Capítulo 1: Beben sangre pero no son malvados

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Era un niño la primera vez que vio un vampiro, un niño de doce años. Fue en una librería y le pareció de todo menos malvado. ¿Borde? Sí. ¿Imponente? También. Gritaba mucho y A-Zhan puso mala cara, pero eso no quería decir que fuese un ser maligno. Además, A-Zhan tenía nueve años y ponía mala cara ante todo lo que provocase un sonido mayor que el de la caída de una hoja. Su hermanito era un niño de oído sensible y alma de músico, justo ahí residía su don.

El primer vampiro que conoció no se parecía en nada a los seres malévolos de las historias de su tío. Lan QiRen le había hecho creer que eran sanguijuelas retorcidas, pero ese hombre parecía de todo menos una sanguijuela. Era muy grande y gritaba mucho. Tenía el ceño fruncido y el pobre dependiente de la librería parecía amedrentado, tanto que daba la impresión de que se iba a esconder debajo del mostrador de un momento a otro. Normal. Aunque a esa edad y antes de haber dado el estirón a Lan Huan todo le pareciera bastante grande, claramente ese vampiro medía mucho más de la media. Y hay algo mejor. A esa edad todavía era un niño curioso que —muy de vez en cuando— se saltaba a la torera las estrictas normas de su familia. Los Lan tenían normas hasta para ir al baño; por mucho que supiera que debían ser respetadas, eso era pasarse. Gracias a eso y a una innata impulsividad que desaparecería con los años de disciplina, el joven pre-adolescente se acercó al vampiro mientras su tío y su hermano buscaban libros de texto para el comienzo del curso escolar, antes de que este saliese de la tienda con un manual de historia del arte en la mano. El hombre frunció el ceño al ver al chiquillo parado frente a sus narices, grandes y brillantes ojos pardos mirándolo sin un ápice de miedo, llenos de curiosidad como si pudiera contemplar los iris rojizos camuflados tras unas lentillas oscuras.

-Eres un vampiro, ¿verdad?

-¿Pero qué cojones?

Así conoció a Nie MingJue, su primer amigo vampiro. Y su mejor amigo también.

Por supuesto, tardaron varios años en hacerse amigos, pero MingJue debía admitir que siempre le había gustado la valentía de ese chiquillo, y que para él siempre sería un chiquillo independientemente de lo que envejeciese. A los veinte años, lo seguía llamando chavalín, pero por suerte dejó de hacerlo cuando se graduó en la universidad en Bellas Artes. Eso (su carrera) decía que no lo entendía, porque al parecer MingJue tenía un hermano pequeño que también era un ferviente aficionado al arte —y un ferviente chupasangres, claro está— y jamás le comprendería. Luego se compraba libros sobre arte para intentar mantener una conversación de más de cinco minutos con su hermanito, porque en el fondo era un amor de persona. Nie HuaiSang llevaba años, más años de los que es sano pensar, recorriendo el mundo de arriba a abajo en busca de artistas a los que llevar a la gloria y, en muchas ocasiones, a la cama. MingJue nunca dejó que se fijase en Lan Huan, pero porque realmente Lan Huan se bastaba y se sobraba, su talento para la escultura estaba fuera de toda discusión y sus obras parecían sacadas directamente de otro mundo.

(También lo hizo por el pequeño detalle de que su hermanito y los exorcistas no congeniaban demasiado bien... Huía a San Petersburgo cada vez que se encontraba con uno, literalmente. Por alguna razón, no hay exorcistas en Rusia.)

Si le preguntasen a Lan QiRen si estaba orgulloso de sus sobrinos, diría que sí sin dudarlo. La cosa, con Lan Huan tenía dos pequeñas espinitas clavadas. La primera: era amigo de un vampiro y de otros tantos seres sobrenaturales. Eso no sería ningún problema —al fin y al cabo los Lan se habían dedicado durante generaciones a mantener el equilibrio entre el mundo mortal y el submundo, sus relaciones con los seres místicos eran variadas y cordiales en su mayoría— de no ser por la primera parte, la de los vampiros. La verdad sea dicha, a los vampiros en concreto les tenía una serie de rencores personales. No era por su naturaleza demoníaca, (que también, pero se salvaban por haber estado manteniendo un perfil pacífico los últimos siglos) si no por una vampiresa en concreto que conoció durante su adolescencia y que le provocó canas prematuras, una historia un poco turbia. Aunque eso, por supuesto, no se lo confesaría jamás a sus sobrinos. Nunca. Los jóvenes Lan Zhan y Lan Huan habían crecido con el vampirismo como un tema tabú durante las comidas sin saber muy bien por qué. A WangJi le inquietaban porque no podía oír los deseos de sus almas, así que no tenía ningún problema con evitar ese tópico, pero a su hermano le gustaban bastante, y más desde que conoció a MingJue.

Hollow [XiCheng] [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora