Capítulo XII: Devuelta a la Tierra, parte III

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     El dinero que Alejandro robó del banco era tanto que Milagros tuvo que comprar cien maletines para guardarlo de forma organizada y luego él se llevó con la teletransportación, hasta la habitación de hotel que habían reservado, todos los maletines llenos de dinero y luego volvió para llevarse a Milagros, sólo que está vez aparecieron cerca de la entrada del hotel, ya que era necesario presentarse en la recepción y pagar para luego acceder a la habitación de forma convencional.

     El hotel se llamaba Marriot y estaba en la ciudad Altas Torres, en el estado Roca Real, en el país Mesa ligera, en el continente Negro.

     Entraron juntos al hotel.

     —Buenas noches, señorita—dijo Alejandro, dirigiéndose a una recepcionista rubia, de ojos azules, que aparentaba unos veinticinco años—Reservamos por teléfono la habitación número ciento nueve—. Empezó a sacar cinco billetes de cincuenta euros—. Es para cinco noches.

     —Sí, yo fui quién atendió la llamada, el señor Alejandro Palacios y la señora Milagros Torres ¿Cierto? —preguntó la recepcionista. Era la primera vez que alguien llamaba señora a Milagros y ella se sintió incómoda a pesar de que sabía que sólo era una formalidad del trabajo de la recepcionista, en especial porque esta era ya una mujer adulta y en cambio Milagros apenas tenía 15 años. —Sus documentos de identidad, por favor—. Hizo un gesto con la mano indicando que le entregáramos los documentos.

     Ambos le entregaron sus DNI a la recepcionista.

     —¡Gracias! —exclamó al unísono la pareja mientras subían al segundo piso, hacia a su habitación.

     Entraron en la habitación, cerraron la puerta e inmediatamente Alejandro puso a Milagros contra la puerta y la besó apasionadamente. Ella sentía electricidad recorriendo su cuerpo y su vulva humedecerse y contraerse.

     Milagros agarró a Alejandro por la franela y esta vez fue ella la que lo puso contra la pared, luego se puso de rodillas y le desabrocho el pantalón y lo bajó junto con los interiores, encontrándose con un pene que ya estaba erecto, pero no al máximo. Ella empezó a lamerlo hasta con cierta devoción, le encantaba el sabor y hacer esto le producía placer, además, era el pene del amor de su vida, pero, aun así, sintió que faltaba algo a comparación con la anterior vez que tuvieron relaciones, aunque no sabía que era.

     Se lo introdujo en la boca, trató de que entrara completo, pero le dieron arcadas y tuvo que sacarlo.

     —Aprender a hacer eso requiere experiencia, no es algo que se aprenda a hacer bien de un instante pa el otro—comentó Alejandro mientras sonreía.

     —Ya no aguanto más, follame—respondió la chica.

     —Ponte en posición de perra—ordenó Alejandro.

     La chica se levantó y dio un paso para dirigirse a la cama y obedecer la orden, pero él la tuvo agarrándola del antebrazo derecho.

     —Ahí no, en el piso—. La voz de Alejandro sonó realmente autoritaria y aterradora para Milagros, la hizo sentir dominada y se excitó más.

     Milagros obedeció. Se colocó a cuatro patas sobre el piso, esperando ser penetrada, mientras el fluido vaginal escurría por sus muslos poco a poco.

     Ella sintió como su hombre la penetró de golpe y eso le provocó una mezcla de placer y dolor. A la penetración inicial le siguió de inmediato un ritmo bestialmente rápido en el que él se lo sacaba casi por completo para luego meterlo totalmente instantáneamente, chocando fuertemente contra su cérvix.

    La chica gemía y a su vez chillaba de dolor y entonces empezó a recibir fuertes nalgadas, una tras otra. La fuerza de las embestidas de Alejandro se intensificó y Milagros comenzó a sentir mucho más dolor que placer, además, ella seguía sintiendo que faltaba algo, una cosa que sí estaba la anterior vez que tuvieron sexo.

Guerrero Inmortal Del Bajo Mundo 2 - El Juicio Del HachaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora