JOEL
El fin de semana siguiente accedí a salir de copas con mi amigo Erick, al parecer había quedado con un chico que había conocido hacía poco, y ya que éste iba a llevar a un amigo me obligó a acompañarlo.Mi sorpresa cuando vi que se dirigía al fondo de la discoteca, donde había sentados dos chicos y uno de ellos era Chris fue inmensa. Me entró pánico por unos instantes al pensar que tal vez el chico del que había hablado mi amigo era Chris, pero al ver cómo se dirigía directo al otro chico, un rubio alto me tranquilicé al instante. Chris que no parecía de muy buen humor abrió los ojos de par en par al verme allí de pie junto a mi amigo.
Le dediqué una sonrisa y a continuación saludé al chico que me presentaba Erick, que al parecer era nada más y nada menos que el famoso Zabdiel. Éste se dispuso a presentar a Erick y Chris, pero cuando llegó mi turno le dijimos que no hacía falta, que ya nos conocíamos, aunque no dijimos nada del hilo rojo que conectaban nuestras manos.
No sabía muy bien la razón, pero Chris me había hecho ver en más de una ocasión que no quería que se supiera quiénes éramos el uno para el otro. La cara de nuestros amigos fue de asombro, pero se alegraron ya que según ellos así la velada sería menos violenta.
No sé cuántas copas habíamos bebido, ni cuantas estupideces había soltado ya mi amigo, pero empecé a notar que el alcohol me hacía efecto así que dejé de beber más. Erick me llamó soso, pero decidí ignorarlo. Después cuando tuviéramos que llevarlo arrastras a casa veríamos cómo me agradecía el que no me pasara bebiendo.
Pasó un rato y los otros tres bebieron más. Noté que Chris no hablaba tanto como antes, así que empecé a fijarme en él y abandoné la conversación de los otros tortolitos. Lo vi con la mirada brillante y las mejillas algo rojizas por el alcohol, mientras observaba la pantalla de su móvil como si tratara de buscar algo.
-¿Estás bien?– dije llamando su atención.
-Oh... Hm –asintió con la cabeza mientras guardaba su móvil de nuevo en un bolsillo. –Cr-creo... Creo que he bebido demasiado...– Hablaba con dificultad, arrastrando las palabras y apoyó sus codos sobre sus rodillas para colocar su cabeza entre sus manos.
-¿Quieres que demos un paseo?– me ofrecí. Sabía que un paseo en la frescura nocturna le ayudaría. Asintió con la cabeza que todavía quedaba entre sus manos, y con movimientos algo torpes intentó levantarse del cómodo sofá donde estábamos sentados. Rápido lo agarré del brazo para evitar que se cayera.
Tomé su chaqueta y la mía también anuncié que íbamos a pasear. Pero al dar unos pasos, ambos nos dimos cuenta de que estaba algo peor de lo que habíamos previsto. Al estar sentado no había controlado tanto cuánto le estaba subiendo.
-Joel... Baño... –sólo conseguí entender aquellas palabras, y fueron suficientes para que lo llevara hasta los baños del local, que gracias a dios no estaban lejos.
Nada más llegar hasta uno de los retretes, se posicionó de rodillas y comenzó a vomitar, me arrodillé tras él apartándole el pelo de la frente y de la cara, mientras con la otra mano le daba pequeñas caricias en la espalda. Después de vaciar su estómago, se dejó caer hacia mi pecho respirando entrecortadamente, agotado.
-Es asqueroso...-dijo con voz ronca sacándome una pequeña sonrisa.
-Tienes que controlar mejor tus límites...- le dije en tono preocupado. Realmente no me había gustado nada verlo en aquella situación. Lo único que me calmaba era saber que estaba con él a su lado.
-No suelo...–carraspeó un poco antes de continuar –beber... No sé mis límites...-
Le acaricié la cabeza con una mano, y vi que sus ojos estaban cerrados y amenazaba con dormirse allí mismo. Lo zarandeé impidiéndoselo.
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Nuestro Lazo || Virgato || Terminado
Fanfikce¿Que harias si pudieras ver el hilo rojo del destino?