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Mierda y más mierda.

El primer mes de casado, Yoongi se sentía de lo mejor y como no, si su luna de miel fue en Europa, cuando no estaban fuera paseando en las calles de las grandes ciudades Europeas se la pasaban encerrados en una habitación teniendo buen sexo.

Si algo tenía él es que su libido era casi insaciable, antes de casarse recuerda que cada fin tenía un nuevo hoyo en donde meter su polla. Si, así era Min Yoongi, no le importaba incluso si era de una mujer con un buen par de tetas o si era un hombre, preferiblemente mayores que él.

Min Yoongi no iba a jugar al hombre heterosexual. No le daba vergüenza, pero ahora las cosas eran distintas, ahora estaba felizmente casado. O eso es lo que quería pensar.

Cuando volvieron de su luna de miel, fue cuando empezaba arrepentirse de haberse casado, todavía recuerda el asqueroso olor y el desastre que había en su casa, claro, todo fue culpa del mocoso, no se había dignado en limpiar o recoger las cosas que utilizaba, no quería exagerar pero hasta comenzaba a pensar que en todo el mes no se dignó siquiera a tender su cama.

Ese día obviamente tuvieron una dura pelea y no fue la última.

Seulgi le había dicho que tratara de llevarse bien con su adorado niño, pero nada funcionaba, había algo en ese chico que lo obligaba a aborrecerlo.

Los meses pasaron y aparentemente las cosas se apaciguaron. En realidad prefería ignorarlo, al igual que Hoseok lo hacía, al menos eso mantenía tranquila a Seulgi.

La paz duró solo cinco meses.

Yoongi trataba de ignorar lo más que podía a su hijastro, pero este lo hacía casi imposible, pues como iba a ignorar al niño si se paseaba por la casa con esos shorts tan cortos y apretados que resaltaban sus piernas y ese culo mucho mejor que el de su esposa. Yoongi sabía que era una estupidez pensar eso, era incorrecto pues estaba casado con la madre de ese chico y además era mucho menor que él, pero no se iba a engañar, Hoseok era jodidamente caliente.

Siempre que tenían discusiones se distraía viendo sus labios, imaginando que rodeaban su polla mientras lo tomaba todo, eso lo frustraba como nunca antes, empezaba a imaginarse situaciones para nada decentes con Hoseok, se estaba volviendo loco.

-¿Podrías por favor decirle a tu hijo que no esté metiendo a cualquiera a la casa?- Yoongi le dijo un día a su esposa.- Esto no es un hotel, Seulgi.

La verdad es que al principio no le molestaba, de hecho le daba igual la vida del chico, siempre y cuando no lo afectara. Pero una noche escuchó sus gemidos al pasar por su habitación.

Lo primero que pensó fue que era una falta de respeto a su casa, no iba a permitir que cualquier hijo de puta hormonal usara su hogar como un motel barato, pero la verdad era que le hirvió la sangre que alguien más pudiera escuchar esos deliciosos gemidos, no sabía que le pasaba.

-Se lo diré cariño, pero Hoseok es joven, tiene derecho a divertirse.- Seulgi le respondió tranquila mientras leía una revista, parecía que eso era lo único que hacía todas las tardes; Seulgi estaba sacando a relucir su verdadera cara.

-Claro.- soltó un bufido.- Pero no en mi casa, no es un hotel te vuelvo a repetir, si quiere andar de hormonal que vaya a uno.

Fue lo último que dijo antes de salir furioso a fumarse un cigarrillo. Si, enserio se estaba volviendo loco.

Hoseok no se sentía diferente, de hecho estaba mucho peor.

Siempre se encontraba a la defensiva porque Yoongi lo intimidaba y no quería demostrárselo, lo ponía nervioso.

-¿No será que te gusta el señor Min?- le preguntó una vez Seokjin.

-Nunca en la vida me gustaría una persona tan aburrida como él, además Jin, es un viejo, estoy seguro que ya ni se le para.- respondió con burla pero la verdad es que empezaba a dudar de lo último, pues una vez accidentalmente escuchó los gemidos de su madre, fue asqueroso pero también se preguntó que tan grande la tenía el señor Min para hacerla gemir de esa forma.

Daddy give me more ~ [YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora