𝟎𝟎𝟑| 𝐑𝐞𝐮𝐧𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐢𝐦𝐩𝐫𝐞𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚𝐬

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El calor de Narnia era tal y como lo recordaban, los vestidos de Violet, Susan y Lucy eran perfectos para ellas, no se sentían sofocadas, de hecho era agradable volver a sentir el calor del momento. 

Se habían detenido en uno de los frondosos árboles y habían aprovechado a recolectar algunas frutas para poder comer un poco mientras avanzaban. Ciertamente estaban preocupados de ver una tranquilidad poco confiable, pues anteriormente habían recordado a las ninfas bailando y a los faunos alegres tocando un poco de música. 

Florenthia iba casi a la par de Edmund, enfundada con uno de los trajes que acostumbraba a ocupar, y con su cabello pelirrojo atado en una trenza hecha por su hermana, observaba todo lo que había a su alrededor, los grandes árboles que anteriormente les habrían permitido el paso, se mantenían quietos, sin danzar como acostumbraban a hacer cuando las reinas y las guardianas les visitaban. Edmund, quien se había dado cuenta lo distraída que estaba su guardiana y amiga, y eso le había preocupado mucho.

—Thia— llamó, pero al ver que ella estaba inmersa en su mundo, tuvo que tomar la opción tres— ¡Marie!

Llamar a Florenthia por su segundo nombre hacía que ella reaccionara rápido, lo había comprobado tanto en Narnia como en el mundo normal, por lo que pronto tuvo la atención total de la pelirroja en él. 

—¿Estás bien?— cuestionó asustada, como si creyera que algo le había pasado 

—Eso debería de preguntarte yo— dijo Edmund mientras le daba una mirada a su amiga de finos cabellos pelirrojos —Luces distraída 

—¿Recuerdas que los árboles bailaban?— interrogó Thia mientras señalaba los árboles 

—Claro que si, te gustaba dar vueltas alrededor de ellos— expresó Edmund, recordando verla girar al ritmo de algunos faunos 

—Si, pero ahora...— suspira y Edmund comprende a lo que ella se refiere

—Chicos— llama de pronto Violet, quien iba al frente de la pequeña expedición —Vengan, ¡Rápido!

Se acercaron rápidamente a donde señalaba Violet y los vieron. Arriba de un bote, dos humanos vestidos con armaduras grises y negras, trataban de arrojar al río a un narniano. 

—¡Libérenlo!— exclamó Susan, sacando una flecha, gesto imitado por Leonard, apuntando hacía aquellos intrusos. 

Iban atacarlos de eso no había duda, por lo cual, cuando habían arrojado al narniano, Susan y Leonard no dudaron en dejar que sus flechas les dieran a aquellos rufianes, mientras que Edmund, Peter y Violet ingresaron al agua. El primero se apresuro a ir hacía el bote que les serviría para transportarse, mientras que los otros dos iban a salvar al narniano. 

Al llegar a la orilla, Thia se apresuro a ayudar a su rey, mientras que Lucy y Barty se acercaban para liberar al rehén. Logrando quitarse el pedazo de tela de la boca, el enano de cabello rubio, no estaba para nada feliz.

—¡Que me liberen!— exclamó molesto, por reflejo Leonard coloco a Susan detrás de él.— ¿No se les ocurrió algo mejor? 

—Un simple gracias hubiera sido suficiente— expresó Susan 

—Ellos me estaban ahogado perfectamente sin tu ayuda— respondió el narniano, mientras fruncía el ceño y trataba de recuperar el aliento que claramente le había abandonado

—¿Matarte?— cuestionó Barty 

—¿Por qué harían eso?— interrogó Lucy 

—Son telmarinos, eso es lo que hacen— contesto él, mientras desviaba la mirada

𝐋𝐚𝐬 𝐂𝐫𝐨𝐧𝐢𝐜𝐚𝐬 𝐃𝐞 𝐍𝐚𝐫𝐧𝐢𝐚²:𝐄𝐥 𝐏𝐫𝐢́𝐧𝐜𝐢𝐩𝐞 𝐂𝐚𝐬𝐩𝐢𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora