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  Las seis hadas, que habían recibido una patada en el trasero por parte de los siete pecados capitales, se encontraban en una cueva de aquella montaña rocosa. Estaban sentados alrededor de un fuego acogedor, pero ninguno se veía feliz.

  Zinn miraba fijamente el fuego, y sus ojos, además de reflejar la luz de las llamas, demostraban un inmesurable rencor. Había sido vencido ¡y ni siquiera por el rey hada!

  Enojado arrojó una piedra pequeña a la fogata.

¡Esos estúpidos pecados capitales! —se quejó en voz muy alta— Esa estúpida gigante...

  Todos lo miraron igual de decepcionados que él.

Quizás deberíamos utilizar más de la poción de Merlín —habló serenamente Hortensia.

  Ellos habían ingerido muy poca ración de aquella poción, pero aún así ésta había tenido la capacidad de cuadruplicar sus poderes.

Ya les dije que es muy peligroso —se apresuró a decir Malva, el niño que se encontraba envuelto en una manta— si abusamos mucho de su poder podríamos perder el control.

¿Y qué otra opción tenemos? —gritó Zinn— ¡No pienso perder contra él, no de nuevo!

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  King se había quedado paralizado, ni siquiera le había llegado correctamente la información como para sonrojarse o poder formular una sola palabra.

  Diane se preocupó por el estado de él y lo saludó en la cara intentando sacarlo de su trance. King se dió cuenta y tragó saliva mirándola.

Entonces... ¿no me odias? —le dijo él casi como un susurro. Su preocupación no se había ido.

  Ella lo abrazó inmediatamente y él siguió paralizado.

¿Aceptas eso como respuesta? —le dijo Diane sonriendo.

  King reaccionó y le devolvió aquel cálido abrazo. Casi llora de felicidad.

¿Qué hacen así? —interrumpió Meliodas a penas sorprendido.

¡Capitáááán! —Diane corrió a abrazarlo. A King le cayó una gota de su frente— ¡Estoy tan feliz! ¿Dónde está Elizabeth? —hablaba muy animada.

Está adentro... —respondió Meliodas al mismo tiempo que la muchacha corría hacia la taberna.— Nunca había visto a Diane tan feliz.

  King sonrió viendo en la dirección a dónde se había ido ella.

Diane encontró a Elizabeth haciendo lo de siempre, barriendo el suelo con la taberna ya preparada para recibir clientes

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Diane encontró a Elizabeth haciendo lo de siempre, barriendo el suelo con la taberna ya preparada para recibir clientes.

¡Elizabeth! Estoy tan feliz —ella se lanzó a abrazarla, Elizabeth como pudo respondió el abrazo.

El pecado de quererte -Kiane (King X Diane)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora