en este relato los humanos y mutante conviven mutuamente, un día cuatros hermanos leonardo, Rafael, Donatello y Miguel Ángel lo solían pasar genial en el parque y haciendo carreras, pero la mejor parte era cuando se iban a montar en bicicleta por su calle y a jugar al fútbol.
Ese día era como cualquier otro. Jugaron hasta el cansancio en el recreo de sus clases y al salir, acordaron cambiarse de cintas e ir a jugar al fútbol.
Al llegar con su bici al campo de fútbol, donnie organizó todo en la cancha para comenzar a jugar, pero sus hermanos tardaban más de lo normal.
Ya empezaba a preocuparse donnie, cuando los vio acercarse murmurando entre ellos.
– ¿Dónde estabais? Siempre gano pero hoy tardásteis más de la cuenta- inquirió Donnie.
– ¡No vas a creer lo que vimos! – dijo un exaltado Leonardo.
– O lo que creímos ver- se apresuró a decir Rafa.
– Tú sabes que era eso. ¡No lo niegues!- gritó Miguel Ángel.
– ¡A ver, a ver! – interrumpe donnie – Explicar qué está pasando, pero uno por uno porque no entiendo nada.
– Es que viniendo en las bicis, se me cayó el balón y al ir a buscarlo, terminé frente a una casa abandonada al final de la calle. Al agacharme a recoger el balón, noté algo que brillaba y...
– No se aguantó y se puso a husmear por la ventana- le reprochó leo.
– Quise investigar, leo. Entonces, lo vimos.
– ¿Qué vieron? – preguntó Donnie ya impaciente.
– ¡Un fantasma!
– ¿Un fantasma?
– Sí. Con el traje blanco. Estaba frente a nosotros y nos gritó que nos fuéramos con una voz horrible.
– ¿Y qué más?
– Salimos corriendo, montamos nuestras bicis y nos vinimos a toda velocidad.
– Ok- dijo Donnie- Entonces no estamos seguros de que fuera un fantasma. Yo digo que mañana al salir de la escuela podríamos echar un vistazo.
– ¿Mañana?- preguntó Juan.
– Ni se te ocurra que lo hagamos ahora. Ya es tarde y está oscureciendo.-Dijo leo.
– ¡Por eso! No se esperan que unos niños se atrevan a ir a estas horas. Así contamos con el factor sorpresa.-Dijo rafa.
– No rafa, creo que leo tienen razón. Es tarde. papa y mama nos esperan en casa. Mejor es que mañana salgamos de la escuela directo a investigar.-Dijo Donnie.
Entonces, ya de acuerdo, se fueron a casa, pero ninguno logró dormir.
Al día siguiente, según lo acordado, salieron de la escuela directo a buscar sus bicicletas y a investigar.
Ya frente a la casa abandonada, los cuatros hermanos se armaron de valor, se bajaron de sus bicicletas y se acercaron lentamente a la puerta de la vieja casa.
A medida que se acercaban, el ritmo de sus corazones y de su respiración aumentaba. Cada uno por su parte, quería salir corriendo y retroceder, pero se miraban entre sí como para darse valor y seguían avanzando.
A hurtadillas terminaron el tramo que los llevaba frente a la puerta y cuando iban a abrirla, se movió la manilla y se abrió la puerta.
Los cuatros salieron corriendo y tras ellos iba la figura de aquel ser de blanco que habían visto el día antes a través de la ventana:
– Alto ahí. Esperad muchachos.
Pero los chicos no querían detenerse hasta que rafa se enredó y se cayó. Sus hermanos tuvieron que parar para ayudarlo a levantarse y entonces los alcanzó el hombre.
Ahora que lo tenían tan cerca podían ver que se trataba de un hombre alto metido dentro de un traje blanco como de astronauta.
– ¿Qué hacen aquí niños? – dijo el hombre a través de su traje- Puede ser peligroso.
Y los niños se quedaron como congelados del miedo.
– Por favor, niños. Llevo varios días tratando de fumigar este sitio para ver si hay algo que se puede recuperar aquí o si debemos demoler para poder mudarnos.
– ¿Mudarnos? – Dijo leo.
– Sí, compré esta propiedad hace poco, pero ya veis que es un desastre, así que trato de limpiar, pero ayer los vi husmeando y hoy están en mi patio. ¿Imagináis la cantidad de insectos que hay aquí? No debéis acercarse. No hasta que haya terminado.
Les dijo el hombre mientras ellos se alejaban en sus bicicletas riendo por el mal entendido.