Prólogo

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Woburn Abbey, Bedfordshire, 1838

Jasmine se despertó porque había tenido una pesadilla en la que su madre se despedía de ella. Por la ventana podía ver que el cielo estaba todavía sumido en la oscuridad. Salió de la habitación para ir a la contigua, donde dormía su hermana Poppy. Sin embargo, al poner un pie en el pasillo, escuchó el llanto de un bebé. Lily y Daisy hacía tiempo que no lloraban así, es más, nunca lloraba una sola.

Prestando atención, se dio cuenta de que el sonido provenía de los aposentos de sus padres y decidió ir a investigar caminando de puntillas para no alertar a su nana. Cuál fue su sorpresa al ver salir de la habitación a su nana con un bebé entre sus brazos. No le dio tiempo a ver a su hermanita Rose ya que su nana pasó corriendo sin siquiera verla. Parecía preocupada.

Se acercó al marco de la puerta y vio a su padre sentado en el sillón con la cabeza apoyada en su manos.

—Padre, ¿está Rose bien? —preguntó preocupada la niña—. Nana salió corriendo.

El padre levantó su cabeza y dirigió su mirada apagada a su hija mayor. Jasmine, al ver la expresión de su padre, sintió un nudo en el estómago.

—Jasmine, querida, ¿por qué no vuelves a la cama? —pidió el hombre con voz cansada.

—Tuve una pesadilla —explicó acercándose a su progenitor en busca de consuelo. A pesar de que su padre intentó detener su avance, no fue suficiente rápido como para que Jasmine no lo viera—. ¡Madre! —gritó la pequeña a pleno pulmón con lágrimas cayendo en cascada al ver a su madre pálida e inmóvil en la cama.

—Jasmine, estoy aquí —su padre la abrazó para que dejara de mirar e intentó consolarla, pero a la vez también necesitaba liberar su pena—, pero Marion se ha ido.

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Woburn Abbey, Bedfordshire, 1840

Jasmine estaba vigilando desde su escondite detrás del gran mueble de madera. Cada vez que llegaba la hora de comer del bebé y en vez de alimentarlo la nana lo hacía su madrastra, Rose estaba enfermo unos días. Estaba decidida a averiguar qué pasaba. Al fin y al cabo, sin su madre ella era la responsable del pequeño que ya tenía 2 años puesto que era la mayor.

—¡Mary! —gritó la mujer con la que se había vuelto a casar su padre y enseguida la llamada apareció por la puerta cargando a Rose—. Voy a darle de comer a Charlie.

—Sí, señora — murmuró bajando la cabeza y saliendo de la habitación.

Agachada desde su posición con temor a ser descubierta, Jasmine vio cómo su madrastra vertía algo en el líquido que daba de comer a Rose. El color verde le recordaba a las verduras y las verduras sabían mal. ¿Por qué le daba cosas malas? Jasmine con su mente de nueve años no alcanzaba a comprender la gravedad del asunto, pero sí sospechaba que algo no estaba bien. Cuando su madrastra terminó, se fue llamando a Mary, que acudió con presteza. Entonces Jasmine salió de su escondite con su muñeca, para asombro de su nana. Ella esperaba que no la delatara.

—Se me había perdido la muñeca que me regaló madre — dijo con fingido pesar—, pero la encontré debajo del mueble. Seguro que fue Poppy. Nana, ¿sabe dónde se encuentra padre? —preguntó con una sonrisa inocente.

—Jasmine, su padre está en su despacho y ya sabe que no debe ser molestado —contestó Mary muy seriamente.

—Sí, nana.

Jasmine salió de la habitación lentamente y cuando estuvo lejos de ser escuchada, empezó a correr por los pasillos hasta llegar al despacho de su padre. Miró a ambos lados y entró cerrando la puerta detrás de ella.

—Jasmine, ¿qué haces aquí? —preguntó su padre alarmado escondiendo una botella en el cajón del escritorio.

—He visto a la duquesa de Bedford poner algo verde en la comida de Rose, no creo que sea apropiado —explicó Jasmine empleando vocabulario formal que había aprendido esperando sonar más creíble.

—Querida, no creo que sea nada.

¿Su padre no la creía? Jasmine salió corriendo de la habitación dando un sonoro portazo mientras le escocían los ojos.

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Woburn Abbey, Bedfordshire, 1844

Tocó a la puerta del despacho y entró encontrando a su padre inconsciente con la cabeza encima del escritorio, seguramente debido al alcohol. Se había vuelto su costumbre junto con fumar pipa desde que murió su esposa. Jasmine cerró la puerta suavemente, nuevamente no podía contar con el apoyo de su padre para defender a su hermano Rose de la duquesa de Bedford. ¿Pero qué podía hacer ella con trece años? Su madrastra no paraba de repetirle que se comportara como una señorita si quería encontrar un marido e irse de casa. Si lo hacía, ¿podría salvar a Rose?

Su padre empezó a ausentarse más y a pasar más tiempo de viaje y menos en casa. Jasmine estaba decidida a cazar un marido cuando fuera presentada en sociedad.

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Nota de Autora:

Primera novela de la saga Flores perfumadas con nuestra protagonista Jasmine, la hija mayor de esta peculiar familia.

Jazmín (Flores perfumadas I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora