Me encuentro ante una valla oxidada de gran altura que conduce a una terrorífica mansión. Rodeada por un inmenso bosque esta residencia está oculta en un lugar legendario y del cual muy pocos saben de su existencia. Mis investigaciones me han conducido hasta las mismas puertas del horror. Y es que he tenido que encontrar la verdad en medio de tanto lío. Todas las historias que me contaba la gente interrogada tenían en común una historia verídica transformada en leyenda urbana. De una forma o de otra la historia era la siguiente locura demencial:
Las paredes estaban teñidas de sangre, derramadas por el odio. Un odio inhumano había invadido la mente del amo de la casa. Había desmembrado uno por uno, todos los habitantes de la casa. Su demencial actuación llegó hasta punto de decorar la casa con los restos de sus víctimas. Había utilizado las cabezas sanguinolentas como farolas. De las cuencas vacías salía la luz. Había colgado como trofeos algunas cabezas. Con varios torsos había construido sillas y mesas. Su cama estaba construida a partir de vísceras. Sus platos eran cráneos, sus tenedores huesos. La alfombra del recibidor, piel cosida. Cuadros pintados con la sangre de los muertos. Cualquier artículo de decoración o mueble que uso podáis imaginar estaba construido con restos humanos.
Los habitantes del pueblo notaron la desaparición de las cien personas que habitaban la mansión Ferguson. El fétido olor proveniente de la mansión empezó a llegar al poblado. La policía fue a investigar y sólo encontró muerte. A Frederic Ferguson (el amo de la casa) no se le encontró, claro que entra tanto cadáver a saber si había muerto también. Nadie se atrevió a tocar ninguna cosa de la macabra mansión. La policía cerró el caso diciendo que supuestamente el amo de la casa los había matado a todos. Supusieron que había sido él por la mala fama que tenía. Cómo pasaron los meses y no hubo más muertes se dejó correr el asunto. Lo único es que se pusieron diligencias por si veían a Ferguson.
Habían pasado quince años de aquel día. Muchas historias habían surgido. Que si por las noches se iluminaba la casa, que si habían visto a Ferguson oteando el pueblo desde la verja oxidada que rodeaba la mansión. Contaban que llevaba gente de fuera allí dentro y no se la volvía a ver... Pero ninguna denuncia y ninguna desaparición en el pueblo. La policía pensaba que era imaginaciones de la gente del pueblo. Y es que hay que tener en cuenta que en aquella época la policía estaba a veinte kilómetros del pueblo. Sólo había un alguacil un poco sordo y corto de vista; así que no se daba cuenta de los hechos extraños que supuestamente ocurrían.
Los adolescentes de los alrededores habían crecido escuchando aquellas historias. No habían visto la casa por dentro; puesto que había sido clausurada. Para ellos las historias eran sólo esto historias. Aun así, no se atrevían a acercarse a la tenebrosa mansión. Pero esto cambió aquel día. Un grupo de adolescentes un día de verano, aburridos como estaban, decidieron acercarse a la entrada.
La verja estaba oxidada, igual que el candado. Este estaba partido debido al óxido. Eran ocho, cuatro chicas y cuatro chicos.
- ¿Estáis seguro del que vamos a hacer? - Pregunta Ricard.
- ¿Que eres? ¿Una gallina? - Le dice Jennifer
-Sólo son historias para asustar niños- dice Richard- Simplemente el lugar es peligroso porque está viejo y no quieren que nos acerquemos.
Decidieron entrar. La verja hizo un ruido estridente. Avanzaron por un camino lleno de basura. A cada uno de los lados había un pequeño bosque. Avanzaron despreocupados. Unos zumbidos les pusieron en guardia. Era un sonido muy intenso. Hacia olor a podrido. Se acercaron al umbral izquierdo del camino. Allí vieron que las moscas voleaban alrededor de un cadáver de ciervo medio descompuesto. Con cara de asco aumentaron el paso. Finalmente llegaron a los escalones que llevaban a la puerta de la mansión (después de pasar por el lado de una inmensa fuente, con el agua de un color no muy apetecible).
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OMNIAUM
Science-FictionAlgunos jóvenes se han criado en un mundo virtual sin ser conscientes de que existe uno real al otro lado. Para ellos, tener parámetros de habilidades y subir de un salto a un edificio es algo tan normal como respirar. Estos jóvenes viven en un luga...