La gente Azteca siempre ha creído en las deidades, señores de todo lo divino y creadores de todo lo demás.
Hasta que uno descubrió su secreto; los dioses son mortales.
Entonces, un nuevo dios intenta renacer, suplantar a Tonatiuh, ser un mejor dios...
La leyenda de los Aztecas habla de una tierra mítica de donde provienen, una tierra cuyo nombre es Aztlan "La tierra blanca". Llena de tesoros, esperanza y vida eterna. Las leyendas cuentan la existencia de creaciones divinas de poderes inimaginables. Una de ellas, la gloriosa "Arma dorada", un arma derrocadora de dioses.
El origen de los Aztecas se arraiga fuertemente a esta tierra, así como a Coatépec "El monte de las serpientes".
Cuando los mexicas y las tribus Nahuatlacas se alzaron desde el inframundo al interior de una caverna en Coatépec, Huitzilopochtli, el patrono de los mexicas, abrió el cielo y bajó de este para hablar con el pueblo bajo su cuidado y encargarles una misión a los antiguos y renacidos mexicas, la búsqueda de su tierra dorada, de la tierra prometida que de labios de la divinidad, sería la cuna y el inicio de un inmenso Imperio y de una raza guerrera, que proliferaría sobre todas las demás, los Aztecas y su gran imperio se alzarían sobre todos, imponiendo su soberanía y su maestría en la guerra. No habría nadie que pudiese pararlos.
Guiados por Huitzilopochtli, la migración mexica había comenzado, la historia de uno de los Imperios más poderosos comenzaba a escribirse con sangre en piel curtida, a ser tallada en las rocas con herramientas rusticas y a bañar la historia del ser humano por siempre.
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