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Gabriel Agreste estaba en su oficina, revisando que ése sombrero que acababa de diseñar, éste perfecto.

No se podía permitir errores, ni siquiera mínimos, todo lo que hacía debía de ser perfecto.

El hombre, oyó el sonido de la puerta abrirse y levantó la mirada pero no vio a nadie.

Con fastidio, dejó el sombrero a un lado y fue a cerrar la puerta.

Seguramente, Nathalie cerró mal la puerta cuando salió.

Una vez que cerró la puerta, volteó para volver a su trabajo y abrió sus ojos con sorpresa al ver a una niña pequeña, usando su sombrero mientras se miraba al espejo.

¿De dónde rayos salió ésa niña?

La pequeña, volteó a ver al hombre y le mostró una gran sonrisa.

-El señor vampiro hizo un sombrero muuuy lindo, ¿me lo regala?- preguntó la ojiazul.

Gabriel Agreste, fruncio el ceño y se acercó a ésa niña, intentando ignorar lo de "señor vampiro".

-¿Quién eres y cómo pudiste meterte en mi casa?- preguntó con seriedad, sin importarle que sea una niña pequeña.

La pequeña Marinette, retrocedió algo asustada y agachó la mirada.

-L-lo siento mucho, señor papá del señor secuestrador, no quería que se enojé.- se disculpó la pequeña.

Andaba de curiosa y terminó siendo una niña mala.
Sus padres se iban a enojar con ella.

El Agreste mayor, tenía el ceño fruncido por lo que oyó.

Su... "hijo", ¿secuestro a una niña?

Sabía que sus amigos eran mala influencia, pero no creyó que cambiarían tanto a Adrien hasta para hacerlo un secuestrador.
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En la habitación de Adrien.

El chico estaba tocando piano hasta que la puerta de su habitación se abrió y pasó una asustada Nathalie.

No era nada normal ver a Nathalie así.

-¿Sucede algo?- preguntó el chico.

La mujer, lo miró con su rostro algo pálido.

-No encuentro a Marinette.- respondió.

Adrien, se puso de pie de un saltó, espantado.

Éso no estaba bien, debían encontrarla antes que su padre la vea.

-¿Así qué se llama Marinette?

La mujer y el chico, sudaron con miedo antes de mirar en dirección de donde Gabriel Agreste se acercaba, con Marinette, llorando.

-¡Sniff! Lo siento, me porte mal y el papá vampiro del señor secuestrador se enojó con ustedes por mi culpa ¡Sniff!- dijo la ojiazul entre llanto.

Adrien, sonrió nervioso y miró a su padre quien esperaba una explicación.

-Señor, no es lo que cree.- exclamó Nathalie, intentando que su jefe se calme.

El hombre, la miró con seriedad.

No podía creer que Nathalie era parte de... un secuestro.

La persona que consideraba una gran amiga y ése chico que supuestamente es su hijo, unidos en el secuestro de una niña.

¡Imperdonable!

Adrien, se acercó a su padre para hacerle frente por primera vez en toda su vida.

-Nathalie no tiene nada que ver, yo secue... yo traje a está niña a casa por que estaba solá, en la lluvia y no vi a sus padres cerca.- explicó el chico, casi metiendo la pata.

De tanto que la pequeña Marinette lo llamaba secuestrador, ya estaba empezando a creer que lo era.

El hombre, suspiro profundo, entendiendo la situación.

-Nathalie, encargate de esto y Adrien, no vuelvas a hacer algo así.

Y éso fue todo lo que dijo el dueño de la casa antes de irse.

Marinette, se acercó a Adrien y le abrazo la pierna, dejando de llorar.

-T-tu papá me da miedo.- exclamó la niña.

Adrien, suspiro mientras le acariciaba la cabeza.

Al menos, la reacción de su padre fue mejor de lo que esperaba.
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En la habitación de Marinette.

La ojiazul veía con asombro al niño que comía un helado, felíz de la vida.

Comió galletas, pan, gelatina, bizcochos, dulces, cenaron y ahora comía un helado, como sí nada.

¿Dónde rayos se iba toda la comida?

Marinette, miró fijamente al rubio y sonrió con ternura.

Adrien de niño era muy adorable para ése mundo.

-Señorita princesa, ¿cuándo sea grande como usted, promete que se casara conmigo y tendremos una casa grandoooota de caramelos?- preguntó el ojiverde.

La chica, llegó a su límite.

Era culpa del mini Adrien.

-¡Claro que sí! ¡Me voy a casar contigo cuando tengas mi edad, bonito!- gritó Marinette mientras abrazaba al pequeño.

¡¿Por qué su Adrien no era así?!

El rubio, agachó su mirada mientras era abrazado.

-Mi padre es algo malo pero por favor, no le tengas miedo por que en el fondo es muy bueno y mi mami es la mujer mas linda de todas, así que te va a querer mucho.- dijo el pequeño rubio.

La azabache, acarició el cabello del niño mientras sonreía levemente.

Adrien casi no solía hablar de sus padres y ella realmente no le quería hacer preguntas sobre ellos para que no se sienta incómodo, pero sabía que los quería y su versión de niño se lo recordaba.

-Muy bien, pequeño, ya que cuando seas grandes nos vamos a casar, desde ahora serás mi príncipe, ¿sí?- dijo la chica.

Adrien, levantó la mirada y lo miró con los ojos brillosos.

-¡Sí! Seré un grande y fuerte príncipe que proteja a su princesa.- respondió con entusiasmo el niño.

Marinette, borró levemente su sonrisa.

Su Adrien, nunca sería así con ella, ¿verdad?

De igual modo, debía hablar con su Adrien ya que Tikki le dijo que era muy probable que sí ella encontró a Adrien niño, Adrien encuentre a Marinette niña...

La pobrecita iba estar asustada sí veía a Gabriel Agreste.

Continuará...
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¡Hola!

El lunes, sí Dios lo permite, estaré de regreso para molestar en wattpad.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

Pasado y presenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora