⚘ Pasivo . . .✧

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Green miraba con envidia a su esposo, ese sujeto solo estaba ahí, echado en el sofá como si nada, mimando a su ratón eléctrico que igualmente solo estaba acostado sobre el pecho de su entrenador, disfrutando de una vida de vagancia. Claro, si el que mantenía la casa era el castaño. Red no tenía mucho de que preocuparse, a veces tal vez de hacer la limpieza e incluso ahí no hacia mucho, sus pokemon eran los que realizaban el mayor trabajo.

Green trató de relajarse, pero era casi imposible al ver la mesa del comedor llena de papeles y su laptop encendida donde miles de archivos se almacenaban. Las vacaciones en Alola habían sido encantadoras, pero a su regreso, el líder de gimnasio se encontró con un montón de trabajo atrasado. Se supone que había dejado a su segundo al mando a cargo de las labores del gimnasio y aunque la chica había defendido bien la medalla de tierra y mantenido al resto en forma, se había olvidado por completo del papeleo.

-¿Necesitas ayuda?- Red se había acercado, dejando a Pikachu dormitar en el sofá.

-¿Sabes que es todo esto?- su tono de voz llevaba cierta hostilidad.

Red tomó uno manojo de papeles, leyéndolos con detenimiento; eran muy parecidos a lo que Lance le llevaba a diario cuando niño y campeón, pero sinceramente nunca hizo su trabajo, siempre lo dejaba en el escritorio y el pobre de Lance debía cumplir con esas tareas, siempre justificando el actuar de Red con "es un niño, ya crecerá"

Aunque ahora de arrepentía, tal vez de haber hecho sus labores en ese entonces, ahora podría ayudar a Green.

-No.

Contestó resignado, logrando un suspiro cansado del menor.

-Lo imaginé.

Green no dijo nada más y siguió con su trabajo, tecleando letra tras letra, a veces apretando demasiado, seguro estaba estresado y Red pensó en una nueva solución.

-Deja tu trabajo.

-¿Qué?- Green le miró indignado. ¿dejar de ser líder de gimnasio? No,no,no ¡no! Tal vez a veces era estresante o aburrido, pero amaba su trabajo, ese gimnasio era uno de sus mas grandes orgullos, incluyendo a sus subordinados que tanto habían aprendido de él.

-Podemos vivir viajando, sabes que nos iría bien de esa forma. De hecho, justo ahora puedo vencer al alto mando y tendremos dinero para el resto del año, después nos iremos.

Green estaba sorprendido, no solo porque Red había hablado mas de lo normal, sino que el idiota ahora quería que ambos se convirtieran en ermitaños. Oh no, tal vez para muchos era difícil de creer, pero en realidad el castaño valoraba la vida hogareña, le gustaba tener un lugar al que pertenecer y poder regresar, claro que todavía disfrutaba de sus aventuras, pero disfrutaba aún más que al final de una día estresante de trabajo, poder llegar a casa y tomar un baño caliente, servir la cena y ver una película acurrucado junto al amor de su vida o a veces acampar, ya que Red disfrutaba mucho más dormir bajo las estrellas.

Como fuera, no quería dejar su trabajo para vivir una vida errante.

-Red... Amo mi vida tal y como está.

Los ojos escarlata se abrieron con sorpresa ¿Cómo Green podía estar feliz con esos papeles a montones?

-¿Por qué?

-Porque luché por ella, yo me la gané y aunque suena tentador volver a los viejos tiempos... En realidad amo tener una vida doméstica junto a ti.

Ambos se miraron fijamente, Green comenzó a sonrojarse y ponerse nervioso ante la mirada casi depredadora de su esposo.

-Entonces puedo ayudarte de otras formas.

El azabache apagó el ordenador y algo en su voz perturbó a Green, era demasiado... Sexual.

30 Días de Originalshipping!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora