Capítulo 7: El susurro de mi alma

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Buenas queridos lectores!

En fin, los dejaré leer y...no soy dueño de ningún personaje, eso es trabajo de los autores!


Capítulo 7: El susurro de mi alma

Byakuya escribía diligentemente en sus informes, ignorando cualquier cosa que sucediese a su alrededor. El pincel se deslizaba fácilmente sobre el papel, dibujando letras con tinta negra. Una suave brisa que ingresaba por su ventana lateral de la oficina la ayudaba a secar el líquido obscuro, a lo que ella agradecía profundamente.

Pilas y pilas de papeles se acumulaban en su escritorio, pero ella con una cara seria e insensible continuaba con su trabajo. La capitana de la Sexta División le hubiese gustado agradecer a su pequeño invitado por auxiliarla a la hora de separarlos por temas y tamaños, pero lamentablemente toda esa laboriosa responsabilidad que ganó con su puesto le impedía hacerlo.

Sabía que no debía abstraerse tanto con su papel de máxima dirigente en ese escuadrón. Hisana, su mejor amiga, se lo había advertido antes de fallecer, pero al parecer no puede separar el trabajo del placer. Y cuando se dé cuenta de su error, será bastante tarde.

-Bya-chan! Mira, te tengo listo otro grupo de papeles, estos son más cortos que todos los demás! – exclamó el pequeño de ojos verdes, que se hallaba sentado en un sillón de dos plazas repletos de informes.

-Mmh...sí, gracias Abarai-san- distraídamente contestó la mujer de pelo negro.

El niño la miró fijamente, sintiéndose herido al no ser tomado en cuenta. Desde que comenzó la semana ella no le había prestado atención exactamente, era como si fuese invisible. Siempre lo confundía con Renji, quien se apiadaba de él y trataba de jugar en su tiempo libre, cosa que el pelinegro le agradecía.

Harry esperó y esperó pacientemente...o al menos lo que la paciencia de un infante podía tener...caminando lentamente de un lado al otro por toda la habitación, mirando detenidamente los cuadros colgados y los jarrones con arreglos florales tratados delicadamente. Caminaba siguiendo las líneas del piso, imitando a un equilibrista mientras extendía sus brazos como un águila, con la esperanza de traer al menos una sonrisa a la cara de la mujer adulta.

Empezó a silbar, a realizar chasquidos con la lengua, a musitar una cancioncilla, lo intentó todo para llamar la atención de Byakuya, pero luego de pasar media hora en la completa ignorancia, agachó su cabecita y se resignó, yéndose triste del lugar.

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Sin querer molestar a la única persona que le prestaba atención en ese escuadrón, el nieto del Comandante General decidió recorrer una vez más el establecimiento, tratando de hallar pasadizos secretos para acumularlos en su lista de logros hechos.

Por el momento llevaba una piscina detrás de unos arbustos frondosos, varias puertas corredizas que se mimetizaban con las paredes, una habitación con la sigla AMS en la parte superior con varios informes desperdigados en el suelo junto a fotos de él. Ante ese último descubrimiento, el pequeño no comprendió demasiado bien el motivo de que hubiera tantas fotografías, por lo que se encogió de hombros y procedió a recogerlas una a una, acomodándolas bien sobre un escritorio junto a los informes.

Caminando en los interminables pasillos, deslizaba su mano izquierda en la pared distraídamente en busca de algún sobre relieve, tal como lo había hecho días anteriores cuando halló nuevos lugares. Se divertía internamente al recordar aquellos momentos que pasó con las demás capitanas, solo para que su humor decaiga imprevistamente al memorizar sus últimos días en el Sexto Escuadrón.

Un comienzo distintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora