¿Es culpa de la leche?

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Nuevamente se encontraba en la enfermería, esta vez siendo reprendido por la anciana mientras esta curaba de su cara malherida. Ya habían hablado del tema y el saber que volvió a su despacho porque provocó la ira de su compañero, era que no había entendido el mensaje de "Por favor no molestes de nuevo al joven Bakugou si no quieres terminar peor"; lo cual acabó siendo real.

Luego de la larga charla y la bella amenaza de que no iba a volverlo a curar si seguía atentando contra su vida él solo, pudo retirarse con una bolsita de hielo en su mano ya que su mejilla estaba levemente inflamada.

¿Por qué? Bueno, digamos que el estallido dirigido a su cara vino acompañado de una cachetada bastante disimulada. Supone que lo merecía por estar probando la paciencia del otro de esa forma y por tocar zonas prohibidas en cuerpo ajeno.

Aunque pensándolo bien, su sueño lo había engañado. La cintura de Bakugou, si bien era un poco más angosta para un chico, no era tan suave como lo quiso creer en su subconsciente. Obviando el hecho de que el cuerpo del más bajo estaba bastante bien trabajando, era mucho menos maleable al tacto.

Claro, no esperaba algo parecido a una cintura de chica porque sabe perfectamente que no lo es. De hecho no le encontraba el interés en dicha zona hasta que tuvo ese sueño con Bakugou. No se iba a dedicar a tomar las cinturas ajenas para comprobar tacto, pero en toda su poca experiencia podía sacar ese tipo de conclusiones.

Aunque la conclusión más interesante que pudo dar su cerebro, mucho antes de perder la concentración luego de recibir una cachetada explosiva, fue que Bakugou tenía una cintura para nada femenina, pero que era bastante agradable de acariciar.

Le habían dicho que volviera, luego de ir con Recovery Girl porque las clases aún no acababan. Así que se dispuso a acatar su orden con paso lento para tardar un poco en llegar, pensando que era muy probable que le esperara un castigo junto con Bakugou. No le molestaba, pero de seguro una vez estuvieran solos la delgada línea entre la vida y la muerte, que sus compañeros lograron ofrecerle, ya no serviría de nada.

Resignado a su muerte, llegó a paso tranquilo al salón. Present Mic no se vio afectado ante su presencia ya que sabía que volvería —incluso cuando faltaba menos de media hora para acaba— y siguió con normalidad su maravillosa clase.

—Ah, es verdad. Todoroki Shouto, luego de clases Aizawa te espera junto con Bakugou en su oficina.

Era de esperarse...

—Sí señor.

Se dispuso a sentarse de nuevo y su mirada se vio dirigida a lo que describía como su distracción favorita. Puede que no aprendiera la lección cada que se pasaba mirando la espalda de éste, pero ya le era un tema difícil de superar.

Un golpecito en su cabeza lo devolvió a la realidad. Bajó la mirada encontrándose ahora con un papelito arrugado en su puesto. Iba a mirar a todos lados buscando al remitente, pero prefirió abrirla porque la curiosidad le podía.

"¿Acaso eres masoquista? Porque no dejas de mirar a Bakugou desde que llegaste. Si te gusta que te peguen, es tu problema, pero al menos disimula un poco o todos te van a creer suicida".

De inmediato su mirada se posó en quien estaba mucho más adelante de su posición. Aquel cabello rojo era sin duda muy reconocible y sabía perfectamente que era él quien le había mandado eso. No sabía cómo si estaba tan lejos, pero logró alcanzarlo que era lo importante.

Observó de nuevo la nota y sin previo aviso un golpecito llegó a su frente como anteriormente sintió, junto con otra bola de papel parecida a la que ya tenía.

"¿O tuviste otro sueño? Porque no me explico otra razón por la que te dio por hacer eso en medio de clases. Al menos acaba con vida esta tarde ¿Sí? Si quieres luego escucharé lo que pasó en tu mente, pero por ahora... Vive".

Sueños extrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora