Epílogo

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STEVE

—¡Trasero lindo!—grité cuando entré a la casa. Arrojé mis llaves a la mesa y me solté la corbata.

El amor de mi vida caminó hacia la habitación, con un bate de béisbol en sus manos.

—¿Me llamaste?

Desde sus días como Lord Iron, se había convertido en un éxito con una saga de libros para adultos. Ya que había pasado un montón de interesante drama en su vida, tenía un montón de inspiración.

—Feliz cumpleaños—sonreí. Lo atraje para un beso. La sensación de sus labios contra los míos nunca iba a pasar de moda—¿Ahora, qué diablos estás haciendo con ese bate?

—La criatura de Harley se perdió. Me estoy haciendo cargo de ello antes de que regrese de la escuela—contestó.

Harley era nuestro hijo de nueve años. Era un poco travieso de un lado, pero en general, nos dio la menor cantidad de problemas. Quill le había dado una iguana por su cumpleaños, sabiendo que Tony no podía estar cerca de los reptiles.

—Bebé, eso es inhumano—alegué.

Sacudió su cabeza.

—Pensaría igual que tú si la maldita cosa no hubiera estado conmigo en la ducha esta mañana. Me alegra que los niños no estuvieran en casa. Prácticamente salí corriendo por toda la casa.

Hice un puchero.

—Lamento habérmelo perdido.

—Idiota—sonrió—¿Me vas a ayudar o no?

—Lo atraparé por ti—le dije, trayendo su mano a mis labios para colocar un suave beso en sus nudillos.

—Gracias—contestó.

Cuando recién nos casamos, le gustaba hacer la mayoría de las cosas por su cuenta. De alguna manera, finalmente le convencí de que quería hacer cosas por él porque lo amaba, no porque pensara que no pudiera hacerlas él mismo.

Busqué al reptil en cada habitación empezando con la de Morgan. Ella era ahora una hermosa adolescente de trece años quien jugaba en el equipo de soccer de la secundaria. Para mi último cumpleaños, Howard me compró una pistola, en caso de que necesitara apartar a cualquier muchachito.

No había señales de la iguana en su cuarto o en cualquiera de los chicos. Peter y Johnny recién habían empezado su último año en preparatoria. Seguían jugando fútbol y prácticamente eran héroes ante los ojos de Harley, especialmente desde que le dejaban ir con ellos. Eran los mejores hermanos mayores que un chico pudiera pedir.

Fui hasta el cuarto de Sarah Marie. Era nuestra pequeña de siete años. Tony le había puesto ese nombre por nuestras madres.

—Ahí estás.

Encontré a la cosa escamosa, tan quieta como una estatua, en el peinador de Sarah. Era un experto para atraparlas, habiéndolo hecho tantas veces antes. Seguramente, Quill le había comprado a nuestro hijo una iguana que estaba entrenada para escapar. La llevé hacia el cuarto de Harley y me aseguré de que no se saliera de su tanque otra vez.

—¡PAPÁ!—escuché gritar a Morgan, y tuve que sonreír. Los chicos estaban en casa.

Bajé por las escaleras para ver qué había pasado esta vez. Harley y Sarah estaban compartiendo una bolsa de papas fritas mientras veían la escena frente a ellos.

Morgan estaba parada detrás de Tony, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Johnny y Peter estaban en frente de Tony, luciendo un poquito intranquilos. Ahora eran más altos, bueno, solo Johnny. Peter tenía el porte de Tony. Pero seguían poniéndose nerviosos cuando Tony les daban 'la mirada'.

¡Tony Stark es un secuestrador!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora