Sueños y más sueños

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Kirishima estaba actuando extraño.

O sea, no era que le importara que su intento de mejor amigo ya no estuviera detrás de él todo el tiempo —al contrario, lo disfrutaba—, sino que ahora se dedicaba a estar acompañando al bastardo de las dos mitades.

¿El problema? El dos mitades. Sencilla y llanamente, ese era su gran molestia. Ese idiota que al parecer estaba haciendo hasta lo imposible por joderle su existencia. De la nada al muy imbécil se le ocurrió la fantástica idea de hacer su vida más molesta de lo que ya era y no solo eso, sino que además se atrevió a sobrepasar sus límites, hasta el punto de decirle cosas vergonzosas y además de eso tuvo el descaro de besarlo.

Ese jodido beso, ¿qué demonios había sido? Pero lo más importante: debía encontrar la razón por la que no luchó más para separarse y se dejó besar. Claro que el idiota tenía la suficiente fuerza para mantenerlo quieto, sin embargo, él también pudo mover la cabeza, darle un golpe en la nariz con la frente... Lo que sea. Mas solo se quedó ahí quieto, dejando que le dieran su primer beso, que, a su parecer, fue bastante malo, ya que solo hubo un mínimo movimiento de labios y una mordida al final.

Sin desearlo su cara se tornó roja al pensar en eso último. ¿De verdad le había mordido el labio luego de darle un beso tan patético? Aunque claro, ahí estaba él, intentando sonar como experto cuando era el único beso que ha recibido en su corta vida, pero que sabía que había sido malo, porque lo era.

Aunque tenía labios suaves...

«Muy bien... ¡¿Qué fue ese pensamiento, Bakugō Katsuki?!»

De todas las cosas que podía pensar ante el acto del idiota mitad-mitad era que tenía labios suaves. Es más, debería estar pensando mejor en dónde debía enterrar su cuerpo cuando lograra matarlo sin que se dieran cuenta.

Hablando de eso, cuando iba a mitad de camino hacia la salida del edificio con mucha molestia, se detuvo en seco. Suspiró con resignación recordando algo y se devolvió al lugar donde hace nada había salido minutos antes. No es como que le importara otro castigo para él si Aizawa lo encontraba afuera, pero dejó sus cosas dentro, por lo que solo quería ir rápido para largarse a encerrar en su cuarto hasta que el mayor decidiera ir a regañarlo... Otra vez.

Sin embargo, detuvo su andar casi en la entrada del salón cuando pudo escuchar murmullos del par de idiotas dentro. Al parecer estaban teniendo una plática sobre algún tema que pensó no entender, hasta que escuchó con claridad algo que lo dejó atónito.

No, no. Debes estar equivocado... Yo no puedo estar enamorado de Bakugou.

Eso dejó estático a Bakugou en su lugar sin siquiera poder articular una sola palabra en su boca. ¿Qué? ¿Esos dos estaban hablando sobre algo como... eso? ¿Y siendo él parte de dicha conversación? Era algo absurdo. Se notaba que el bastardo solo lo quería sacar de quicio y de paso quería un boleto VIP a la tumba por jugarle al gracioso.

La conversación continuó, así que simplemente se quedó esperando a que terminaran con la maldita broma que andaban haciendo. Además no es como que pudiera hacer más, porque tampoco su cuerpo se quería mover.

Hermano, ¿No recuerdas lo que le dijiste a Bakugou la primera vez que tuviste una de tus... pesadillas?

—¿Qué? No sé de lo que hablas...

Le dijiste que te gustaba.

Bakugou recordó ese momento de golpe ya que su subconsciente lo hizo olvidar ese detalle, porque según él era algo irrelevante y solo le causó molestia cuando lo escuchó aquella vez. Sin embrago, eso no significa nada para él o el idiota...

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