Juan esperaba ver algún signo de locura en Haefner, definitivamente no creía que estuviese fuera de sus casillas, Su mirada era clara, y su voz sin titubeos.
- ¡De verdad! - Alan lo sujetó del hombro. - Sabes que yo no mancharía mis manos de sangre, solo si se trata de proteger a la gente y a mi propia familia. Sabes que yo no soy el enemigo.
- Yo lo se, querido amigo. - Lo toma del brazo.- Tú junto con mi padre, lucharon en contra de la delincuencia y corrupción.
- Y a tu padre eso le costó la vida, y yo sigo con esa motivación. nunca lo defraudaré.
- Te tenemos que sacar de aquí.
-Sabes que no es posible.- Alan dice en casi un susurro.- No puedo ir a la cárcel.
-Demostraré que tu no fuiste. - Juan se levanta.- ¿Hay algo que tenga que saber para investigar este asunto?
-Así es, siéntate. - Alan Haefner lo jala a la cama.- Uno de mis grandes defectos es que soy un voyerista. Me encanta ver a las chicas y sus caderas, si tienen faldas mejor. También espío en los cuartos de hotel, una noche antes, instalo una cámara espia oculta.- Con sus dedos hace la alusión del tamaño de la minúsculo artefacto. - Y un par de días después recojo el material, para verlo en secreto. - Hizo una pausa.- Esa noche, tuve la oportunidad de llegar un poco antes a lo que sería un ritual satánico. No sabía exactamente que es lo que acontecería, así que la instalé justo arriba de un grueso libro. Yo suponía que llegarían con mujeres hermosas y se llevaría a cabo una orgía.
-¿Quieres decir que en esa cámara se encuentra la evidencia de que eres inocente?
- ¡Exacto! Pero no se que consecuencias podría traer. - dijo con incertidumbre. - Si en verdad quieres hacerme un favor, ve por la cinta y ese libro y destrúyelos. Creo que estaremos mejor todos así, sin que nadie sepa de esa atroz verdad.
Juan no sabía que pensar. Tenía que elegir entre publicar la verdad, y entre salvar el alma y la paz de Alan Haefner. Pero primero tenía que quitarse la gran duda. "¿Será que todo ese horrible acontecimiento fue obra de el demonio? O solo quiere que tranquilice a su mujer, haciéndole saber que el no es un asesino o un auténtico chiflado. Su cabeza estaba hecha un circo, sus emociones en una montaña rusa.
Paró su vehículo frente a la casa del bestial crimen. Alan le había dicho que la puerta de el frente seguramente estaba remachada por lo que no sería posible el acceso de manera discreta. Comentó que la puerta trasera estaría libre, y que encontraría un llavero debajo de la clásica alfombra de bienvenida. Aun había mucha gente en la calle, así que esperó hasta que el sol cayó escondiéndose por completo del horizonte.
Como todo un merodeador nocturno, se brincó la barda y corrió por un costado de la casa. Ahí encontró las llaves. Y como había dicho, la puerta trasera, estaba sin remachar y pudo entrar sin complicaciones. La casa apestaba a sangre seca. Había mas negrura de la que se podría suponer, las paredes no reflejaban la escasa luz que entraba por los ventanales; estaban manchadas, cubiertas casi en su totalidad de una delgada costra negra de lo que alguna vez recorrió las venas de un ser humano. Con su móvil, iluminó el entorno en busca de un librero. ¡No había ningún librero! Se le había pasado a Haefner mencionar ese detalle. "Sobre un grueso libro" Pasó unos cuantos minutos buscando ese mentado libro o cualquier cosa se se le pareciese. Y al fin encontró la vídeo cámara. ¡Era una cámara realmente diminuta con memoria M-SD! Estaba sobre una pequeña caja fuerte, del otro lado se pudo ver que estaba camuflajeaba para pasar desapercibida.
Juan retiró la memoria y la instaló en su móvil. Pudo encontrar una gran cantidad de archivos, carpetas y sub carpetas. Se enfocó en encontrar algún archivo de vídeo sin éxito. ¿Estarían decodificados? Quizá requería algún software para poder reproducirlos. No podía quedarse con las manos vacías, así que se dirigió al cuarto con el altar, donde se encontraba el libro de los conjuros malditos.

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El sanatorio
TerrorUn joven estudiante de artes de la comunicacion, pasa de ser un sipmple periodista a un investigador. Su unica mision es descubrir si el crimen fué un acto ritual o si realmente se abrió una puerta al infierno.