Capítulo 5: Madame Morte ayuda a curar gente

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Buen día, tarde, noche a ustedes queridos lectores!

Aquí les dejo el episodio número cinco de mi historia.

Quiero agradecer a todos los que dieron favorito, comentaron y siguen esta historia.

Y sobre todo, a aquellos que esperaron pacientemente para que vuelva a actualizar.

No soy dueño de ningún personaje. Eso es trabajo de Rowling y Tite Kubo.

Capítulo 5: Madame Morte ayuda a curar gente

La mujer de pelo trenzado sobre su pecho corría desesperadamente al interior de su escuadrón, dirigiéndose inmediatamente a donde se encuentran las camillas de la sala hospitalaria.

La razón? Pues al parecer, mientras ella esperaba que su diminuto invitado de pelo cuervo y ojos verdes llegase a verla por una semana completa, se descuidó en sus pensamientos sobre qué harían durante todo ese tiempo y no vio cuando Harry apareció corriendo velozmente con sus cortitas piernas sin ver donde pisaba. Lo que ocasionó que tropezase con una roca que había en el camino y caiga al suelo estrepitosamente, lastimándose las rodillas.

El grito que dio el niño, el cual él quiso evitar para demostrar que no es un niño, alertó a la capitana de la Cuarta División, provocando en forma natural que salga corriendo hasta él y lo abrace fuertemente contra su pecho y diciéndole palabras de confort.

-Harry-kun! Te encuentras bien? Ven, déjame que te lleve a curarte- exclamó la mujer de pelo negro, alzando al niño en sus brazos y llevándoselo al interior del cuartel.

-Sí, Retsu-chan, estoy bien! Mira, no estoy llorando! No soy un niño- replicó el mago, haciendo un puchero lo que hizo que la mujer le bese las mejillas por creer que se veía tierno.

-AWWWW!!! Mi Harry-kun es tan valiente, pero ahora necesito curar tus heridas, no queremos que se infecten, o no? – preguntó Unohana, dándole una versión light de la mirada de la muerte que poseía, haciendo que el niño asienta fervientemente con la cabeza, pero no de miedo, sino por la sonrisa que ella llevaba.

Él no podría negarse a nada que ella le pidiese si a cambio ella le sonreía de esa manera. Cada vez que la veía, sentía el mismo calor en su carita que son Suì-Feng y Gin.

-Ajá, vamos por favor Retsu-chan- pidió Harry, enlazando sus bracitos alrededor del cuello de la mujer, apoyando su cabeza en su pecho, provocándose risitas debido a que se hacía cosquillas con la trenza de la dama.

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El fulgor verde que emanaban las delicadas y tersas manos de la máxima autoridad del Escuadrón número Cuatro llamaban toda la atención del pequeño nieto del Soutaichou.

Fascinación era todo lo que podía describir en este momento lo que el niño sentía. Podía ver como lentamente, las heridas que se había hecho cuando se cayó, estaban cerrando y cicatrizando de manera efectiva. Perdiéndose en la habilidad que Retsu dominaba.

La mujer, por su parte, veía con diversión y asombro como su amor platónico, aunque nunca lo diga en voz alta, analizaba minuciosamente cada movimiento de sus manos sobre sus rodillas. Se dio cuenta que, al parecer el arte de Kidō Curativo le había atraído.

-Ocurre algo Harry-kun? - preguntó la pelinegra, dándole un beso en el lugar que había curado, para luego retirar sus manos de las rodillas del niño y llevándolas hacia su pelo, sintiendo la sedosidad que poseían.

Un comienzo distintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora