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  El reino de Liones comenzó a recobrar su color (y también todas sus casas) gracias a la ayuda de Merlín, quien se ofreció a dar una gran mano de ayuda al pueblo y a la reparación del castillo. Sin embargo, no fue la única miembro de los pecados capitales en compadecerse con los humanos y ofrecer sus servicios. La serpiente de la envidia, mejor conocida como Diane, había estado ya varias semanas ayudando en la construcción y las necesidades básicas que el pueblo demandaba.

  Justo ese día, soleado y completamente despejado, la muchacha se encontraba descansando en los bordes de una fuente. Ella miraba el cielo, sintiéndose orgullosa del trabajo que había hecho y completamente plena. Elizabeth, sentándose junto a ella, interrumpió su silencio.

Mi reino siempre estará en deuda con ustedes, sobre todo contigo, Diana —sonrió cerrando sus ojos—. Siempre ayudas a los demás.

No fue nada —colocó una mano en la nuca—. Me gusta ayudar a las personas que más lo necesitan, sobre todo porque en gran parte yo he tenido la culpa de varios de estos destrozos.

  La conversación fue interrumpida gracias al estruendoso ruido de una explosión probablemente devastadora. Las dos se levantaron rápidamente.

Y hablando de ayudar a los demás... —soltó Diane antes de empezar a correr en dirección a la taberna. Elizabeth la siguió con una mano en su pecho.

  La taberna era un caos. Había muchísimos platos y vasos rotos por doquier, casi todas las mesas estaban volteadas adornadas con los vidrios rotos de las ventanas. La puerta de entraba se había caído y sobre suelo había un rastro de alcohol que apuntaba a Ban.

  King, perplejo y con la cara cubierta de una sustancia púrpura, estaba sentado afuera de la taberna junto con el resto de los pecados tirados a sus alrededores, parecía que todos habían salido volando. Todos menos Ban.

  En ese instante llegaron Elizabeth y Diane, las dos tenían la boca abierta y expresiones incrédulas. La taberna estaba hecha pedazos, y todos los ahí presentes se encontraban tirados a unos metros de donde se encontraba la entrada.

—¡Señor Meliodas! ¿Se encuentra bien? —Elizabeth corrió hacia el capitán, ayudándolo a levantarse.

Estoy bien, Elizabeth. Tranquila —le sonrió el rubio—. Pero creo y estoy casi seguro de que King sí necesitará ayuda.

  King hizo el intento de levantarse, Diana fue hacia a él y quiso ayudarlo dejando que su cuerpo se apoyara en sus voluptuosos pechos. Lo único que consiguió fue que King tuviese una hemorragia nasal y se volviese a caer.

¡¿King estás bien?! —se asustó ella— ¿Qué pasó aquí?

  Merlín se limpiaba el polvo de los hombros mientras se apresuraba a hablar:

Un nuevo experimento mío que Ban quiso estrenar. Era una poción capaz de aumentar la fuerza y el poder de cualquier individuo, pero desgraciadamente, incrementó muchísima fuerza en Ban, una totalmente incontrolable.

¿El señor Ban destruyó la taberna? —preguntó Elizabeth.

Mm, no con intenciones. Únicamente estornudó por el polvillo de la poción y bueno, provocó todo esto —ella señaló todos los escombros.

¿Y por qué King tiene la cara morada? —preguntó Diana sosteniendo al ensangrentado King.

Ban le estornudó en la cara —respondió Meliodas y al instante comenzó a reír.

¡HEY, NO ES GRACIOSO! —se enojó King— Dolió muchísimo —se tocó los cachetes haciendo un puchero.

  Ban salió de la taberna limpiándose la nariz con la manga de su chaqueta. Todos los allí presentes lo observaron con enojo.

El pecado de quererte -Kiane (King X Diane)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora