CAPÍTULO 2

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HALIA

6 AÑOS

Gruñidos.

Sonidos salvajes hacen eco en la oscuridad.

Camino lentamente hacia atrás, alejándome de lo que sea que hay ahí. Cuando mi espalda entra en contacto con la red metálica, tiemblo y finalmente mis rodillas temblorosas vuelven a ceder.

Sollozo en las sombras, sintiendo desesperación en mi pecho. Mi mente no deja de recordar el rostro de mamá, llorando desesperadamente con Cody fuertemente apretado entre sus brazos, como si hubiera temido perderlo a él también.

¿Podrán encontrarme?

¿Qué harán sin mi?

Quiero salir de aquí. No me gusta la oscuridad.

Miro con ojos llorosos hacia la otra esquina de la jaula. No puedo ver mucho, pero soy capaz de distinguir una figura. Un animal salvaje, agachado como si estuviera preparándose para saltar sobre mi.

Los gruñidos vienen de él.

Aprieto mis rodillas hacia mi pecho y miro con ojos muy grandes, pendiente de cualquier movimiento que haga. Mis pequeños brazos tiemblan y mi rostro se siente muy caliente.

Cadenas resuenan y agudizo los ojos, apretando mi espalda todo lo posible contra la red metálica, aún cuando el frío del metal me hace estremecer. Un quejido lastimero escapa de mis labios cuando encuentro a la figura acercándose más y más a mi.
Espero con expectación, temiendo lo que pueda encontrar allí.

No me gusta la oscuridad, no se puede confiar en ella.

Más lágrimas caen por mis mejillas, nublando mi visión. Mi pequeño cuerpo sufre espasmos, mi respiración acelerándose. Es entonces cuando lo veo.

Un monstruo.

Él se arrastra sobre sus rodillas, sus dedos fuertemente apretados en el sucio suelo. Mis ojos se vuelven más grandes.
Su piel parece extraña en la mitad de su cuerpo, como si estuviera quemada. Cuando mis ojos se elevan hacia su rostro, mi boca se abre en espanto.

Cicatrices, líneas feas y oscuras cubriendo su rostro. Sus ojos de un azul muy oscuro me miran, completamente desorbitados. Su pelo largo hasta sus hombros de un profundo marrón oscuro, luce completamente sucio, descansando suavemente sobre su piel desnuda. Sus dientes chasqueando como si realmente estuviera pensando en comerme.

Él es Caos.

Un niño nacido de la oscuridad.

Él muestra sus dientes, sus ojos fieros. Se empuja rápidamente hacia mí y grito, cerrando los ojos fuertemente y apretando mi cuerpo todo lo que puedo contra la red para alejarme de él. Las cadenas lo empujan hacia atrás y sus gruñidos se hacen más profundos.

Trata de alcanzarme, empujándose con fuerza sobre sus pies desnudos con un ansia casi desesperada. Sus uñas raspando el suelo mugriento, intentando alcanzar mi pie. Sus ojos lucen completamente llenos de locura, fijos e mi, sin parpadear.

Las cadenas le impiden alcanzarme solo por unos pocos centímetros. Lloro más alto y está vez si, fuera de mi, grito alto y fuerte, llamando a mi mamá. Suplicando que venga a buscarme. Ante mis chillidos, el niño salvaje intenta con más ímpetu alcanzarme. Se lanza una y otra vez hacia adelante, sin importarle el daño que sus cadenas hagan en su piel.

Es como si no sintiera nada.

Una risa alta y fuerte resuena en la oscuridad. El hombre de antes ha vuelto, con un plato sobre sus manos. Algo rosado y sanguinolento en él.

-Veo que le gustas a Caos.-Sus ojos se fijan en las ansias desesperadas del niño por alcanzarme, su rostro lleno de ira.-Matarte por ser una niña malcriada no merece la pena ¿No crées? Después del trabajo que le ha costado a mi gente atraparte, sería una estupidez.

Se acerca a nuestra celda y abre una pequeña reja. Desliza el plato por el suelo, sonriendo cuando Caos deja de intentar cazarme y se echa encima de la comida con agresividad. Sus pequeños dedos sucios agarrando la carne cruda y mordiendo con fuerza, emitiendo sonidos que me provocan náuseas.

Los ojos del hombre se vuelven a fijar en los míos.

-Tal vez podrías ser su juguete.-Sus comisuras se alzan, sus ojos brillantes.-Toda bestia necesita un poco de cariño para que se mantengan fieles.-Mira a su alrededor, a la profunda oscuridad de la habitación.

Mis labios tiemblan y grito para que me saque de aquí. Le suplico, pero el solo parece sentirse feliz al ver mis lágrimas. Los sonidos de los dientes de Caos rasgando la carne llenan la habitación.
El goteo constante de la sangre que ahora corre por la barbilla de él. Su respiración fuerte y sonidos de masticación.

-Por favor...-Sollozo, mirando con desesperación al hombre.

Él sonríe mucho.

-¿Ves lo que les pasa a las niñas que no saben comportarse? Esto te servirá de lección para el futuro.-Gira sobre sobre sus pies, con la intención de irse. Sus ojos me vuelven a encontrar por encima de su hombro.-Si sobrevives.

Se aleja y el miedo me alcanza con tanta fuerza que me cuesta respirar. Agarro la red y la sacudo, intentando llamar su atención, gritándole.

Se detiene abruptamente.

-Ah, se me olvidaba. Mi nombre es Sansón. Necesitarás aprender a quien le perteneces ahora.

Finalmente desaparece, y todo lo que puedo hacer es mirar con desesperación su espalda.
Caos termina de comer y empieza a rondar la habitación.
Esperando a que salga de mi esquina.

Me hago una bola y lloro silenciosamente, vigilando cada uno de sus movimientos y cuidando mis espaldas. Pasa el tiempo, y poco a poco, me quedo sin fuerzas. Ya no salen más lágrimas y tengo un dolor profundo en las costillas por los espasmos del llanto.

Consigo dormir con los sonidos de Caos vagando a mi alrededor, esperando. En mis sueños, no dejo de ver a mi madre, con su larga melena rubia y su rostro agotado. Echo de menos a mí hermano y todo lo que he dejado atrás. La seguridad que sentía al lado de mamá y que me ha sido arrebatada en tan solo unas pocas horas. Echo de menos el calor de mi cama y el buen olor del suavizante en las mantas recién lavadas.

Sin embargo, tengo frío, el suelo debajo de mi es duro y ni siquiera tengo una comida caliente para llenar mi estómago.
Solo tengo como compañía a un niño salvaje que quiere matarme. Durante la noche, soy despertada una y otra vez por él, mi cuerpo en tensión. Durante una de sus muchas ocasiones, me despierto para encontrarlo a centímetros de mi, intentando atraparme. Sus dedos agitándose en el aire, a centímetros de mis piernas. Sus gruñidos recordándome una y otra vez mi realidad.

Quiero cobijarme en el pecho de mamá y suplicarle que nunca jamás me deje ir. Cuando estaba con ella, no le dejaba abrazarme por más de cinco segundos. Siempre me gustaba estar en movimiento. Ella decía que yo era imparable. Ahora sin embargo, solo soy una niña intentando dormir en la oscuridad. Suplicando volver a casa.

Cuando por fin vuelvo a dormir, sueño con Caos. Él consigue atraparme y sus dientes devoran mi carne como momentos antes lo había hecho con la carne cruda. Mi propia sangre goteando por su barbilla. Los sonidos de sus cadenas arrastrándose alrededor de él son mi única nana para dormir.

💀CAOS🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora