CAPÍTULO 1

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HALIA

SUR DE BRONX, NUEVA YORK.

6 AÑOS.

-Halia, deja eso ahí.-Mamá agarra la pequeña bolsa de chucherías de mi mano y la vuelve a colocar en su sitio junto con el resto. Coloca bien a Cody sobre su cadera, y con la mano libre, arrastra el carrito rojo por el suelo.

Camino unos pocos pasos a su alrededor tranquilamente, hasta que se vuelve aburrido. Miro hacia el suelo, y decido saltar de baldosa a baldosa. Me tropiezo con mis cordones en el tercer salto y me tambaleo hacia una de las estanterías, derramando varias bolsas de papel higiénico.

Mamá se detiene y con un suspiro, vuelve a colocar todo rápidamente. Cuando termina, sus ojos me miran con severidad.

-Quieta, Halia. Ahora no es momento de jugar.-Vuelve a tomar el carrito y lo lleva un poco más adelante antes de detenerse en la sección de pescados.

Mirándolos sobre la mesa, frunzo el ceño con desagrado. Sus pieles brillantes y sus ojos redondos llaman mi atención. Alargo un dedo para intentar tocar una de las aletas del pez más grande y de color oscuro. Mamá golpea mi mano suavemente.

-No toques nada, Halia ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

Esta vez el tono de su voz consigue inquietarme.
Miro hacia su bello rostro, sus facciones cansadas. Ojeras marcando sus párpados inferiores. No soy la única que parece notar eso en ella. Una señora se acerca con su carrito, su sonrisa conocedora.

-Ahh, los niños y su incapacidad para mantenerse quietos. Se ven muy lindos, pero son como pequeños torbellinos.

Arrugo el rostro ante sus palabras. Nosotros no la agotamos, Papá lo hace. Últimamente ya no viene a casa. Ni siquiera para quedarse a beber con sus amigos hasta las tantas de la noche. La paciencia de mamá está en la cuerda floja.

Mamá la mira y sonríe ligeramente. En un rápido movimiento, vuelve a colocar bien a mí hermano sobre su cadera.

-Deberían venir con una advertencia ¿eh?.-Mamá bromea y la señora, mucho más mayor que ella, sonríe mostrando sus dientes. Los ojos castaños miran a Cody y después a mi. Aparto la mirada cuando sus ojos chocan con los míos. Por alguna razón, no siento agrado hacia ella.

-Son niños realmente hermosos.-Añade.

Desde ahí, mi mente desconecta por completo. Miro hacia los pocos artículos en nuestro carrito y camino hacia el otro costado de mamá, lejos de la señora.

Agarro una de las zapatillas de Cody, buscando llamar su atención. Él aprieta con fuerza el chupete en su boca y cierra los ojos, acostándose en el pecho de mamá. Pasan los minutos, mamá sigue comprando y la señora todavía no se ha ido.
Más personas se detienen para comprar el mejor pescado fresco del dia y mi desesperación empieza a ir en aumento.

Mi mirada pasea hacia las paredes transparentes. En frente, hay un jardín hermoso con un columpio solitario. Me giro hacia Mamá y estiro ligeramente su ropa.

-Mamá ¿Podemos ir al parque?

Ella me ignora por completo y sigue hablando con la señora.
Hago otro intento, y solo al tercero parece reparar en mi, pero ni siquiera eso. Me mira y frunce el ceño.

-Halia, vale ya. No es de buena educación interrumpir a la gente cuando están hablando.

Hago un mohín y estiro su ropa de nuevo.

-Pero quiero ir al parque...-Intento poner mi voz lo más lastimosa posible, aunque sé que con ella no funcionará.

No lo hace.

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