"Melancolía"

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Abrió la puerta y observó el pasillo y la sala. No había nadie.

Al menos no había tenido la molestia de sacarla de ese maldito rincón en donde siempre se encontraba depresiva.

Debía admitir que ese pequeño cambio era bueno.

Significaba que ella estaba avanzando, estaba dejando atrás a ese muchacho. Un pequeño cambio que significaba progreso. Sonrió satisfecho.

Escuchó algunas voces provenir del comedor y se acercó despacio para que ellas no notaran su presencia.

Quedó conmovido.

Lucy sonreía. Sonreía con tanta luz que hasta podría cegarlo, esta era la Lucy que quería traer de vuelta.

La Lucy que cuando sonreía era idéntica a Layla.

A su esposa.

Recordaba los años gloriosos que compartieron los tres juntos.

Días de campo, de viajes al exterior, días de película, y la lista seguía. Como extrañaba todo eso.

Cómo extrañaba esos días en que Layla lo ayudaba con Lucy, la hacía comprenderla y respetarla tal y como era.

Ahora no sabía cómo tratar con ella. Una joven. Ya una adulta. ¿Qué palabras debería brindarle ahora? Sólo sabía tratarla como esa pequeña que corría a darle la bienvenida cada vez que volvía al trabajo. Esa niña que sonreía inmensamente al momento que decía "Bienvenido a casa". Ahora esa niña se había ido.

En su corazón un hueco se había formado desde ese incidente, la necesitaba a su lado. Apoyándolo en sus trabajos, viéndola cocinar y acercarse a él para darle el beso de bienvenida.

Su hija y su esposa, su princesa y su reina, su espacio y su tiempo. Era lo único que lo mantenía de pie ante las adversidades. Pero todo ello cambió con el tiempo.

El tiempo se lo demostraba con cada centímetro que su hija crecía.

¿No había una forma de parar el tiempo, retrocederlo y así, volver a ser una familia una vez más? ¿Sólo por un periodo de tiempo?

Volver a ser una familia...

Su labio inferior tembló.

-Señor Jude! ¿Cuánto tiempo estuvo ahí?-. Dijo cesando la risa.

Lucy trató de poner un rostro inexpresivo formando con sus labios una perfecta línea.

Observó a su hija, ¿Cuando comprendería que lo hacía por su bien?

-¡Qué delicioso se ve esto! - dijo tomando compostura - Spetto, te felicito por esto-.

-Gr-Gracias señor-.

-Buen provecho- mencionó y se limpio la boca con la servilleta y se puso de pie.

-Lucy, te quedas en la mesa hasta que termines.-.

- Ya no tengo hambre, tomaré un descanso-.

-Te quedas aquí, jovencita-.

-Basta papá. ¡Estoy cansada de todo esto! Déjame hacer lo que para mí es correcto.-.

-Lo que para ti parece correcto, es realmente lo equivocado-.

-Porque todo lo que hago está mal, ¿no es así? No soy una niña. ¿Qué sucedería, si el concepto que tienes, es el equivocado?-.

-¿Te atreves a decirme que la manera en que te eduqué fue incorrecta? Lo que me faltaba-.

-¡Sabes que no me refiero a eso!-

Juro que lo haréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora