Apagó su alarma y bajó a la cocina a preparar su lonche, Lapis estaba ahí en su forma gatuna, esperando por su comida.
—Ya hablamos ayer de ésto, ¿por qué te vuelves tan insistente?
La gata maulló y se retiró del lugar dejándola sola para que pudiera terminar de hacer sus cosas.
Después de la ducha y de vestirse para ir a trabajar se encontró con Lapis mientras bajaba las escaleras.
La cargó por unos instantes y le dijo —Antes eras como mi hija... Pero no podría tener una hija tan holgazana. Te encargo los platos.
Y le dio un beso en la frente sólo para molestarla.
...
Llegó a la oficina y fue con su jefa a disculparse por su ausencia.
—No te preocupes, pero, ¿quién era la chica que llamó ayer? ¿Tienes hermanas? —se levantó de su escritorio y caminó detrás de ella tomando sus hombros para masajearlos lentamente.
—Carol...
—Solo quiero saber...
Su jefa era al menos 10 años mayor que ella y siempre intentaba seducirla; era hermosa, y muy inteligente, además de rica y atractiva. Alta, cabello largo y negro, labios seductores y siempre pintados de Russian Red.
A Peridot le atraía pero sabía que no era buena idea ceder ante sus encantos porque era peligroso, dominante u tóxica...
—¿Acaso era tu novia?
—No —respondió rápidamente y con la cara roja.
Era una tontería que Carol hubiera dicho eso pero tampoco podía decirle que aquella chica en realidad era su gato.
—¿Entonces?
—Solo era una amiga... Vecina, vive cerca de mi casa y le pedí que me cuidara mientras estaba enferma.
—Qué buena chica —dijo con un grado de desdén. —¿qué edad tiene?
—20... Es más joven que yo, pero gracias a sus cuidados pude mejorar.
—Sí, qué bueno... —dio una palmada en su espalda y volvió a su escritorio. —Puedes regresar a trabajar —terminó con una sonrisa.
La rubia tragó saliva y se levantó en seguida para salir de ahí.
...
Cuando Peridot se fue, Lapis tomó su forma humana y comenzó a pasearse desnuda por la casa. Luego lavó los trastes como Peridot le pidió y al terminar se fue a la habitación de ésta. Se puso la ropa que Peridot usaba para dormir y se acostó en la cama para regocijarse en la comodidad de ésta. Abrazándose a sí misma se deleitó al envolverse del aroma de su dueña.
Se acostó contra la almohada para tener el olor de su cabello cerca de sus fosas nasales y entonces se permitió dormir.
...
Regresó a casa después de a las 6, estaba cansada y lo único que deseaba era llegar a su cama.
Subió a la habitación y al abrir la puerta lo primero que vio fue a Lapis usando su pijama; y plácidamente dormida.
—Lo que me faltaba... —dijo acercándose.
Mientras avanza, Lapis percibió su presencia y se despertó. Estiró su cuerpo y bostezo cual gato desvergonzado.
—¿Hace cuánto estás ahí?
—Acabo de llegar y quiero mi cama, vete a la tuya...
—No —se dió la vuelta y se arrimó para que la rubia entrara. Era una invitación silenciosa.
Peridot se frotó la cara y avanzó sobre el colchón para acostarse y por fin descansar. Sabía que lidiar con Lapis era imposible, después de todo era un gato... Se acomodó y cerró los ojos relajando todo el cuerpo.
Todo iba bien hasta que sintió a Lapis casi sobre ella. Abrió los ojos y ésta estaba olfateandola.
—¿Qué demonios haces? —se hizo hacia atrás recargando su espalda contra la cabecera de la cama.
—Otra vez hueles a puta.
Se frotó la nariz como si intentara quitarse el olor e hizo una mueca de desagrado.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —frunció el ceño mostrándose muy confundida.
—Tus hombros... ¿quién es? Siempre se frota contra ti...
Peridot observó a Lapis, se veía molesta y en sus palabras se sentía el desprecio.
—Nadie se frota contra mi. La única que se me ha acercado hoy es mi jefa.
—¿Y tocó tus hombros?
—Sí... ¿Por qué?
El perfume que Carol usaba no era fuerte para Peridot pero sí para Lapis.
—Siempre te está tocando, ¿cierto? —se acercó de nuevo tratando de hincar la nariz en alguno de sus hombros.
—Basta, ¿por qué actúas de esa manera? —dijo molesta y tomándola por sus hombros para evitar que se acercara.
—Estamos en primavera... Y somos gatos... ¿Qué crees que pasa entonces?
Peridot negó con la cabeza. Todo estaba tan confuso y Lapis parecía histérica.
—Entramos en celo... Y esa puta no pierde el tiempo, se frota contra ti para atraerte.
Hablaba como si fuera lo más obvio del mundo.
—Mi jefa no... Espera, no creo que funcione así con los humanos, nosotros no entramos en celo como ustedes los gatos y por favor, deja de decir que es una puta, ¿de dónde sacas esas palabras?
—Es tu vocabulario el que he aprendido, pero eso no importa —jadeó con fastidio. —Te estoy diciendo que tu jefa es como yo.
—No, eso es ridículo.
—No, no lo es. Ella también es un gato y está rompiendo las reglas viviendo su vida como un humano de sociedad.
Peridot se tapó la cara y cerró fuertemente los ojos. Estaba tratando de no perder el hilo de aquella locura.
Su jefa no podía ser un gato, era ridículo... Pero teniendo a Lapis frente a ella y tan molesta...—Lo que estás diciendo... Es... Lapis, voy a volverme loca.
—No lo hagas, sólo ten cuidado y... Quítate esa ropa, no soporto ese olor es tan repugnante. —se bajó de la cama y comenzó a buscarle ropa. —Quizás deberías bañarte para que se te quite.
Peridot olió sus hombros y no notaba nada aparte de su propio perfume.
—Lapis, estás delirando. Sólo huelo a mi misma.
—No, conozco perfectamente tu olor y reconozco ese otro, hueles así sólo cuando llegas de la oficina. —Le dio ropa limpia y añadió —No dormiré contigo si no te quitas ese olor.
—¿Y quién ha dicho que quiero dormir contigo? —retrucó de inmediato.
—¡uhg! Eres una tonta —dijo con las mejillas rojas—. Haz lo que quieras.
Se dio la vuelta y salió de la habitación.
—Lapis, espera.
Se levantó y fue tras ella. Por su cabeza pasó la idea de que Lapis podía irse más lejos de lo que pensaba.
—Puedes... No te vayas, tomaré una ducha y después haré de cenar...
No podía quedarse sola, Lapis había sido su única compañía en los últimos meses, dejar que se fuera era una mala idea.
—¿Y podré dormir en tu cama?
—Sí, conmigo...
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This is right? [Lapidot]
FanficPeridot es una universitaria recién egresada, vive sola con su gato y lleva una vida bastante rutinaria sin imaginar lo que se esconde en su casa.