De un lugar muy lejano.

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...

—Estás bromeando —rió con nerviosismo.

—No, no estoy bromeando, ¿por qué piensas que todo le que digo es una broma? —se dió la vuelta y comenzó a buscar el saco de alimento para gatos para servirse un poco.

—¿Qué haces?

—Tengo hambre y ésta vez no dejaste nada en el refrigerador.

—No comas eso frente a mi...

—Pues date la vuelta.

—No... Mira, haré el desayuno y nos sentaremos juntas, deja eso a un lado. No tardaré...

Comenzó a preparar el desayuno mientras Lapis se sentó sobre la mesa y la observó con detenimiento.

Para Peridot era extraño y familiar al mismo tiempo. Teniendo a Lapis nunca se sentía sola, por eso cuando había creído que desapareció, se había preocupado mucho.
Volteaba de vez en cuando y ella seguía ahí, atenta a todo lo que hacía.

—Oye...

—¿Sí?

—¿Te gusta  verte como un humano?

—Es divertido pero cansado al mismo tiempo.

—¿Cansado? —preguntó la rubia mientras servía un vaso de leche y luego su café.

—Sí, no eres tan ágil cuando eres tan algo y grande.

—¿Y por qué no vuelves a ser un gato?

—Porque me gusta hablar contigo —sonrio ladina—, pude hacer que creyeras que todo fue un sueño tonto, mantener mi forma felina e ignorarte todo el tiempo, pero eres un buen amo no quería hacerte pasar por una loca.

—Pero pudiste hacerlo... Además aún sigo sin creer todo ésto —puso los platos en la mesa y le dio el vaso de leche a ella.

—No te esfuerces si no lo quieres creer —cogió el vaso y dió un trago.

—Pero es extraño... ¿acaso ésto no causará alguna especie de desbalance en el universo o algo así?

Lapis rió a carcajadas y negó. —Si le dijeras a alguien sólo creerían que estás loca y eso no te conviene a ti. Y si de pronto el que tu sepas la verdad me pone en peligro lo único que tengo que hacer es desaparecer.

—¿A dónde irías? —preguntó con calma.

—Buscaría a otro humano o me iría a Katu

—¿Katu..? ¿Dónde es eso?

—Es el planeta madre, un lugar lejano en algún punto del universo. Los gatos reales venimos de ahí, todos. Es nuestro origen. Mis ancestros descubrieron éste planeta antes de los cabezones que ayudaron a los mayas y a los egipcios... No somos ambiciosos ni malos, y sus ancestros fueron fáciles de esclavizar. Nos adoran desde el primer momento y nos dan todo. ¿No es así?

Peridot se sonrojó porque tenía razón, ella le daba todo a su gato. Pero igual era molesto escuchar eso. Definitivamente los veían como seres inferiores.

—Muchos de nuestra especie han olvidado nuestro origen, deciden quedarse por siempre aquí, se reproducen y los hijos de sus hijos se vuelven simples mascotas, otros vuelven a Katu o  viajan a otras galaxias. Mi madre vino del espacio y conoció a un terricola, tengo hermanos pero no tengo idea de dónde están y no importa, deben estar bien. Además todo lo que necesito me lo das tú. Es divertido estar en casa sola, puedo ver televisión y tomar leche de la caja.

—Con razón se acaba rápido —atajó.

—Lo siento, creí que no lo notabas.

—¿Lo mismo con el alimento?

—A veces...

—Rayos, eso es un problema.

—¿Por qué? —alzó las cejas.

—Es costoso...

—Lo siento... Puedo comer lo mismo que tú comes a excepción de algunas cosas que tú ya sabes.

—La mayoría de las cosas que cocino podrían hacerte daño... No puedo permitir eso. —se frotó la cara con preocupación. —Seguiré siendo el amo responsable que solía ser hasta el día de ayer pero te suplico que dejes de ser tan salvaje y no bebas de la caja y no robes alimento... —sentía que aquella charla era demasiado absurda y extraña. —Y ya que puedes hacer cosas de humano y verte como uno, sería de gran ayuda que te pusieras a hacer cosas útiles como limpiar la casa y utilizar el baño, además de...

Lapis volvió a su forma gatuna y la dejó hablando sola. Peridot la siguió y la agarró entre sus manos, levantandola hasta su altura y mirándola con molestia.

—No me dejes hablando así. Eres una malagradecida, una holgazana y además una mantenida.

Y Lapis le contestaba con maullidos.

—No me maulles así, tampoco te estoy pidiendo gran cosa, sólo que me ayudes un poco.

Lapis comenzó a moverse tratando de soltarse y cuando lo consiguió regresó a su forma humana, recogió la ropa y se la puso.

—Está bien...  —rodó los ojos—. Mientras me sigas manteniendo.

—No tienes vergüenza —se cruzó de brazos.

—No, pero no importa porque soy un gato.

🐈

This is right? [Lapidot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora