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Otros meses pasaron y la relación entre Yoongi y Hoseok seguía, los sentimientos por parte del menor empezaron a crecer más y más, ya ni siquiera luchaba por controlarlos. En cambio el mayor luchaba por no sentir nada más que placer sexual por el más pequeño, aunque le era casi imposible.

Maldecía cada vez que sonreía al pensar en aquel chico con labios de forma de corazón, en como sus ojitos brillaban cuando le regalaba alguna de sus golosinas favoritas, en cómo se reía cuando bromeaban entre ellos, había memorizado cada gesto que hacía y cada manía que tenía, por ejemplo esa costumbre de señalarlo cuando se reía de algo gracioso que él hacía o decía, o el triángulo en sus labios cuando se molestaba, había memorizado de hecho también cada lunar y peca de su cuerpo, de pies a cabeza, conocía casi todo de él, por todas las veces que ya habían estado juntos, su cabello rojo parecía brillar más que el propio sol y lo hacía lucir joven y alegre, aún más cuando usaba esos suéteres holgados de colores vivos, todo Hoseok era luz. Yoongi sentía no era nada a su lado.

Yoongi tenía miedo, miedo de lo que estaba empezando a sentir por el hijo de su esposa.

Yoongi estaba pensando en todo, en lo arruinado que estaba su matrimonio desde hace un par de meses, pues dormir con ella, ya era un martirio, ya no le daban ganas de tocarla, su olor era demasiado empalagoso para su gusto, su voz demasiado aguda que hacían doler sus oídos, su cuerpo era frágil y no se acoplaba al de él; en conclusión, no era Hoseok.

Comenzó a girar en su silla, de pronto y como de costumbre Hoseok apareció en su mente, como si hablaran telepáticamente, su móvil vibró, notificando un mensaje del dueño de sus pensamientos.

Daddy, vuelve a casa pronto. Te tengo un regalito. Besos.

Un simple mensaje borró toda preocupación, ese poder tenía Hoseok en él.

Estaba ansioso por llegar a casa y ver a su niño, pero antes de salir de su trabajo tenía que hacer una llamada.

El sonido de espera se escuchaba a través de la pequeña bocina del teléfono, hasta que alguien contestó.

-¿Si? ¿Qué pasa cariño?- del otro lado de la línea se escuchó la voz de su esposa. No quería arriesgarse de que los descubriera como había pasado hace algunas semanas, cuando había entrado a la casa y ellos estaban teniendo una sesión de ardiente sexo en la habitación de arriba.

-¿En dónde estás, nena?- ya sabía la respuesta, pero solo quería asegurarse.

-Oh, estoy en el club con la señora Kim y su hijo.- respondió ella. Sabía que a Seulgi le gustaba darse lujos y ahora de hecho no tenía ningún problema en que se haya unido a uno de los clubs deportivos más caros de la ciudad, mientras se mantuviera fuera de casa la mayor parte del tiempo.- ¿Por qué no vienes? Tiene mucho que no hacemos algo juntos.

-No puedo, tengo mucho trabajo.- respondió mientras tomaba su saco y las llaves de su auto.- De hecho ya debo colgar, diviértete preciosa.- ni siquiera espero una respuesta, su piel ardía de deseo por Hoseok, además sentía curiosidad por la sorpresa que le había mencionado.

Seulgi no quería admitirlo pero se sintió mal al no tener la atención de Yoongi como antes, a pesar de que no había amor entre ellos, anteriormente se divertían juntos y el sexo nunca faltaba, ahora Yoongi ni siquiera la tocaba, poniendo de excusa que estaba cansado o cosas de ese estilo. Suspiró, de nada servía quejarse mientras tuviera dinero y todo lo que siempre deseó y nunca tuvo con sus anteriores parejas.

Guardó el teléfono en su bolso y bebió de su piña colada, mientras retomaba la conversación con la señora Kim, quien era la esposa de uno de los empresarios más ricos de Seúl.

Daddy give me more ~ [YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora