese sello de inmortalidad... te felicito por poder moverte a pesar de que una parte de la realidad del infierno está canalizada para impedirte el movimiento, por cierto ¿Cuál es tu nombre?

     —Rio.

    —¿Rio? Existe toda una leyenda acerca de ti como el demonio de demonios ¿Cómo es que tu poder se ha reducido a tan poco?

     —Fui derrotado por mi hermano, el Dios Supremo y con el daño que hizo a mi sello de inmortalidad perdí todo mi infinito poder.

     —Ya veo, así que tú y ese humano están en una especie de cruzada por recuperar tu grandeza, ahora entiendo que es imposible que acepten una simple oferta para pertenecer a mi ejército, pero te advierto que en tu estado actual te es imposible ganarme.

     —¡Haré hasta lo imposible por recuperar lo que perdí!

     Rio se movió a la velocidad de la luz, pero Lucifer concentró su aura a modo de defensa con tal potencia que inutilizó cada ataque cuerpo a cuerpo contra él y en cambio bastó con un golpe del rey infernal para desintegrar a su oponente una vez y esta vez destruyó la primera capa del sello de inmortalidad, siguió golpeando una otra vez, cada vez con más fuerza, una que podría pulverizar incontables estrellas, pero no era suficiente para seguir dañando el sello.

     —¡Está vez golpearé con toda mi fuerza!—Declaró Lucifer, pero se halló con la sorpresa de que un vórtice se llevó a su oponente fuera del infierno.

Guerrero Inmortal Del Bajo Mundo 2 - El Juicio Del HachaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora