Cap 18: Premonición de Guerra

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Leona volvió al templo, había intentado mantener sus ojos secos durante todo el camino hasta que finalmente llego a su lujosa habitación y se dejó caer en su enorme cama, permitiendo que su rostro se hundiera en las suaves almohadas de plumas, intentando no pensar en nada, mantener su mente en blanco, sus pensamientos despejados.

Sin embargo, las palabras de Diana se repetían en dentro de sí misma una y otra vez como si de un eco se tratase confundiéndola e hiriéndole más profundamente cada vez más. No sabía que le había dolido más, la frialdad y rencor con el que Diana había mencionado aquellas palabras o el hecho de saber que lo que había dicho, de alguna manera era verdad.

Para su suerte, a esas horas de la madrugada, todos o mejor dicho, los pocos que laboraban dentro del templo y aquellos que podrían haberla visto en las calles debían estar durmiendo y no debía dar explicaciones de su estado actual. Podía intentar dormir un poco, recuperar su compostura y estar lo más lista posible para el día y todos los deberes que este traía consigo como Avatar del Sol y ahora, encargada de la ciudad.

El sonido de los pasos de una persona acercándose desde el pasillo y adentrándose en su habitación y deteniéndose justo frente a ella le hizo levantar la mitad de su rostro para observar la dorada armadura y capa azul frente a ella, lo que le hizo suspirar una última vez y refregar sus ojos con sus manos, esto eliminaría las lágrimas que se amontonaban en sus orbes, aunque nada podía hacer con lo hinchados y rojos que estos estaban.

-Sentí la presencia de tu hermana-

Hablo el hombre, su tono era fuerte pero estoico, frio, sin emociones particulares que se pudieran sentir.

Leona se incorporó en su cama, sentándose en el borde mirando a las grebas del hombre, sin ánimo de entablar un contacto visual y asintió.

-¿Se fue?-

-Si...-

Volvió a afirmar con un asentimiento.

-¿Dijo algo de interés?-

Esta vez, Leona si levanto su vista y observo el rostro sin emociones del hombre, y entendió lo que quiso decir. En otras palabras: "No me interesan sus problemas humanos o lo que sea que haya pasado, quiero saber si dijo algo que me importe o sea de utilidad".

-Diana... Ejem- Carraspeo cubriendo sus labios con su puño para corregirse y hablar de un modo que el Aspecto frente a ella entendiera. -El Avatar de la Luna dijo que se nos uniría en batalla, y que estaría listo para cuando llegase el momento-

-Bien entonces, aunque sigo sin entender por qué los demás se preocupan tanto por profecías antiguas y rasgadas, temiendo de aquellos falsos seres que se osaron a robar nuestro poder. Pero, de algo estoy seguro, y es que con nosotros tres es más que suficiente. Esta vez, arrancaremos la raíz del problema de una vez y para siempre-

Luego de dar su discurso que iba más dirigido a si mismo que a la castaña decaída que tenía en frente, se dispuso a abandonar el lugar, pero luego de dar un par de pasos en dirección a la puerta se detuvo un momento y se giró súbitamente encarando a Leona una vez más.

-Sigo sin entender por qué los demás insisten en dejar que los mortales controlen su poder en lugar de tomar por completo el cuerpo del recipiente, una manera ineficiente de hacer las cosas a mí parecer. Pero es su decisión, así que no dejes que tus problemas mortales interfieran en lo que debemos hacer-

-Si...-

Y con esas palabras el hombre salió de la habitación perdiéndose en los pasillos.

Apenas salir, la castaña bajo aún más su rostro, permitiéndole que sus cabellos le cubrieran el rostro mientras apretaba fuertemente las sabanas con sus manos. Era verdad, su encuentro anterior le había tenido absorta pero ahora recordaba la realidad, no solo se trataba de Diana, también había perdido a Atreus.

Del mismo modo que la ahora de cabellos de platinados, el hombre amable y gentil que alguna vez fue Atreus había cambiado... No, se podía decir que el cambio de Atreus era aún más extremo que el de Diana, el Aspecto que había habitado en el había consumido por completo su ser.

El hombre que Leona conoció y con quien pasó gran parte de su vida, a quien consideró como su única familia ya no existía más, no era distinto a decir que había muerto. Ahora, aunque su cuerpo físico permanecía en este mundo, le pertenecía por completo al Aspecto de la Guerra. Ya no más Atreus, simplemente Pantheon.

Era increíble, la batalla aun no había comenzado. Y sin embargo ya había perdido tanto...

No, Pantheon tenía razon. No podía dejar que sus problemas interfirieran en su deber, incluso Diana lo había aceptado de ese modo y ella no debía ser la excepción, después de todo, de nada servía mortificarse por lo que sería después, si no lograba proteger el ahora.

.....

Las pocas horas que restaban antes del amanecer pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y los primeros rayos de sol le sorprendieron aún sumida profundamente en sus pensamientos.

Para cuando Andrew, su ahora asistente personal, llamó suavemente la puerta de su habitación, le sorprendió con una expresión de pesar y su rostro hecho un desastre por los rastros de lágrimas secas, además de las enormes ojeras que llevaba bajo sus ojos.

-Señorita...-

-Estoy bien Andrew-

Le mintió, incluso antes de que pudiera terminar su frase, aunque sabía que no lograría convencerlo.

-Pero...-

Intento replicar el joven, siendo silenciado una vez más antes de terminar, pero esta vez por la mano en alto de Leona.

-Solo, déjame tomar una ducha y prepararme, ¿si? Entonces iremos y atenderemos todo, realmente necesito ocupar mi mente en algo-

Andrew titubeo un momento, pero la mirada decaída y la obvia fatiga de la apreciada castaña le hizo tomar una decisión.

-No-

Dijo mordiéndose los labios, nunca pensó en ir en contra de las órdenes y deseos de Leona, pero era su propia lealtad y respeto hacia ella era lo que le impulsaba a actuar de esa manera.

-¿Perdón?-

Pregunto Leona confundida.

-Dije...- Tomo aire y miro a su Líder a los ojos. -Dije que no- Y acto seguido puso su rodilla derecha en el suelo, inclinándose justo bajo el marco de la entrada de la habitación.

-Por favor señorita, sé que es un pedido egoísta, pero le pido que me permita a mí, como su representante y asistente, atender los asuntos del día de hoy. Realmente no sé qué ha sucedido pero... si usted está en ese estado...-

-Dije que estoy bien-

Interfirió por tercera vez Leona levantándose, pero Andrew no se movió.

-Permítame negarme nuevamente Señorita, para mí... No, estoy seguro que para todos en la ciudad, su salud y bienestar es la máxima prioridad, por eso, por favor permítame hacerme cargo esta vez y usted, por favor descanse, tómese el día para usted y recupere sus fuerzas-

Leona estaba lista para refutarle nuevamente, reprenderle y hacerle saber que se sentía lista para sus labores y que las cumpliría tal como se le había encargado. Sin embargo, luego sintió que las fuerzas abandonaban su cuerpo y suspiro mientras dejaba caer sus hombros y a si misma nuevamente sobre las sabanas de la cama.

-De acuerdo, entonces Andrew, te encargo las labores del día de hoy-

-¡Sí! Gracias por depositar su confianza en mí y por atender mis egoístas pedidos-

Le respondió el chico sonriéndole, agradecido y avergonzado por sus atrevidas palabras.

-Pero si algo sucede, por favor infórmame, estaré allí de inmediato-

-Por supuesto-

Acepto el chico y se levantó, haciendo una reverencia antes de marcharse.

Una vez estuvo sola de nuevo empezó a desvestirse y se dirigió a la sala de baño, aun si ahora tenía la oportunidad de seguir descansando, la idea de tomar una ducha no había abandonado su cabeza.

Dejo que el agua fría limpiara su cuerpo y aclarara su mente, al fin había logrado posponer un poco todo lo que le agitaba, almenos lo suficiente como para poder tomar una siesta luego.

Apenas salir vistió solo con su ropa interior e inmediatamente se envolvió en las frazadas y simplemente intento dormir, cosa que no le tomo realmente mucho tiempo, pues apenas sentirse cómoda su cuerpo se sintió pesado y cansado.

....

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero una sensación extraña le hizo abrir los ojos y levantar perezosamente la parte superior de su cuerpo.

Aun se sentía ligeramente desorientada cuando un ligero temblor se pudo sentir bajo su cama y en las paredes, acto seguido, otro temblor un poco más fuerte sacudió toda su habitación y Leona despertó por completo, poniéndose en alerta.

Rápidamente vistió lo primero que encontró y salió corriendo a la salida del templo, aumentando la velocidad cuando sus oídos empezaron a captar los gritos y el ajetreo que se daba fuera del templo.

Por instinto Leona vistió su armadura justo cuando atravesaba el último pasillo e incluso materializo su espada y escudo, completamente armada y lista para lo que fuera que sucedía.

Apenas salir la escena le dejo sin palabras, la ciudad estaba sumergida en oscuridad a pesar de que sentía que había dormido apenas un par de horas, el cielo estaba tan oscuro que parecía que ya había anochecido.

Buscando una respuesta dirigió su vista al cielo, tal como ella creía el sol estaba en lo alto, sin embargo este no brillaba. Su luz parecía completamente opacada, como si hubiese desistido de iluminar al mundo o estuviese cubierto por otra entidad.

Leona siguió mirando al cielo, cuando su vista creyó percibir algo. Un destello, no. Una especie de rayo rojo caía a gran velocidad del cielo como una lagrima de sangre llorada por el mismo astro solar y cada vez se hacía más grande.

Finalmente alcanzo un tamaño considerable y se estrelló de lleno en la ciudad, destruyendo las estructuras que estaban alrededor del punto de impacto y creando un temblor tan fuerte que parecía que el suelo se resentía del impacto, esparciendo llamas por los alrededores.

Leona corrió hacia la zona que ahora se encontraba cubierta en llamas, los sobrevivientes huían del lugar mientras que los rezagados suplicaban por ayuda con toda la fuerza que podían exprimir de sus gargantas y los cadáveres yacían sin vida esparcidos por el lugar, aportando tonos carmesí y un olor acre al ambiente.

Leona intento apresurarse a ayudar a los que no podían huir por su cuenta, pero sus instintos se agudizaron y un escalofrió le recorrió cuando se acercó al sitio. Entonces, en el cráter el objeto que había caído empezó a levantarse, la demoniaca silueta que se veía a través de las llamas atravesó del humo, era almenos dos veces más alto que ella misma, y lentamente salió del lugar.

Un demonio, no podría describir al ser de ninguna otra manera. El ser gigantesco poseía unos ojos rojos que brillaban con luz propia y su cuerpo era una mezcla de algún metal negro, carne y sangre.

El ser miro a todos lados y clavo su enorme espadón en el suelo mientras abría los brazos y extendía sus alas.

-¡Admira mundo! Tu fin, ha llegado-

La voz grave y profunda hizo eco en el lugar. Leona se levantó y elevó su espada, dirigiéndose hacia el monstruo. Ya había visto este ser antes, no debía dudar, ahora era momento de actuar.

Aprovechó el aparente descuido del demonio de despojarse de su arma y salto apuntando su filo al cuello, si podía acabar esto de un solo golpe entonces todo llegaría a su fin.

Pero sus ideas fueron muy optimistas, el ser miro en su dirección y con un solo movimiento de su brazo se cubrió del filo de su espada, que se suponía debería poseer el poder del sol en ella, y un filo tan agudo como ningún arma mortal debía poseer, y acto seguido sintió un fuerte golpe en su costado que le envió a volar de nuevo a donde había estado.

Se resintió del dolor y mientras se sostenía el costado miro al ser. Su mano derecha aun permanecía en su espada, mientras su ala izquierda volvía a su posición inicial.

"Su ala..." Murmuro " ¿Quiere decir que me despidió de esa forma solo con su ala?"

-¡Bah! ¡Avatares!- Gruño mirándole fijamente por primera vez -Claman ser semidioses, pero no son distintos a insectos débiles y molestos-

Luego, levantó su enorme espadón con una sola mano y lo apunto directamente a ella.

-Avatar del Sol. ¡Yo soy Aatrox! Y he venido a exterminarlos-

Leona mordió con fuerza para ignorar el dolor y levanto sus armas, sin embargo cuando vio como el ser, Aatrox dejaba caer su enorme espada sobre ella abandono la idea de un contraataque, desvaneció su espada, y se aferró a su escudo con fuerza, contrario a todo su entrenamiento y experiencia cerro fuertemente los ojos, apretó la mandíbula y se sintió aterrada, sin embargo...

No sintió dolor, la siguiente vez que abrió los ojos de manera exaltada se encontró en su cama, cubierta de sudor y parcialmente desarropada. Levanto su torso para sentarse. Su respiración era irregular y sentía su pecho pesado. Intento arreglarse un poco su desordenado cabello y descubrió que sus manos y casi todo su cuerpo temblaba, acaso ¿fue eso una pesadilla?

No, no fue solo eso. Su cuerpo aun reaccionaba a lo que vio, no podía ser solo un mal sueño.

Inmediatamente se levantó de su cama, vistió las mallas que solía usar cuando salía a entrenar e invoco su armadura. Mientras respiraba profundamente para recuperar la compostura, Pantheon entro, contrario a su constante estoicismo le miro con una expresión confusa.

-¿Has sentido eso?-

Soltó de manera apresurada.

-Si-

Respondió Leona mirándole, queriendo descubrir exactamente que había sentido.

-Ya viene, el destructor está cerca-

Leona asintió y tomo su espada y su escudo, recordando fugazmente lo sucedido en el sueño.

-Hay que encontrarlo primero- Soltó Leona, intentando evitar que el temor se apoderara de su cuerpo -No podemos dejar que llegue a la ciudad-

Pantheon asintió.

-Se dónde buscar-

Soltó pantheon y salió del lugar, Leona se palmeo las mejillas suavemente en un intento de concentrarse y salió detrás de él.

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#ImHakku

La cima del Monte Targon [Diana x Leona FanFic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora