Lo miraba mucho y lo sabía. Las clases ya habían empezado, pero estaba totalmente disperso. De repente tenía demasiada curiosidad sobre la vida del gran Bakugou Katsuki. Por ello se encontraba haciendo caso omiso a lo que dictaba Cementoss, mientras dedicaba su mirada a aquella cabellera rubia de forma insistente.
Era cierto que al llegar a su lugar y escuchar la melodiosa voz de Bakugou gritando como todas las mañanas lo relajó. Ése era el chico que siempre ha conocido, pero luego de un rato, tuvo la necesidad de observar su forma de actuar. Como si deseara verificar si este nunca actuaría de forma tan inusual como en sus sueños y mucho menos le dirigiría algo más que amenazas de muerte a otra persona.
¿Alguna vez habrá sonreído de forma tan bonita? Suponiendo y casi asegurando que tuvo una grandiosa infancia, posiblemente lo habrá hecho. ¿Midoriya sabría sobre eso? Debía preguntarle. También debería mirar si Kirishima, al ser tan apegado y ser quien calmaba a la bestia andante, conocía esa faceta.
Porque si no era a ellos, ¿A quién más podría preguntarle? No conocía a los padres del otro como para ir personalmente a interrogarlos y no creía buena idea enfrentarlo y decirle algo así. Hasta donde él sabía, querría vivir más de 16 años, muchas gracias.
¿Notará que lo estoy mirando?
Creía que hasta ese momento el mismo maestro lo sabía, solo que prefería ignorarlo. No se puso a pensar mucho hasta qué punto era prudente mirar a alguien y que este se cansara o se enojara, pero el sueño lo había dejado un poco confundido por lo que el pensar en alejar la mirada, por más que su vida estuviera en riesgo, le resultaba un poco complicado.
Y así transcurrió el resto del día, llegando por fin la hora de volver a los dormitorios. Sólo que él seguía observando insistentemente el puesto de uno de sus compañeros ya ausente —donde curiosamente aún estaban sus pertenencias— ignorando por completo la hora del día.
Era el momento en que sus amigos le pusieran sus pies sobre la tierra.
—¿Todoroki-Kun?
La voz de Midoriya llegó hasta sus oídos, cosa que lo llevó de nuevo a la realidad.
—Estuviste muy distante hoy. No quise molestar, pero justo ahora sigues ahí sentado como si no nos hubieran dicho que saliéramos.
Ah. Cierto. Estaba en clase.
Midoriya lo miraba un poco preocupado. A lo lejos, en la salida se encontraban Iida junto con Uraraka mirándolo de igual forma al que tenía en frente.
—Perdón por eso, Midoriya. Estaba pensando algo... Pero ya que te veo, ¿Puedo hacerte una pregunta?
—¿Eh? ¿A mí? ¿Pasa algo?
Era gracioso ver que se ponía igual de nervioso que cuando hace unos meses solicitó hablar con él. A veces pensaba que tal vez era un poco díficil el hablarle, pero eso no era importante ahora. Necesitaba aclarar sus dudas.
—¿Bakugou sabe sonreír?
Eso sí que descolocó al pobre chico de pelo verde. Se le quedó mirando por varios minutos antes de contestar con otra pregunta.
—¿D-Disculpa? —La cara de Midoriya sí que era un poema en ese momento.
¿Había formulado mal su pregunta? Tal vez debía cambiar la dirección de ésta para que fuera más clara.
—Es decir... ¿Bakugou alguna vez ha sonreído de forma sincera? Y no hablo de las sonrisas que ofrece cada que está entrenando o peleando en batalla. Es decir, algo más afectuoso.
Midoriya de nuevo se quedó pensando. Empezaba a considerar qué tal vez no sabía cómo referirse a ese tema sin que sonara absurdo. Iba a hablar de nuevo pero lo interrumpió la voz de su compañero.
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Sueños extraños
RomanceTodoroki Shouto tiene sueños raros. Más que raros, perturbadores. Porque no todos los días tus sueños empiezan a tener como protagonista al chico de horrible personalidad de tu salón de clase, haciendo un gesto que ni en un millón de años hubieras p...