JOEL
Pasaron dos semanas, que se me hicieron eternas, hasta que volvimos a tener algún tipo de contacto.
Chris
¿Podemos hablar?
Me quedé mirando el mensaje una y otra vez hasta que me obligué a contestar.
Joel
Está bien. Voy a terminar mi trabajo en un rato.
Lo cierto era, que aunque me había dolido inmensamente lo que me había hecho, estar más tiempo alejado de él me ponía peor de lo que ya estaba. Lo necesitaba.
Chris
Lo sé, te estoy esperando fuera.
Miré por el cristal del escaparate notando que mi pulso se aceleraba, y vi que efectivamente allí había una figura apoyada. Me apresuré a terminar lo que me quedaba por hacer antes de salir al fin de la tienda.Al encontrarme de nuevo frente a él, me dieron auténticas ganas de olvidar todo lo que había pasado y abrazarme a él como lo necesitaba. Pero sabía que no podía hacer eso.
-Hola– me dijo separándose del cristal y acercándose a mí. Lo miré durante unos instantes.
-Hola– dije al fin. La situación era cuanto menos incómoda. –Demos un paseo– dije para al menos hacer algo mientras guardábamos silencio. Él asintió y comenzamos a caminar sin rumbo fijo. Después de un rato más en silencio, al fin habló.
-Siento mucho lo que pasó aquella noche. No pretendía que fuera de aquella forma. Es sólo que... Bebí más de la cuenta. De no haber tenido alcohol en vena no habría actuado de aquella manera– de nuevo se hizo el silencio. Tenía gracia, pensé, que estaba disculpándose por los besos y forma de actuar que había tenido conmigo, cuando aquello era lo que menos me había disgustado, y no lo cambiaría por nada. -Di algo por favor. Estoy muy avergonzado y...-
-No estoy molesto por cómo te comportaste conmigo aquella noche– Dije cortante -¿Sabes? Me pareció perfecto hasta el momento en que apareció tu compañero de piso, que al parecer se te olvidó mencionar, era tu novio– tan sólo guardó silencio, dejándome hablar. –Me sentí estúpido y ridiculizado en aquel momento. ¿Por qué no me lo dijiste antes?-
-Lo siento- dijo únicamente. Guardamos silencio un tiempo, hasta que habló de nuevo –Richard y yo llevamos siendo pareja desde hace años. Hace cosas que no me gustan, me duelen y a veces me perjudican, pero no puedo dejarlo. Me ha ayudado mucho, y le quiero– Dios, aquel dolor de nuevo se clavó en mi pecho dificultándome la respiración. –Después llegaste tú, y al principio no te conté sobre él porque pensé que no era necesario por el momento. Muchas almas gemelas tienen una relación de profunda amistad entre ellas, y después tienen sus respectivas parejas. Pensé que podíamos ser así. Pero para cuando quise darme cuenta, ya era tarde y en el fondo no quería contártelo-
-¿Y por qué no querías contármelo?– dije sin terminar de comprender.
-No... No lo sé...- retiró su mirada al suelo, señal de que se estaba avergonzando. –Supongo... que me gustaba cómo me mirabas y tratabas. No quería poner en peligro eso contándote que tenía pareja-
Asentí con la cabeza. Con el silencio empecé a darle vueltas a todo. Realmente, Chris nunca me había mentido, pues nunca le había preguntado si tenía pareja o no. Simplemente me ocultó la verdad por miedo a que empezara a tratarle de otra forma. Sin embargo, quería estar con Richard y conmigo mantener una relación de amistad. Me dolía mucho acceder a aquello último. Algo dentro de mí se rebelaba ante la idea de “compartir” a aquella persona. Pero ¿qué remedio tenía? Si Chris era feliz así... Yo no podía oponerme a ello.
-Está bien, comprendo lo que dices, y acepto la idea de mantener una relación de amistad entre nosotros y tener nuestras parejas– una sonrisa radiante se formó en sus labios.
-¿Entonces estoy perdonado?– dijo algo menos cohibido, volviendo poco a poco a ser el de siempre.
-Tal vez... si me llevas a casa en tu coche podría perdonarte del todo– dije bromeando. Me dio un codazo y riendo nos dirigimos a su coche para que me llevara a casa.
Si sólo podía tener a Chris cerca como amigo y de aquel modo no perder momentos como aquel, así sería. Lo aceptaba sin dudarlo.
Durante la semana siguiente quedamos alguna tarde en mi casa para cenar. Al parecer Richard había estudiado medicina y ya estaba trabajando en un hospital. Esa semana se había ido a un congreso, del cual volvería para el fin de semana, y Chris se sentía solo y aburrido en su apartamento haciendo varios trabajos que tenía que entregar el viernes.Fue la primera vez que le vi dibujar, y vaya, quedé maravillado. Estaba diseñando ropa totalmente especial, atrevida, pero también que podías usar en tu día a día. Dijo que si su colección se ganaba uno de las mejores puntuaciones la mandarían a hacer para un desfile que iba a haber en marzo. Estaba tan emocionado al respecto que no pude evitar sonreír mientras me lo contaba.
-Cuando hagan la ropa para chico te la haré probar– dijo mientras daba un bocado del sándwich que le había preparado y continuaba dibujando. Alcé la ceja ante lo dicho, extrañado y sorprendido.
-¿Por qué?– dije todavía con la boca llena del bocado de mi cena.
-Tienes el tipo de cuerpo al que le sienta todo bien– dijo dando otro mordisco, y trazando algunas líneas más. Tragué con dificultad la comida que tenía en la boca, y para disimular mi vergüenza ante el comentario cambié de tema.
-¿Quedaremos este fin de semana? –pregunté esperanzado, al ver que ya estaba llegando la hora de que volviera a su casa.
-Oh... -dijo dejando de dibujar para mirarme, con una mirada de disculpa que no me gustó nada. –Lo siento, este fin de semana no podrá ser. Es el cumpleaños de Richard-
Asentí con la cabeza, diciendo que no había problema y forzando una sonrisa, aunque por dentro me estaba muriendo al imaginármelos en una cena romántica, y Chris dándole los regalos que le había comprado desde hacía tiempo. “Somos amigos. Los amigos no sienten celos, así que ya vale” me reproché mentalmente.
Continuamos hablando mientras él trabajaba un rato más hasta que llegó la hora de irse. Como siempre nos dimos un abrazo, al que ninguno de los dos nos podíamos resistir.
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Nuestro Lazo || Virgato || Terminado
Fanfic¿Que harias si pudieras ver el hilo rojo del destino?